La política ¿un teatro televisado?

Si algo he amado fueron los tiempos de estudiante en la Facultad de Agronomía de la UCV. Siempre tuvimos una agenda intensa en la política, mucho asambleísmo, movimientos de agitación de calle, solidaridad internacional con las causas de los pueblos, permanentes luchas por la mejora de la educación universitaria, deportes, actividades culturales, caña y sancochos; todo eso iba en el paquete de una formación integral, que si bien no obedecía a un diseño curricular elaborado ex profeso, apoyaba en la visión holística del mundo y sus complejidades.

Aquella tarde que se corrió la bola que en el Teatro Ateneo de Maracay se presentaría la obra de teatro de Samuel Beckett, Esperando a Godot, intensificamos las obligaciones para disponer de la noche para ver esa puesta en escena. Aquella noche fui al hermoso Teatro y salí consternado, esa permanente respuesta a una espera que se resolvía, siempre con una frase repetitiva, con un esperando a Godot, que nunca vimos, ni nos imaginamos como era, ni que traía consigo o como vestía, o que diría, me causó un gran impacto, tanto que de cuando en cuando alguien me pregunta ¿qué haces? Le respondo sin vacilar: esperando a Godot. Es la mejor respuesta para cuando ando buscando o esperando a algo o alguien que nunca vendrá, o tengo la duda que nunca llegará.

En la política de estos tiempos solamente he sentido esa sensación de un esperando a Godot en dos oportunidades: la primera, cuando el presidente Maduro anunció que haría estremecer el mismísimo suelo de la Patria con un sacudón. Me acercaba en varios momentos del día a la pantalla del televisor, y nada. Preguntaba a mis amigos de lucha, y nada sabían del momento y de la medida en la Escala de Richter, del ofrecido sacudón. La ansiedad me consumía, deglutí sin control un frasco inmenso de dulce de lechosa en fracciones peligrosas para la salud, toda vaina que se comiera y curara mi angustia la consumía. Tomaba el teléfono y repreguntaba sobre ese ofrecimiento, y solo entré en razón cuando un gran amigo me mandó p´al carajo. Creo que él estaba también esperando a Godot. Finalmente la diferencia entre Beckett y el presidente Maduro se resolvió, aquel dejó una duda para siempre y Maduro la destejió en forma sencilla, cinco revoluciones, un amago de grandes cambios en materia de nombres que a la larga son el mismo revoltillo y muchas aclaratorias sobre la importancia de la interrelación de ministerios que estaban inconexos de hecho.

Como secretario ejecutivo escribí a tiempo casi real diferentes twitts, señalando lo que creía eran avances significativos en la política real. Un pico de comentarios positivos, a un Godot que no resultó ser persona, sino una madeja de problemas que vienen causando daño y mermando las capacidades de hacer una revolución envidiable por el resto del mundo. Entre tanto, la oposición siguió en el mismo teatro mediático, buscando los problemas a las soluciones presentadas por el presidente, y no presentado soluciones a los problemas. Después vino un respiro en mi vida y una puyadera del dedo índice para saber si la glucosa estaba alta por tantas golosinas que ingerí esperando a Godot.

La aceleración de la caída en los precios del petróleo, nuevamente disparó el enigma, hablará o no hablará el presidente sobre este tema. ¿Cómo lo abordará? ¿Cuál será la tasa de cambio para los 300 $? ¿Dirá quiénes se cogieron los 25 mil millones de US$?¿Reaparecerá la agricultura nuevamente como una gran esperanza?¿Seguirá el sacudón? ¿Nos dirá cuanto es la inflación estimada del año que se esfuma? Nuevamente, me apareció la angustia, esta vez la reservas de dulces había disminuido pero las hallacas de la abuelita pagaron mi espera por Godot. Empecé con la misma manía de llamar a un amigo, esta vez nadie me alzó el teléfono, imagino que no querían llegar al extremo de la primera vez, de mandar al carajo a un consecuente amigo. Esta vez el Presidente nos mostró a Godot. Con su seriedad dijo allá, sentadito, están el presidente del Banco Central y el Vicepresidente que le corresponderá dar respuesta a todas esas preguntas concretas que me han formulado. Los dos señalados mostraron un rostro de confianza y de felicidad de aquellos que no tienen un carajo que decir en este momento. Esas caras que evidencian que estamos en el "prefacio de la introducción"…

Aproveché para hacer memoria durante las honras póstumas al año 2014, que murió de nostalgia; pero, de inmediato nació el 2015 cargado de esperanzas. Ya pasó diciembre y la masa no está para bollos. Y, sin ambages le digo que cada vez que tenga que repetir en mi mente las escenas de esperando a Godot, me importará poco la angustia siempre y cuando, no solamente este que les escribe, sino el Pueblo, el Poder Popular reciba respuestas adecuadas a sus preocupaciones y exigencias.



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Miguel Mora Alviárez

Profesor Titular Jubilado de la UNESR, Asesor Agrícola, ex-asesor de la UBV. Durante más de 15 años estuvo encargado de la Cátedra de Geopolítica Alimentaria, en la UNESR.

 mmora170@yahoo.com

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