Vientos de la sabana

Construyamos en la Paz

Pese a que se ha logrado un inmenso avance en el ordenamiento del país y en la dignificación de las mayorías, cuán difícil se le ha hecho a la revolución avanzar en sana paz dentro en un estado de sosiego y apacibilidad. Desde que el comandante Eterno Hugo Chávez Frías llegó a Miraflores no ha existido un día que la oposición haya permitido reconocer la voz unísona y rimbombante del pueblo que decidió construir su propio destino y elevar los sueños de un país que venía de ser golpeado durante décadas por gobiernos indolentes y apátridas que buscaban sus propios beneficios.

Así pasaron los primeros años con una prensa nacional dura, antidemocrática, estimuladora del odio, divisionista, antiética y parcializadas con los propósitos hegemónicos del imperio que empezaba a darse cuenta que Chávez y el pueblo Venezolano eran estorbos para continuar con sus planes enriquecedores y saqueadores para los que se prestaban los lacayos y oligarcas del país. De repente, se nos vino un golpe de estado en el 2002, efímero y volátil, pero que dejó pérdidas humanas irreparables, pérdidas de más de 25 mil millones de dólares y el detenimiento del avance revolucionario en los ámbitos económicos y sociales.

En una breve espabilada, se nos vino el paro petrolero. Otra vez se perdieron cerca de 20 millones de dólares y la puñalada vil y apátrida contra el corazón económico de la patria. Por consiguiente, nuevamente, se detiene el avance socioeconómico debido a la intolerancia de grupos radicales apoyados por pequeños lacayos y sus medios privados que se prestaron para una serie de intríngulis que tenían como objetivo salir del incómodo Chávez para el imperio norteamericano. Durante diciembre del 2002 y los primeros meses del 2003, el sabotaje petrolero promovido por sectores antinacionales trajo como consecuencia una disminución abrupta de las principales actividades económicas del país y sus respectivas secuelas negativas para la sociedad venezolana.

De allí en adelante el divorcio absoluto de los medios privados con las instituciones del Estado, el descrédito de líderes revolucionarios y la promoción de un constante odio contra todo aquello que pudiese estar vinculado a la acción de Gobierno. Con la siembra de Chávez, continuaron los ataques, ahora contra Nicolás Maduro y el pueblo noble y mayoritario que apoya las políticas del Estado. La magnificación del ataque al CNE y todo aquello que llame a la democracia.

Se nos vino la guerra económica y todo el pueblo venezolano quedó absorto de la especulación desmedida, del exabrupto desmedido de empresarios bandidos, el acaparamiento, la usura, el contrabando de extracción y todo un sabotaje a la red comercializadora. Sin embargo, ante todas estas arremetidas perversas, malignas, el gobierno revolucionario acompañado del pueblo y de sus dignas Fuerzas Armadas Bolivarianas han sabido salir airosas y, pese a que detienen el avance de la revolución, la consolidan y hacen más estable y de mayor conciencia política.

Ahora, el imperio se encuentra desesperado y junto a sus lacayos nuevamente arremeten contra la revolución y el pueblo, con la extrapolación de un viejo formato de violencia aplicado en países de oriente y europeos, donde una serie de jóvenes fascistas son patrocinados, bien financiados, para arreciar una violencia desmedida en todas sus dimensiones. Son pequeños grupos de desadaptados sociales, disociados, fascistas y apátridas que se entrenaron en Colombia, algunos países lacayos de Centroamérica y en Florida. Son asesinos capaces de incendiar sus propias casas con tal de cumplir las órdenes del Imperio y estos han estimulado a otros pequeños grupos que han caído en su trampa de querer derribar el mandato del pueblo venezolano de continuar en democracia y con el proyecto chavista libertario y revolucionario.

Convencido estamos que el mal no triunfará contra el bien. Convencido estamos que ante esta fase violenta, asesina, desmedida, de completa irracionalidad social y democrática, la revolución saldrá nuevamente fortalecida; la voz del pueblo seguirá su destino hacia la construcción de la patria soñada, hacia la construcción de la paz, de la acentuación de los objetivos sociales y económicos que cada día consoliden más nuestra patria, nuestra soberanía y nuestra independencia.

A veces pensamos qué sería de esta patria si desde el 98 hubiese existido una oposición seria, racional, inmiscuida en los verdaderos problemas del país, participativa en los planes de edificación y liberación social; pero no, prefirieron el camino innoble, vil, apátrida, de arrastrarse al mandato del imperio y de prestarse a un juego duro y malvado como es el de avivar esta escalada de violencia que todos sabemos puede traer secuelas impredecibles; que con unidad y alto grado de conciencia venceremos con la paz, las leyes y la Constitución.





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Geovanni Peña

Diputado a la Asamblea Nacional. Militante del PSUV.

 santanajerez@hotmail.com

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