María Machado y contar lo bonito de la vida

Por un momento pensé dedicar estas líneas a María Machado. Que haya acatado su inhabilitación por cobera, me pareció un notición. Si en lugar de guarimbas y bachaqueos, que son lo mismo, ella y sus equivocados pandilleros hubieran acatado las normas que el pueblo les dictó al aprobar la Constitución en 1999, se hubiesen ganado el respeto que toda oposición seria merece.

Prefiero hoy compartir un par de hechos aleccionadores vividos esta semana, de alta significación. Y hay que contarlas porque parece que existiera alguien empeñado en hablar nada más que de lo malo.

Lo primero fue el lunes tres de agosto en Movilnet, del Metrocenter, Caracas, a donde acudí a efectuar un trámite que sólo allí podían resolver. En la cola para ingresar, noté que un funcionario de la empresa conversaba con algunos de quienes estaban delante de mi, haciéndolos pasar. El trato, en todo momento, fue cortés. Respetuoso. Mi requerimiento tampoco ameritaba la cola por lo que fui conminado a ingresar hasta la recepción donde el trato fue también fue de gran nivel desde la chica que me orientó el paso siguiente hasta el caballero quien resolvió la avería del equipo. En menos de cinco minutos todo había concluido. A mi alrededor, con quienes iban llegando al local, ocurría exactamente igual. Mujeres, hombres, altos, bajos y flacos vivieron aquella experiencia cuya fórmula debe ser ajustada en todas las instancias públicas y privadas. Así también se practica la Revolución.

El segundo caso fue en el Metro de Caracas, en uno de los vagones casi copado en el que un joven padre y su niño en brazos quedaron de pie. Una abuela, de 60 años tal vez, en cuyas piernas cargaba una niña de unos ocho años, le cedió su puesto sin mayores consideraciones. "Siéntese señor, usted lleva el niño", dijo ella. "Pero usted lleva la niña", replicó él, obteniendo de ella como respuesta el puesto vacío y la consecuente sentada.

Elementos así nos refuerzan la búsqueda de la verdadera identidad que existe en cada una y uno de nosotros, aunque María Machado se moleste y prefiera mostrar las rodillas al imperio.

¡Chávez vive…la lucha sigue!

 



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Ildegar Gil

Comunicador social

 ildegargil@gmail.com

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