Si PDVSA desea hacer un aporte importante para -la mayor suma de felicidad posible al pueblo- debía promover dos proyectos claves, uno el paralizar la exploración de nuevos yacimientos y el otro de reinyección del petróleo.
El primero reduciría la envidia que siente el Imperio cada vez que anunciamos un nuevo aumento en las reservas de este recurso que en el mundo se agota y su derroche tiene ahora limites y el segundo proyecto tendría un doble efecto: desde lo externo, el peligro que viene representando para Venezuela el asalto del poder por parte del imperio capitalista derrochador y con ello la vuelta a regímenes complacientes a los intereses capitalistas mundiales desesperados por los precios justos que pagan por el petróleo y por el agotamiento de sus fuentes, pero a lo interno produciría la reducción del rentismo petrolero que personas y entes públicos y privados disfrutan, con lo cual se han venido transformando a los necesarios productores en intermediarios importadore$, acaparadore$, comisionista$ y especuladore$.
Esta propuesta parece no tener una lógica estratégica-económica, sin embargo, estamos en una era de romper con paradigmas impuestos y explorar nuevas formulas que procuren lo máximo para el ser humano actual: independencia y felicidad, ambas quizás alcanzables si nos proponemos un vivir mas modesto, saludable física y mentalmente, nacionalista, basado en el ser mas que en el tener, enfrentando con dedicación el estudio y el trabajo verdaderamente productivo.
No se entiende como frente a este nuevo escenario de asalto al poder, iniciado el 12 de febrero, los sesudos analistas están dejando en segundo plano la intención imperialista de apoderarse de nuestro petróleo y privilegian así las mas variadas causales que se esconden detrás de problemáticas, en proceso franco de superación por parte del Estado, como lo son la inseguridad y la escasez de algunos rubros. No hay que pensarlo mucho, el formato es el mismo del 11 de abril y del paro petrolero, si no, veamos a la sociedad civil de nuevo, especialmente los estudiantes de las universidades publicas autónomas y las privadas, animados a reclamar por diálogos y participación que nunca han aceptado escenificar.
Sobre este nuevo accionar estudiantil lo deseable es que a niveles familiar y de aula se produzcan diálogos creativos que promueva el análisis histórico político de nuestro país, que se reestudie lo visto en bachillerato de la geografía económica, en especial la influencia negativa de EEUU en nuestro desarrollo, que se revisen las pautas elementales de convivencia y responsabilidad ciudadana. Este proceso es muy conveniente si deseamos, como se pregona con vehemencia, el ser realmente libres para lograr un progreso basado en nuestro potencial humano y material. Además por naturaleza los venezolanos somos pacíficos y respetuosos, no tenemos taras mentales que nos impulsen a cometer actos vandálicos, lo hemos demostrado en décadas de sana confrontación ideológica, por ello es creíble que la violencia vista en los últimos días provenga de individuos contratados tal como se comprobó con los paramilitares de la hacienda Daktari.
Creo que privará la sensatez y que no será necesario llegar a una guerra entre nosotros mismos para darnos cuenta de la influencia de los imperios por abonar el terreno para una intervención como sabemos ha ocurrido en Irak, Afganistán y Libia, naciones que han quedado desoladas y arruinadas para beneficiar a los imperios que ahora disfrutan de los recursos que la naturaleza les había concedido a esa naciones.
Dios nos protegerá nuevamente frente a este asedio, sin embargo, estemos claros que los enemigos no están entre nosotros, que el imperio de nuevo trata de engañar a algunos débiles y desinformados que legítimamente buscan una vida mejor, pero esta no se logrará si permitimos que el imperio y sus agentes nacionales le pongan la mano a nuestros recursos.
Ubiquemos en el contexto, sigamos la lucha por un plan de paz que, mas que ello es de respeto y disciplina, alcanzable solo si ubicamos conscientemente a quienes nos quieren enfrentar para lograr su objetivo final de empobrecernos integralmente.
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