¿Acaso la juventud venezolana es esa minoría que arrasa con todo a su paso?

Definitivamente esas hordas de la derecha que destruyen bienes públicos, intimidan a periodistas del sistema de medios públicos y agreden a ciudadanos indefensos, funcionarios policiales y trabajadores de las empresas del Estado, no representan a la juventud venezolana.

El manejo de la noción de “estudiantes” “jóvenes” y “pueblo” de manera generalizada es una de las líneas estratégicas de manipulación que utiliza la burguesía para hacer ver que hay descontento de todos los sectores de la vida nacional hacia la acción gubernamental que lideriza el presidente Maduro, cuando la realidad es otra.

Los sujetos a quienes los instrumentos de la derecha llaman “la juventud venezolana”, y que ejecutan las instrucciones emanadas del imperialismo, no son más que un minúsculo grupo que está muy lejos de defender las verdaderas aspiraciones de la primavera venezolana. Hay que quitarles la capucha, y la vocería de la revolución debe tratarlos de activistas políticos opositores, pues eso es lo que son, además de que no queda duda de que dentro de este movimiento hay incorporados mercenarios que están generando la violencia en las calles.

La juventud venezolana no es esa caricatura que vende la derecha. La juventud nuestra es la que enaltece a la Patria; son los deportistas que nos orgullecen con esas medallas olímpicas; son los virtuosos del sistema nacional de orquestas que dejan boquiabiertos a los talentos más grandes del mundo; son los muchachos que se esfuerzan por lograr las metas de estudios; los que defienden la soberanía nacional, bien en las Fuerzas Armadas o desde las fabricas impulsando la producción nacional; los que preservan nuestro patrimonio y el ambiente; los que hacen arte y a la vez promueven la paz.

Esos sujetos que destrozan instalaciones del Metro de Caracas, que queman vehículos oficiales; que atentan contra la vida de sus compatriotas, esos no son los estudiantes y ni la juventud venezolana en sentido generalizado. Esos son unos hijos de mala madre y no caigamos en eufemismos llamándolos “los estudiantes venezolanos”.



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María Angelica González


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