Golpes de Estado que fueron avisados durante el siglo XX

* Isaías Medina Angarita y Rómulo Gallegos supieron de antemano que los estaban cocinando a fuego lento.

* Sectarismo y soberbia de Rómulo Betancourt y Acción Democrática causaron el 24 de noviembre de 1948 la reacción violenta de los actores castrenses que habían despachado a Medina Angarita el 18 de octubre de 1945.

Generalmente se dice que los gobiernos no los tumban, se caen por su propio peso cuando los gobernantes no son capaces de sortear las dificultades que plantea el ejercicio del poder. Sin embargo, hay casos en que los gobernantes fueron depuesto en condiciones que parecieran contrastar con la clásica definición, según la cual un golpe de Estado (calco del francés coup d´Ètat) es la toma del poder político, de un modo repentino y violento, por parte de un grupo de poder, vulnerando la legitimidad institucional establecida en un Estado, es decir, las normas legales de sucesión en el poder vigente con anterioridad.

Isaías Medina Angarita y Marcos Pérez Jiménez a su turno prefirieron entregar el poder para evitar un innecesario derramamiento de sangre.

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Medina Angarita: primero en recibir el golpe avisado

En nuestra embrollada historia del siglo veinte se registraron dos rupturas del hilo constitucional, en las que ambos mandatarios sabían de antemano que los estaban cocinando a fuego lento. El primero en recibir la infausta notificación que debía empacar maletas para abandonar el solio presidencial fue Medina Angarita, andino de nacimiento, más no integrante de la “invasión de los sesenta”, expedición armada que había logrado en pocos meses echar del poder a Ignacio Andrade, ultimo de la cadena de mandatarios del liberalismo amarrillo que ejercieron el poder en la segunda mitad del siglo XIX.

Desde comienzo de 1945, Isaías Medina Angarita va a conocer las dificultades que se derivan de un calvario político, pues en las esferas castrenses el tema de la sucesión presidencial se había convertido en manzana de la discordia, y la joven oficialidad mostraba desacuerdo con la odiosa praxis que reservaba a un gran elector la personalísima facultad de escoger el sucesor presidencial. Un día de junio de 1945, el doctor Edmundo Fernández, (personaje activo en los sucesos estudiantiles de la UCV en 1928), hizo saber a la dirigencia de Acción Democrática que un grupo de la joven oficialidad se mostraba hostil a la situación imperante; y que además querían establecer contando con la dirigencia adeca para buscar salida a la crisis institucional.

Pérez Jiménez desde joven corroboró que a los andinos les gusta mandar aunque sea las gallinas del corar de su casa.

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El vocero Pérez Jiménez ocultaba una soterrada ambición

El 6 de julio a las 11 de la noche, la casa del medico endocrinólogo Edmundo Fernández, sirvió de escenario a la primera reunión entre civiles y oficiales que planteaban una salida a la crisis por la vía extra-constitucional. En representación de AD estaba Rómulo Betancourt y Raúl Leoni, ambos integrantes de la Generación del 28, también comprometidos con el fallido asalto al Cuartel San Carlos el 7 de abril de 1928, y además de haberse involucrado en el primer exilio con la invasión del “Falke”, expedición en la que perdería la vida Román Delgado Chalbaud cuando cruzaba el puente del rió manzanares de Cumana en agosto de 1929. La oficialidad estuvo representa por el entonces Mayor Marcos Pérez Jiménez, los Tenientes Martin Márquez Añez, Francisco Gutiérrez y Horacio López Conde. En todo momento la voz cantante la llevó Pérez Jiménez, oficial subalterno del Ministerio de Guerra y Marina y profesor de la Escuela Militar. Palabras mas palabras menos, los oficiales hicieron saber su desacuerdo con Medina Angarita y López Contreras, advirtiendo que ellos estaban dispuesto a dar un golpe de Estado. Años más tarde, Marcos Pérez Jiménez se adueñaría del poder, ejerciendo una dictadura que en diez años incidió en la infraestructura física de la nación.

En Diógenes Escalante pensó López Contreras en 1941, y también los complotados de octubre de 1945, pero lamentablemente en esos dos momentos la suerte no estaría de su lado.

Por un momento se llegó a pensar en el doctor Diógenes Escalante como formula de conciliación para subsanar la pugna entre las partes en conflicto. La propuesta la hizo saber Rómulo Gallegos a Medina Angarita, quien inicialmente no objetó la tesis del consenso. Pero repentinamente una extraña enfermedad mental va a incapacitar al entonces Embajador de Venezuela en Washington, Diógenes Escalante, dejando sin efecto la posibilidad de abortar el golpe de Estado que para el momento lucia como inminente. Como es sabido, Medina Angarita se dejó cegar por la soberbia, aferrándose a la candidatura de su ex Ministro de Agricultura Ángel Biaggini, quien era abalado por los aciertos en el desempeño de la cartera ministerial. Entre tanto, Eleazar López Contreras amenazaba con sacar del closet su uniforme de general para regresar a Miraflores. Atrás quedaban los desprendimientos del general de Queniquea cuando sorprendió proponiendo al Congreso Nacional que se redujera de siete a cinco años el periodo presidencial.

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Quizás otras aguas habrían corrido debajo del puente en octubre de 1945, si Medina Angarita hubiese tenido la chispa habilidosa de su progenitor y General José Rosendo Medina, oriundo de Buena Vista (Paraguana), y a quien nunca le temblaría el pulso a la hora de disputarse las puertas del cielo. Y es que nadie discute que la política es como un juego mortal, pues para sobreponerse a las dificultades a veces se requiere de las argucias del florentino Nicolás Maquiavelo, o de Joseph Fouché, Duque de Otranto, ambos muy duchos en el manejo de las maniobras aplicadas al arte gobernar.

A Medina Angarita siempre se le reconoció su cualidad de bonachón y sencillez en el trato con sus semejantes. En cambio, José Rosendo Medina poseía las condiciones de un militar de probada bravura que hicieron que se destacara en el campo de batalla. A la edad veinticinco años combatió al lado del general y abogado Antonio Guzmán Blanco, cabeza visible de la llamada Revolución de Abril de 1870. En 1892 se sumó a la causa del General Joaquín Crespo con su Revolución Legalista, y el Taita de la Guerra lo premió ascendiéndolo al grado de General. Pero como el poder es el poder así la casa tenga el techo roto, Rosendo Medina no tardo en cambiar de héroes, y salta la talanquera para irse detrás de Don Cipriano Castro con su Revolución Liberal Restauradora.

José Rosendo Medina:

Sin querer queriendo asaltó el poder en el 45, regresando luego en 1959 con mayores ansias de poder y con más sed de sangre con su política gorilo-betancurista.

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Rómulo Gallego, otra victima del golpe de Estado avisado

Un hombre tan lleno de bondades y admirado porque siempre estuvo desprovisto de malas intenciones, no merecía ser sorprendido en pantuflas y luego sacado por la fuerza de su domicilio. A primeras horas del 24 de noviembre del 1948, se presentó en la Quinta Marisela, Urbanización Altamira, un Teniente Coronel seguido de un pelotón de soldados con bayonetas calada, y con el mayor desparpajo le dice a Gallegos: ¡Usted está preso! ¡Se acabo la democracia! Con el golpe frío contra Gallegos, se estaba repitiendo el bochornoso dialogo entre la razón y la violencia de 1835, escena en la que el Coronel Pedro Carujo asalta con pistola en mano la residencia del Presidente José María Vargas, diciéndole al sabio galeno: “Doctor Vargas, el mundo es de los valientes”, a lo que responde el agredido mandatario: “No, el mundo es de los hombres justo”.

En apretada síntesis diremos que a Isaías Medina Angarita lo derrocó su falta de guaramos y la soberbia para enfrentar la crisis. En cambio, a Rómulo Gallego lo devoró la ingenuidad, porque ignoraba que estaba sido utilizado por un bandido de la política llamado Rómulo Betancourt. Tanto en octubre de 1945 y noviembre de 1948, en ambos golpes avisados la Embajada Norteamericana aprovechó la crisis para meter sus sucias manos y así atizar las llamas, pues esas empresas extranjeras del petróleo no veían con simpatías las políticas que venía adoptando el Estado venezolano, y que diluían progresivamente las ventajas que había ofrecido Juan Vicente Gómez con sus leoninas concesiones a los capitalistas de ultramar.

Rómulo Gallegos fue ante todo un novelista prestado a la política. Pero lamentablemente se dejó manipular de un zorro de la política llamado Betancourt, metiendo al escritor en camisa de once varas.


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Freddy Kamel Eljuri

Presidente del Instituto Municipal de Patrimonio Histórico de la Alcaldía Bolivariana del Municipio Miranda del estado Falcón. Vicepresidente de la academia de Historia del Estado Falcón. Escritor. Productor radial.

 kameleljuri@gmail.com

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