Jacinto Convit, antítesis de crematistas criminales

He tenido la desgracia -y, seguramente, la volveré a tener- de ser atendido por médicos formados en universidades puestas al servicio del Estado burgués, en clínicas privadas, porque aún los hospitales dan miedo, esos monstruos construídos en la llamada IV República, que fueron germen para terminar de echar a perder lo poco de ética de esa mayoría de galenos y la mejor excusa, para que proliferaran las clínicas privadas en Venezuela, con esos doctores "Valerio", representados por ese personaje de la telenovela inconclusa "Por estas calles", de Ibsen Martínez, aunque desideologizada porque el billete lo ponía la extinta RCTV, para montar a un plutócrata, al igual que hoy, con poemas de amor y un "sí se puede" de muchos que solo comen harina pan y beben su cerveza (que no ha escaseado), para nuestra mayor estupidización.

     Esos médicos cirujanos se limpiaron el rabo con el "Juramento Hipocrático", desde el mismo momento de su graduación como "médicos", aunque no les gusta que les digan médicos, sino "Doctor", porque les da más estatus, más chaché, abolengo y pedigrí.

    Desprendidos del Juramento hipocrático, asumen el de "Hipócritas". Hablan de su noble labor y desprendimiento y cobran por la vida. Son unas lacras traficantes y los principalísimos evasores de impuestos en clínicas, consultorios y demás espacios de su pulpería humana.

     Gracias a esa pléyade con título, millones de pacientes han muerto, por ser mal atendidos o simplemente no tener atención médica. Esos matasanos, no han querido subir cerros, ir a barriadas, a los campos de nuestra Venezuela, porque su sueño es ser milmillonarios, pagar sus lujos y el de los hijos de sus mujeres, que les han dicho que son suyos.

    Fue por esa razón, que el Comandante Presidente Hugo Chávez, con el apoyo de médicas y médicos cubanos, implantó la Misión "Barrio Adentro", luego, han venido formándose médicos integrales hasta tener, ahora, la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM). Hoy, esta tarea por la formación de médicos conscientes, humanos y éticos, es el norte del Presidente obrero, Nicolás Maduro y una tarea a consolidar por le Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria, en conjunto con el de Salud.

    Por las razones antes expuestas, una persona como el Doctor Jacinto Convit era una vaina muy rara en la primera, segunda, tercera y cuarta república. Sencillamente, porque en el oficio de la medicina, ha privado el interés por el dinero, lo que hace que prive lo crematístico, tan igual, como cobrar para matar o para fornicar. En ellos ha privado el lucro y la vida vale menos que lo que puede vales para un sicario cualquiera.

     En medio de tanta abyeción entre los galenos de la modernidad criolla, contemporánea y actual, el Dr. Jacinto Convit, dio "vida y paz" a los más pobres, a los inermes y preteridos. El Dr. Convit, no solo salvó o nos salvó a todos de la lepra, la leishmaniasis y el mal de chagas, sino de tantos males y de vivir un poco más este centenario sabio, la cura alternativa contra el cáncer hubiese sido una realidad y lo será por la ruta de su obra, de su legado.

     Desgraciadamente, los académicos de números y sillones, intentaron quemar al Dr Jacinto Convit, por ser un hereje que sabía lo que tantos estúpidos escribidores de peipers (que en inglés castizo, se escribe "papers), pseudointelectuales, falsos académicos e intelectuales inorgánicos, jamás serán capaces de hacer por la salud, por la vida y por la paz.

     No es de extrañarnos, entonces, el que hoy haya tanto médico egresado de esos centros de formación que hoy controlan los delincuentes de la AVERU, que se formen más en saber poner tetas de plástico, estirar arrugas de viejas putas, enderezar narices de feas con real, abultar las nalgas a maricones de escaparate, que de trabajar por la salud del Pueblo, de brindar la paz en las almas de criaturitas de nuestros campos y barrios, de atender los partos de nuestras madres y de tener una sociedad más sana y feliz.

    Da alegría haber visto de cerca al Dr. Jacinto Convit y ver tanta bondad, en la misma época de un gigante como el Comandante Chávez o Nelson Mandela. Pero, duele profundamente, que se nos vayan. Ojalá, aunque sea, uno solo de sus discípulos siga su legado y podamos tener en un futuro próximo, médicos éticos, servidores de Pueblo y, así, poco a poco, erradiquemos esas prácticas criminales de esos matasanos, que siguen siendo mayoría. Miremos profundamente al genio, Jacinto Convit. Construyamos nuestro socialismo chavista y bolivariano, con los buenos ejemplos de los nuestros. Veremos sus frutos buenos.



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Luis Alexander Pino Araque


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