Utilizando argumentos sofistas y desconectados por completo de la verdad histórica, historiadores tarifados de la vieja política pretendieron hacernos creer que el 18 de octubre de 1945 había triunfado una supuesta revolución cívico-militar, y que la misma había dividió la historia del siglo XX en un antes y después. Pero basta revisar sus antecedentes, para percatarse que se trato de un proceso reformista y demócrata-burgués, que solo representó otra estafa más de la oligarquía parasitaria contra un pueblo oprimido por muchos siglos. De modo que de 1945 a 1948, apenas hubo cambios superficiales, pues las instituciones constituidas del Estado solo fueron objeto de un ligero maquillaje, dándole apariencia democrática mediante la manipulación del voto directo, secreto y universal. En líneas generales, el Golpe de Estado de 1945, prácticamente se limitó a favorecer esas perversas cúpulas políticas, económicas y militares que mancharon la historia contemporánea. De ahí que de lo ante expuesto, sea fácil deducir que entre el régimen medinista y el movimiento sedicioso de octubrista del 45, las diferencias fueron tan superficiales que termino siendo el mismo musiú con diferente cachimbo, pues al final del cuento resulta que el poder popular continuaba siendo convidado de piedra en las tomas de decisiones que incidieron en la vida nacional.
Gral. Isaías Medina Angarita por pasarse de bueno los adecos le dieron el palo cochinero
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Y como de todo hay un poco en la Viña del Señor, ha estas altura todavía existen plumarios lisonjeros que valiéndose de medias verdades, insisten en vendernos una errática tesis, según la cual el derrocamiento del Presidente Isaías Medina Angarita no fue más allá de producir el quiebre del ciclo histórico iniciado en octubre de 1899 (conocido también como el periodo del andinismo en el poder). Como quien esconde la basura debajo de la alfombra, también adulteran la historia, puesto que no admiten que fue a partir de la mal llamada Revolución de Octubre del 45, cuando se inicia un proceso político y militar caracterizado por la descomposición moral, que a su vez se traduce en una corruptela galopante que no dejaría hueso sano en la administración pública.
En cuando al cacareado Tribunal de Responsabilidad Civil y Administrativa, creado por decreto del gobierno de facto que durante un trienio preside Rómulo Betancourt, a la postre sus chimbas actuaciones dejaron al desnudo que las sentencias dictadas fueron puro buche y pluma, con lo que quedaría corraborado que los procesos judiciales abierto contra altos funcionarios fueron un descarado pase de factura contra el medinismo. Lo que no se imagino el Presidente Medina Angarita era que al permitir la legalización del clandestino partido Acción Democratica el 13 de septiembre de 1941, también le estaba entregado la soga a su verdugo, pasando además por alto que el diablo siempre paga muy mal.
Rómulo Betancourt se valió de la ingenuidad del triunvirato de tenientes-coroneles para luego meterlos en tremendo lio.
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Los dos momentos de Diógenes Escalante.
Los hechos registrados en nuestra historia política, dejaron constancia del porque al doctor Escalante, abogado, periodista y diplomático de carrera solo le fue permitido frecuentar el Palacio de Miraflores en calidad de alto funcionario gubernamental. Aunque en dos oportunidades su nombre llegó a sonar como candidato a la Presidencia de la República, sin embargo la suerte nunca estuvo de su lado, quizás por esas malas rachas de la vida que no se le desean ni al peor enemigo. En él había pensado Eleazar López Contreras cuando quiso ser el gran elector, pero sus intenciones se verían frustradas, porque pesaron más los rechazos que las buenas razones, entre aquellos generales sobrevivientes del gomecismo que eran partidarios de que fuera un oficial el sucesor en la presidencia. Por esta y no por otras razones, López Contreras vería frustradas las posibilidades de emular a Joaquín Crespo cuando señalo como sucesor a Ignacio Andrade, en aquellas elecciones que llevaron a Crespo y José Manuel Hernández a resolver sus diferencias sobre el resultado electoral en un campo de batalla conocido como La Mata Carmelera.
Candidato de consenso para abortar el golpe del 45, pero una inusitada enfermedad mental cambio el rumbo de la historia
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López Contreras y Escalante habían estado unidos por muchos vínculos. Escalante había nacido cuatro años antes que López Contreras en Queniquea, pero esa diferencia de edad no fueron impedimento para que estuvieran hermanados por ese telúrico sentimiento del paisanismo que suele unir a los oriundos del mismo terruño. También, ambos pertenecieron a la misma promoción de bachilleres en Filosofía y Letras del Colegio Sagrado Corazón de Jesús, en la ciudad de La Grita (Táchira). Pero no todo serán coincidencias entre López Contreras y Escalante, pues con el trascurrir del tiempo cada uno llegaría a tener sus particularísimas formas de ver el mundo que los rodeaba. Diógenes Escalante era hijo de Timoteo Escalante, seguidor del Partido Liberal Amarrillo, y por esta razón desde niño se relaciona con las doctrinas de corte liberal de su época. Se sabe que además tuvo dos hermanos, Santiago y Calixto, que perdieron la vida en la Batalla de Las Piedras. Por un tiempo, Diógenes conoció y compartió ideas con Espíritu Santo Morales, caudillo de los siglos XIX y XX, a quien también se le conocía como el Patón Morales, muy celebre por su activa participación en importantes conflictos armados en Los Andes.
Por un tiempo ejerce el periodismo, pero luego decide incursionar en la carrera diplomática llendose a Europa, en donde alterna con los intelectuales de la época, habiendo vivido de cerca los horrores de la Segunda Guerra Mundial viviendo de cerca los horrores de la Primera Guerra Mundial. En Paris estudia Ciencia Politica y Social graduándose como doctor en Ciencias Políticas. Despues de haberse desempeñado como funcionario en el servicios exterior como Ministro Plenipotenciario en Londres, Juan Vicente Gómez decide enviarlo a Ginebra el 26 de enero de 1934, para que defienda los limetes de Venezuela ante Colombia.
A la muerte de Gómez, el Presidente López Contrera lo nombra Ministro de Relaciones Interiores y más tarde su secretario particular. AAl morir Juan Vicente Gómez, Eleazar López Contreras, exalumno de Escalante y buen conocedor de sus facultades, le nombró Ministro de Relaciones Interiores y luego su secretario particular. Cuando llegó al poder el General Isaías Medina Angarita, con quien tenía amistad, Escalante dirigió trabajos en varias embajadas. En 1945, siendo embajador en Washington D.C., acudió a la Conferencia Internacional de Seguridad de San Francisco como delegado por Venezuela, donde se estableció la Carta Magna de la Libertad como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. Durante el transcurso de la guerra, Diógenes Escalante sirvió como embajador en los Estados Unidos. Fue un fiel seguidor de las ideas americanistas, y siempre defendió la idea de la unión del continente.
Renunció a su periódico y partió a Europa en una carrera diplomática que puso a su lado los intelectuales de la época y vivió de cerca la Primera Guerra Mundial. En París se consagró al estudio de la Ciencia Política y Social graduándose como Doctor en Ciencias Políticas. Amplió sus conocimientos de inglés, lo que le llevó a desempeñar el cargo de Ministro Plenipotenciario en Londres durante casi quince años. Posteriormente, el gobierno del General Juan Vicente Gómez le envió el 26 de enero de 1934 a Ginebra para defender los límites de Venezuela ante Colombia, lo cual ocurrió el 26 de enero de 1934.
Gran elector de Medina Angarita en 1941, pero su ambición reeleccionista lo distació de su elegido en 1945
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Texto para la primera página:
Tal día como hoy, un Presidente que había iniciado la modernización de las instituciones del Estado, fue derrocado por una perversa alianza cívico-militar movida por meras ambiciones de poder. Freddy Kamel Eljuri hace una primera entrega de su próximo libro: Historia de Golpes de Estado y Contragolpes en Venezuela
Leyenda: Secretario General de la Academia de la Historia del Estado Falcón.