Entrenados para la guerra

Insistimos en nuestra hipótesis de la profundización de la confrontación mediática ante la pausa electoral que se avecina.

Hemos definido el frente de batalla mediático como una “suerte de terreno simbólico de guerra donde los ejércitos, los medios de comunicación social, se confrontan a muerte y utilizan como arma de destrucción del contrario la información y la víctima, los receptores en tanto ciudadanos a quienes se violenta y coarta su derecho a la información”.

Es casi imposible que luego de 12 años de fuerte enfrentamiento entre dos bloques políticos inicialmente en torno a una figura, Chávez y, posteriormente, alrededor de un proyecto que paulatinamente derivó en el “Socialismo S XXI”, se cancele la pulsión bélica ante unos buenos deseos de convivencia y pacificación.

Venezuela ha ido configurando la coexistencia en torno a unas -no disimuladas- intenciones y acciones de aniquilamiento del adversario que han tenido lugar fundamentalmente a través del frente electoral y el mediático, además de otras vías “non sanctas” que incluyen paros, sabotajes petroleros, promoción de la conflictividad social, la guerra económica denunciada por el gobierno...y un largo etc. Mención aparte merece la confrontación discursiva, inaugurada por Chávez, dotado de inmenso carisma y de un gran poder comunicacional que le permitía desnudar al adversario, denunciarlo y, en muchos casos, aniquilarlo simbólicamente. Todo ello inmerso en el propósito del líder de evidenciar y trascender el modelo neoliberal, en tanto proyecto regional. Aunado a ello la confrontación en Venezuela parece ocurrir entre un macro proyecto de país vs un proyecto de clase que pretende la perdurabilidad de una agenda económica, política.

¿Qué tenemos entonces? ¿Una sociedad preparada para la paz? O, por el contrario ¿entrenada para la confrontación y la destrucción del contrario? Indudablemente estamos entrenados para la “guerra” en donde todo es válido, hasta matar…
Más que un plan de pacificación, denominación que convoca militarización y verticalidad, planteamos un acuerdo por la convivencia en su sentido más amplio. Ineludible la pacificación de los medios, conminados a jugar importante rol en la des-socialización bélica y la resocialización para la paz en sentido amplio.

Se trata entonces de la paz y la convivencia como política de Estado.




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Maryclen Stelling


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