El Primero de Mayo el Presidente Maduro, acertadamente, definió el presente como “el siglo obrero”. Las grandes manifestaciones de protesta que conmueven al mundo actual tienen como característica esencial el protagonismo de la clase obrera, principal víctima de la explotación capitalista. La humanidad ya no resiste las atrocidades del régimen de la burguesía y, en particular, la crisis del capital que se está viviendo significa en primer lugar la pérdida de los derechos que la clase obrera ha conquistado en largas luchas a través del tiempo y lo que está ocurriendo es la proliferación del desempleo, la rebaja de salarios, la ampliación del tiempo de jubilación, la corrupción administrativa, la inseguridad personal, el ecocidio, el crimen y la delincuencia en general. Existe la amenaza cierta de la extinción de la vida en el planeta y del planeta mismo.
Panorama más oscuro no puede presentar la burguesía y ha llegado la hora en que indefectiblemente la clase obrera tiene que asumir la dirección política, económica y cultural de la sociedad. Se trata de la clase que tiene en sus manos el aparato productivo y la creación de la riqueza social, por lo que ejerce la mayor influencia en todo el colectivo y la mayor capacidad de organización que clase alguna pueda tener.
La actual situación demuestra el terrible contraste de los llamados países capitalistas desarrollados, que están condenando a sus pueblos a las peores condiciones de vida y la Venezuela que adelanta un proceso revolucionario de liberación nacional y social, que ha reducido el desempleo a menos del 6%, ha aumentado el salario mínimo un promedio de más de una vez por año, implantado las misiones sociales en materia de salud, educación, vivienda, transporte, etc. en beneficio de las clases oprimidas.
La fortaleza de la clase obrera radica en su organización, la cual no puede alcanzarse sino mediante la unidad. Se trata de una condición que impone la lucha de clases. Entre nosotros el problema más grave que estamos padeciendo desde el punto de vista de asegurar el mantenimiento y futuro de las conquistas que la Revolución Bolivariana ha estado otorgando es la actual división de la clase obrera. En ese sentido y en estos mismos días se han estado pronunciando diversas personalidades de gran significación en la vida social.
Wills Rangel, Presidente de la Central Bolivariana Socialista, reiteró “el llamado a la unidad de la clase trabajadora venezolana por el bien del país”. “Tenemos una deuda con Chávez, es la unidad de la clase obrera. Porque unidos es que vamos a desarrollar esta ley (Ley Orgánica del Trabajo)”.
El Movimiento de Trabajadores por la Patria Alfredo Maneiro, que aglutina 15 sindicatos de diversos gremios y regiones, manifiesta estar “decidido a empeñarse en propiciar la unidad efectiva de nuestra clase”. Ha así lo han declarado categóricamente en manifiesto publicado en la prensa nacional.
Eleazar Díaz Rangel, Director del Diario Ultimas Noticias, denuncia la división de la clase obrera y la celebración del Primero de Mayo en marchas paralelas. Escribe: “Aquí en Ultimas Noticias” organizamos un foro sobre la división sindical y hubo varias expresiones críticas y autocríticas, se pensó y se dijo que ese encuentro podía ser un punto de partida en búsqueda de la unidad. Es evidente que contra la unidad de la clase obrera conspira la crispación política del país.
Contra los crímenes del imperio español Bolívar trazó la estrategia revolucionaria de la independencia: “Americanos, contad con la vida aún cuando seáis culpables”. Contra la política criminal del imperialismo la alternativa es la unidad de la clase obrera como base de la unidad nacional, por encima de todas las diferencias políticas que puedan existir.
Es la hora de la Constituyente Sindical. ¡Vacilar es perdernos!
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