Olga Dragnic: maestra de periodistas

“Olga era el rigor docente que sus alumnos recuerdan con amor”, dice Earle Herrera, apelando a su proverbial capacidad de síntesis. Habla de Olga Dragnic, una extraordinaria maestra de Periodismo, formadora de numerosas generaciones de comunicadores sociales y referencia ética de la profesión desde que comenzó sus actividades en Venezuela, en la década de los 60, hasta el pasado miércoles, cuando nos dejó en este mundo, lidiando con lo maravilloso y lo terrible de un gran oficio.

En los años 70 y 80 era difícil destacar como profesor en la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela. Muy difícil, porque el cuerpo docente era un genuino trabuco, un todo estrella, un equipo de ensueño en el que refulgían nombres como Eleazar Díaz Rangel, Héctor Mujica, Jesús Rosas Marcano, Marcelino Bisbal, Adolfo Herrera, Gloria Cuenca, Alexis Márquez Rodríguez y paremos de contar. Pues bien, en esa constelación había una peculiar estrella venida de los Balcanes, una mujer menuda y muy blanca que había nacido en Yugoslavia, ese país al que luego la OTAN tasajeó, a sangre y fuego, en un  montón de pedacitos. Su formación como periodista la hizo en Chile y luego vino a parar a este trópico, donde se casó con otro titán de la enseñanza del periodismo en la UCV aguerrida de entonces: Federico Álvarez.

“Yo lo que quería era volver a Yugoslavia, pero conocí a un venezolano… y listo, me quedé”, solía bromear. Fue por ello que aún en los años 80 se le conocía como Olga de Álvarez. Años después (en una operación tan discreta como eran todos sus asuntos personales) retomó  su apellido de origen croata y con él firmó dos libros que se han convertido en herramientas imprescindibles para las clases universitarias de Periodismo: La entrevista de personalidad y Diccionario de Comunicación Social.

La profesora Olga, como la llamaban todos, se jubiló de la UCV, pero nunca se retiró del periodismo. Siempre estaba en alguna movida relacionada con la formación de los comunicadores o la lucha por corregir las graves desviaciones que observaba. En 2011, en una entrevista con Ciudad Ccs, lo expresó de esta manera: “Dentro de los enfrentamientos que hay en el país desde hace varios años, el sector que ha padecido las peores consecuencias es el de los periodista. El gremio ha sufrido un descalabro realmente grave”.

Con frecuencia dictaba cursos, daba conferencias, participaba en conversatorios. Tenía una gran fe en la capacidad de la gente común para entender incluso los hechos más complejos y por eso exhortaba a los comunicadores revolucionarios a formular las denuncias y hacer sus planteamientos basándose en argumentos, en razonamientos, no en descalificaciones.

“Era de tal sencillez que, paradójicamente, se elevaba por encima de todos con su firmeza indomable, sin  paz ni blanduras, en defensa  de sus principios éticos en todos los planos: profesional, religioso, ideológico, humano”, expresa, con ojos anegados, la periodista Carmen Castillo Travieso.

En esa lucha principista estuvo comprometida siempre. No dudó en dar su voto, como parte del jurado que le otorgó el Premio Nacional de Periodismo de manera póstuma al comandante Hugo Chávez, por su lucha a favor de la democratización de los medios de comunicación y contra el terrorismo mediático. Con mucha firmeza soportó todo lo que los furibundos adversarios de la Revolución dijeron acerca de esa decisión.

Sin embargo, más recientemente, se negó a asistir a un evento en el que sería orador de orden el entonces ministro del Poder Popular de Interior Justicia y Paz, el mayor general Miguel Rodríguez Torres. Su argumento fue que hay un límite bastante marcado entre el ejercicio del periodismo y las funciones que deben cumplir los militares activos cuando desempeñan ese tipo de cargos. Así era ella.

Profunda y densa en sus análisis, la profesora Dragnic era capaz de explicar con suma claridad un asunto en el que muchos se enredan: el de si se debe defender o no la colegiación obligatoria de los periodistas. “Esa norma no se estableció, como creen algunos, para garantizar fuentes de trabajo a los egresados universitarios, sino para asegurarse de que quieres ejercieran la profesión tuvieran un mínimo de formación ética”, señalaba cuando era interrogada al respecto.

Participante de iniciativas como el Observatorio Venezolano de Medios, Dragnic podía diseccionar la historia reciente del periodismo con los recursos de su larga experiencia como investigadora y docente. “Ha habido momentos políticos muy álgidos en los que prácticamente todos los medios dejaron de cumplir con su principal deber: informar, y se transformaron en lo que en Teoría del Periodismo llamamos medios ideológicos, con una orientación política determinada”, dijo en la ya referida entrevista de 2011.

Al saber de la muerte de la profesora, es inevitable sentir esa rara sensación de orfandad, en especial para quienes tuvimos la enorme suerte de ser sus estudiantes y, como dijo el poeta Herrera, recordamos con amor su rigor docente.  Pido a Carmen Castillo Travieso una frase para el cierre de esta semblanza tan dolorosa y ella dice: “Que el recuerdo de sus principios nos dé el valor que necesitamos, ahora más que nunca”. De acuerdo.



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Clodovaldo Hernández


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