El desengaño y el "clasemedia" que llevo por dentro

No hay mayor desengaño en la vida, que en un instante cobremos consciencia de algo diabólico. Que descubramos de súbito que en nuestra práctica de vida nos habíamos dedicado, disimuladamente e invariablemente, a reproducir lo que más odiábamos, lo que más criticamos y negamos. No hay mayor desilusión. Descubrir que nuestro peor enemigo es uno mismo. Descubrir, en una suerte de revelación de vida, haber sido un ser complaciente, un agente biológico de toda la peste que combatimos en público, que más repugnamos de cara a la sociedad.

Es el drama del conocido revolucionario, del popular hombre rebelde, del consabido militante y artista pequeñoburgués, medianamente honesto, hijo de la clasemedia, es que en la hora crítica descubre que todo era mentira. No hay mayor confusión, mayor dolor para él que ese desengaño. No hay una noticia fatal, no hay cáncer anunciado, fallecimiento, que duela tanto o que pueda matar de forma súbita, como el desengaño clasemedia de reconocerse mediano, mediocre e ignorante.

Si no morimos en el instante, nos desfigura. De tal manera nos puede deformar, que, viéndonos en el espejo, el reflejo nos regresará más bien el rostro de nuestro sempiterno enemigo. Como Dorian Gray, cuando se le hizo difícil reconocerse en el rostro crapuloso de su retrato. El retrato de Dorian es una metáfora de la vida y del desengaño, el cual lo haría morir en su horror al ver el retrato de su alma. Murió quemado con el mismo fuego que deshiciera el lienzo de su verdadero yo.

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Como masa atontada, flotamos dormidos sobre la realidad. Ella está llena de escapatorias. De remolinos, de evasivas para el dolor y la muerte, las cuales actúan como corrientes traicioneras. Pero entre todos los caminos de la realidad, solo uno es el correcto, solo uno nos salvará: el de la verdad.

Hay que dejarnos caer hasta el fondo para descanzar sobre ella. Y en la caída ver la película de nuestra existencia. En fin, duele mucho eso de saberse un pendejo ignorante, un cagón, un ser mediano y mediocre. Lo común, es el sentido común; lo común es que todos nos creamos el eje de la tierra.

Y en especial (o en lo común), ese sentimiento es propio a los hijos de la clasemedia, de la "mala consciencia" de la clasemedia. Son los aspirantes a glorias y famas fáciles, compradas en el mercado. Suelen ser negadores, la grey, que se sienten cómodos con sus vidas sus conformidades, pero sin sostener la mirada frente al espejo. Atrapando rapidito el primer reflejo para salir a la calle, tranquilos, o lo más tranquilos que les fuera posible.

(Estas presunciones están pensadas y escritas adrede para los más cultos entre los más "cobardes", para los más reticentes al ejercicio intelectual. No faltarán de ellos quienes se detengan a hacer precisiones históricas, mitológicas, conceptuales; a aladear de su buena ortografía y sus conocimientos peorros, para "sacarle chicha" al dolor del desengaño: no es fácil descubrir de repente que siempre se nos notó la locura, el mal aliento, la farsa, los disimulos, los años. …Es terrible quedar desnudos de nuestros mejores atributos sociales... pero, a pesar de todo es sano)

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Nietzsche: La acción lo es todo. No existe un sujeto "libre" detrás de nuestras acciones. O sea, no existe el libre albedrío. Y si acaso existe, está limitado dentro de la cantidad de fuerza que contiene la acción. Bolívar jamás fue libre de escoger entre ser un hacendado hijo de puta y un libertador de naciones y pueblos. Tampoco el Che de ser revolucionario o ser un médico pendejo, o Velázquez de ser uno de los más grandes en la historia del arte, o Hitler de ser el hombrecito "apestado" que fue. Es un problema de fuerza. Mientras más fuerza más libertad de ser fuerte, de ser consciente, de ser valiente, de ser misericordioso. Por ejemplo, no es correcto, no es natural eso de un ser mísero y ser misericordioso. Eso es un contra sentido. Solo el espíritu libre y fuerte experimenta la piedad por los que no los son. Igual pasa con la libertad. No es libre el débil, y mucho menos ser libre de ser fuerte, ¡Uff!, ¡disparate!. Otra mentira capitalista, otra ilusión clasemedia.

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Una precisión para los distraídos. Si hablo de fuerza hablo de fuerza moral. Y cuando hablo de clasemedia, hablo de una condición psicológica de las masas. Se puede ser muy pobre y pensar como clasemedia, y se puede tener mucho dinero y pensar como clasemedia. Se puede ser bruto y pensar como clase media y ser "inteligente" y estar hasta los tequeteque hundido en el charco de la clase media. El término político marxista equivalente es pequeñoburgués, pero clasemedia es un poco más general, connota una patología de la psicología de masas, propia del capitalismo actual, es a lo que tiende la sociedad de consumo; a una grande, mediocre y mediana; ignorante, obediente, y marabunta depredadora… clase social única, a saber: la clase consumidora. …La fuente de todos los miedos, de toda violencia y fuente del fascismo del siglo XXI, el que asesina en nombre de la paz, la libertad, la democracia, y el capital, sin disimulo

¿Cuál es el reto de la revolución? formar revolucionarios. Controlar este estado de estupidez. De seguir el camino de la consciencia de clase, pero también de vida y de muerte. Cultivar el conocimiento, tener valores y un proyecto de vida distinto al de acumular, ostentar y presumir. Superar los instintos e insatisfacciones pueriles del consumismo.

Debemos matar, cada día un poco más, al "clasemedia" que llevamos por dentro. Si no, no somos revolucionario; somos unos cobardes. Es la farsa del revolucionario. Es la mueca del actor que lo busca representar. Revolucionario es, en cambio, una fuerza libre y libertaria que debemos cultivar todos los días; es control y disciplina moral; la representación y la acción reconciliadas en la consciencia; clara y fuerte; fe; esperanza en la revolución, y en el socialismo (Sin menoscabo de la poderosa definición del revolucionario hecha por Fidel Castro... Solo sigo el camino que tomé para abordar este asunto del espíritu clasemedia del cual todos somos posesos).

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No faltará la inquina del que se resiente del ejercicio intelectual. De los que están convencidos que pensar y escribir no es un trabajo. Que solo trabaja aquel que cobra un sueldo o tumba una pared. Pero, leer este o cualquier otro escrito y tratar de encontrar su sentido, también es un trabajo intelectual, humanamente digno, como cocinar, calcular una nómina, o medir el nivel freático del suelo de Caracas.

Digo que pensar, escribir y ser humilde no es ser débil o tonto. Es una acción honesta y de fuerza, es también un acto de libertad, entre otras cosas. Es cobrar conciencia de que somos uno entre millones. Millones que a su vez, ahora, pueden estar pensando que son inteligencias únicas e indispensables y que todo se lo merecen.

Respeto a mis hermanos y hermanas de especie. Pero no me siento obligado a respetar lo que representan, sobre todo cuando es ideología capitalista, cultura de masas, es cultura capitalista. Soberbia, orgullo liberal, petulancia, racismo, cuando son las ideas que adverso y que más odio. Y sin embargo me siento humilde, hice un esfuerzo honesto de pensar, sin complejos, con fe de poder persuadir a alguien a través de este escrito a pensar en nuestras vidas. Y conjurar los fantasmas de la clasemedia, los propios y los ajenos.

 


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Héctor Baíz

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