Las piadosas tibiezas de Urosa Savino y la CEV

Solidaridad con los familiares de las víctimas

de la violencia fascista, con el Ministerio Público

   y con la Fiscal General Dra. Luisa Ortega Díaz.

El lenguaje es el espejo del alma. El lenguaje oblicuo, tangencial al que nos tienen acostumbrados algunos personajes es un ejercicio fatigante que intenta no decir pero con cautela, con tapujo, para ocultar el alma, contradiciendo hechos y evidencias en un afán de disimular la flagrancia dejando en el camino un reguero de rastros culposos. Este tipo de lenguaje merece admiración en sí mismo por esforzado y sobrecogimiento cuando deja notar demasiado la intención de disfrazar una aviesa complicidad.

Resulta ahora que la muerte de tres venezolanos en actos de violencia criminal, urdida con alevosía por parte de la oposición política venezolana, en la que milita el personaje, le parece inaceptable al señor Urosa Savino. Hasta aquí le alcanza la indignación al Arzobispo de Caracas  quien es además equilibrista del lenguaje para que no se le vaya a escapar alguna mala palabra como condenar, censurar, reprobar o exigir justicia para las víctimas asesinadas o alguna condolencia para con sus familiares. Nada de eso. Se le ve clarita la intención torcida. Muy por el contrario vació la siguiente lindeza al pedir que se hagan las investigaciones para determinar las responsabilidades y se sancione quienes han sido garantes de estos actos que han dejado personas fallecidas que estaban ejerciendo su legítimo derecho a la manifestación pacífica. No se entiende bien la frase. ¿Está pidiendo que se determinen las responsabilidades de los asesinos? O está exigiendo que se sancione a las autoridades policiales garantes de estos actos por el pecado de haber permitido la violencia de quienes ejercían el derecho a la manifestación pacífica. No se entiende bien la frase porque semeja las espuelas embotadas del mundo de los galleros, que pretenden disimular la púa. En lo más íntimo de su conciencia sabrá con quién está, si con dios o con el diablo o con ambos a la vez para procurar pasar liso.

Otro esgrimista del lenguaje resbaladizo es el Presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana. Pero las expresiones de este pudieran calificarse de bastante más macabras. Porque celebra la decisión de la MUD por haber suspendido las actividades políticas como señal de luto. Nada de expresiones claras, diáfanas de rechazo y condena de los asesinatos, sino un indicio, un rastro, una marca, una pista, un vestigio indirecto de luto por la vileza perpetrada. En boca de dirigente religioso tan protuberante, ¿será sencillamente una travesura del señor Diego Padrón?. El asesinato premeditado no debería ser ¿repudiable, condenable, por alevoso y vil? O.. para la CEV depende de quién lo perpetre.

El asedio y vilipendio agresivo contra el Ministerio Público no les merece a los dos dirigentes políticos de la Iglesia Católica, la más mínima censura. Si fuesen ciudadanos a quienes les importasen el destino de la patria, el respeto a la ley y en medida superlativa el acatamiento a los organismos garantes del cumplimiento de la justicia, con seguridad hubiesen demostrado angustia sincera por la actitud de los rufianes que han pisoteado lo más sagrado de la organización social, la vida de conciudadanos y la administración de justicia. En descargo de ambos dirigentes políticos tapizados con vestimentas religiosas hay que conceder que actuaron enceguecidos, en un trance de intenso dolor por el acto fallido que lamentablemente no pudo alcanzar los objetivos propuestos de ocasionar una guerra civil.

Mientras en el bando revolucionario, que apoya sin titubeos al gobierno chavista, se llora la muerte de los camaradas asesinados y se limpian las heridas de los lesionados, se despiertan a la misma vez las alarmas y se dispone la vigilia permanente para impedir que la oposición obcecada, diabólica, subvierta el orden constitucional que el pueblo se ha dado en elecciones libres. Nada de venganzas, nada de retaliaciones por mano propia. Y de paso, mientras tanto, se identifica a quienes no les alcanza la sensatez para colocarse del lado de las instituciones que imparten la justicia. Esto sí que es inaceptable, señores Urosa Savino y Diego Padrón.



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