El dolor colectivo y la realidad criolla

Juan Carlos Méndez Guédez es un escritor venezolano. De los que se dan en llamar jóvenes o emergentes hombres de letras. Esto se estila para categorizar por edades y cierta nombradía a quienes, escribiendo aquí y allá, logran asomar su nariz en el amplio y complejo panorama de la literatura nacional e internacional en plena juventud. De cierto, he leído sus primeros trabajos y sé cuánto ha trabajado en España desde hace varios años (dos décadas según leo en la prensa). Su salto vital ha sido desde su Barquisimeto natal hasta la Caracas soñada por los provincianos, por lo que vivió en Los Jardines de El Valle y luego se catapultó, como tantos otros, hasta la mismísima “madre patria”, donde se tiene éxito literario rápido si se vive, se escribe y se actúa bajo el formado del tan ilustre Premio Nobel latinoamericano, don Mario Vargas Llosas. Es decir, echándole tierra y porquerías por todos los medios posibles al suelo que te vio nacer: Venezuela por ejemplo.

Juan Carlos Méndez Guédez es un pichón de escritor vargaslloseano a la venezolana. Hace rato largo ha expresado que en Venezuela huele a fos el proceso chavista, mal llamado revolucionario y peormente denominado bolivariano. Eso lo supe en España en el año 2000, lo sentí nuevamente en 2005 y lo percibí intacto en 2011. Ese grupito de “auto exiliados” a España, so pena de estudios de doctorado y oportunidades de trabajo, camino cierto a la gloria literaria y la fama, tiene el mismo modus vivendi y el mismo modus operandi. Éste consiste en echarle paja a tu país para que en España se acentúe el sentimiento de rechazo a un pueblo que escarbó en las raíces de su historia patria, en sus héroes de la guerra de independencia, en sus referentes morales y en su voluntad de cambio para romper un esquema dominante y dependiente de las artimañas imperiales de los Estados Unidos, para liberarse de tanto vasallaje y tanto expolio, llevados de la mano de un líder de categoría mundial llamado Hugo Chávez Frías, un soldado auténtico, patriota y nacionalista, hoy también sentido y perpetuado como nuestro Comandante Eterno.

Juan Carlos Méndez Guédez es un pichón de novelista. No sólo vino a su ex país natal como Vargas Llosa criollo o a la criolla —viendo el “dolor colectivo” sobre la piel de esta tierra, lo que le hace sentir “un sufrimiento infinito”— sino que habla y opina como un Vargas Llosas universal. Aquí, en esta Latinoamérica tercermundista, o lo que es lo mismo, en esta Venezuela de hoy, para peor desgracia suya, llamada chavista y bolivariana, siente “inspiración” y “se le dispara la imaginación”. Claro señor Méndez Guédez, eso está más que demostrado. Ningún escritor latinoamericano puede prescindir de esta tierra tercermundista que huele a fos para escribir allá en Europa y ser una gran cosota. Que yo sepa Asturias, Carpentier, Cortázar, Uslar Pietri, Roa Bastos, García Márquez, Vargas Llosas, Monterroso, por mencionar sólo algunos, vivieron, en España, en Francia, en Italia, en fin, Europa, extrañando esa misma fascinación que usted ahora dice descubrir en medio de este enorme y tan chimbo dolor patrio. Aquí ese sentimiento suyo tiene un nombre muy claro: escualidismo puro, mi compadre.

Juan Carlos Méndez Guédez ha dicho que la realidad criolla es muy estimulante. Con esto quiere descubrir el agua tibia de la cultura nacional. Que se aparten los narradores venezolanos que no se dieron cuenta antes que la realidad criolla es estimulante. Desde Pocaterra a Meneses, de Uslar Pietri a Armas Alfonzo, de Miguel Otero Silva a Britto García, de Francisco Massiani a Earle Herrera, y así sucesivamente. Si usted se quita la máscara hipócrita, señor Méndez Guédez, de ese falso nacionalismo, tiene que reconocer que literariamente ninguna obra narrativa que sustente su argumento sobre la realidad verdadera de Venezuela tiene interés comercial editorial en España, por más que la edulcore con esquemas del alfabeto o rayuelas trasnochadas. Usted y yo sabemos perfectamente qué tipo de narrativa se consume en España. En cuanto a que allá se la pasa usted muy bien, eso también lo sabemos. Amigos suyos y míos me lo han dicho desde hace mucho tiempo. Además, se ha ganado sus premios, ha participado en foros y charlas en las universidades y todo eso, pero siempre como pichón de aprendiz del vargasllosanianismo literario. Honestamente le digo, compatriota hermano, no quisiera tener yo su gloria.

Juan Carlos Méndez Guédez ha dicho en la entrevista concedida a Sergio Moreno González para el diario “Últimas Noticias” del día 4 de mayo (Día de la Independencia del Estado Nueva Esparta, por aquel glorioso 4 de mayo de 1810, al constituirse en la primera provincia venezolana libre del yugo español lo que sirvió de realidad estimulante a los criollos guerreros de la patria para forjarse su independentista) que “somos un vacío” cuando se mira la patria desde la acera de enfrente del Atlántico porque acá no quedó prácticamente nada. Por eso cuando llega al país la arena que pisa le parece negra, porque aquí todo es noche. Vaya paradoja. Justo en los años en que esta país ha tenido algo de claridad frente a su historia patria, con desaciertos es cierto, con desatinos pero es su destino, usted sólo ve arenas negras desde el lado de su mundo perdido, desde el lado de su país perdido.

Bueno, señor Juan Carlos Méndez Guédez, de cierto os digo, tenga usted la seguridad de que yo, muy humildemente y para desgracia de mi ya grande ignorancia, no tengo interés alguno en conocer, leer ni estudiar su narrativa novelesca ni cuentística, ni me quita el sueño su excelsa obra del exilio, y menos me voy a trasnochar para tratar de leerlo. Sencillamente no lo leeré nunca más. Quédese en su auto exilio y cuando gane el Premio Nobel y ya Vargas Llosa se haya muerto, enfile con más fuerza su artillería mediática sobre este pobre mundo latinoamericano tercermundista que yo aquí, de frente y bien plantado, lo estaré esperando. Por cierto, a su frase aparecida en El Nacional, donde dice que “los libros representan todo lo que el gobierno no es”, yo le respondo, que los libros suyos y usted mismo metidos en un saco cualquiera jamás serán lo que este pueblo chavista es. Para suerte nuestra y de nuestra patria revolucionaria.

Señor Juan Carlos Méndez Guédez, si en Madrid está la casa que a usted con tanto amor lo espera, tal como lo ha dicho en la entrevista a Patricia Valladares-Ruíz, profesora de la University of Cincinnati, y donde es feliz porque allá no ve soldados mientras que aquí hay soldados que jode en los mercales y los pedevales, en las misiones sociales, etcétera, porque aquí en Venezuela los pobres se ven, se dejan ver sin vergüenza alguna, mientras que allá los esconden y los ignoran; y porque allá a los que están arrechos con el gobierno los llaman indignados (y usted no los ve, los ignora), mientras que acá a los que están arrechos los llamamos escuálidos y guarimberos por defender su muy arraigada y rancia oligarquía y por su muy artillado estatus de burgueses. Pues bien, hermano, si ya guarimbeó en El Nacional y donde haya tenido espacio, es hora ya de que vuelvas a tu culta Europa. Invierta la historia y sea feliz. No tenemos envidia por eso. Tenemos muy buenos y grandes sentimientos para quedarnos en esta patria que aunque pequeña, le queda grande a gente como usted. Eso sí, sea feliz y no mire para atrás. Ni siquiera en novelas.



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José Pérez

Profesor Universitario. Investigador, poeta y narrador. Licenciado en Letras. Doctor en Filología Hispánica. Columnista de opinión y articulista de prensa desde 1983. Autor de los libros Cosmovisión del somari, Pájaro de mar por tiera, Como ojo de pez, En canto de Guanipa, Páginas de abordo, Fombona rugido de tigre, entre otros. Galardonado en 14 certámenes literarios.

 elpoetajotape@gmail.com

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