En Argentina tenemos frases muy groseras para definir la actitud que están tomando algunos camaradas con respecto al tema de la intervención de Daka. El “gataflorismo”, podríamos llamarla elegantemente, en alusión a la famosa Gata Flora que nunca quedaba satisfecha.

No quiero decir con esto que lo que ha hecho el gobierno sea impecable ni mucho menos, pero sí que ha tomado una medida correcta y de ataque directo contra los enemigos del pueblo y de la Patria. Lo primero, entonces, ante esta posición, es brindar todo el respaldo y apoyo al gobierno revolucionario y al Presidente Nicolás Maduro.

Cuando afirmamos que la burguesía importadora es el núcleo central de la rosca oligárquica, no lo hacemos antojadizamente; sino porque ese sector es la esencia misma de la Venezuela capitalista, dependiente y rentista. Toda medida que se haga en contra de ese sector es un avance, ya que implica “poner las cosas en su lugar” y develar ante el pueblo una situación que venía siendo insostenible.

El resultado inmediato es que se ha generado desconcierto dentro de las filas de la contrarrevolución. ¿Cómo defender algo que nos restará votos y apoyo?, se preguntan desde la oposición ¿Cómo no defender a nuestros principales miembros?, se interroga la derecha política y económica. ¿De qué nos agarramos para cambiar el eje de la discusión? Todas son preguntas que la contrarrevolución está tratando de resolver. La “papa caliente” cayó ahora en manos de la oposición.

Que la basura mediática comience a sobredimensionar el tema de los “saqueos” y el ataque a la propiedad privada, no sorprende a nadie. Pero que dentro de nuestras propias filas emerjan los acostumbrados “peros”, causa molestia, cuando no enojo. ¿Es necesario, en un momento de ofensiva contra los enemigos del pueblo y de la Patria, ponerse a manejar “reparos”? “Estamos contra la burguesía especuladora, pero…”, “apoyamos las medidas tomadas por el Presidente, pero…”, “también hay cómplices dentro del gobierno…”, “el gobierno se equivoca porque está fomentando el consumismo…”, “la medida es insuficiente…”, “igual seguiremos dándole divisas a la burguesía…”, etcétera, etcétera. Yo les pregunto a esos camaradas ¿se suman al proceso revolucionario o son meros fiscales de la revolución? ¿No saben estos camaradas que cuando se está en medio de los tiros no es momento para filosofar sobre la vida o la muerte?

Hace apenas unos días criticaban al gobierno porque no hacía nada contra los especuladores y acaparadores. Ahora que se comienza a hacer, tocando los intereses de la burguesía importadora, elevan su grito para señalar ¡no es suficiente!, ¡son apenas dos o tres empresas las que se han tocado! Parece que muchos de estos camaradas gozan más cuando al gobierno le va mal que cuando al gobierno le va bien. Llama la atención esto.

La derecha le pega al gobierno porque está atacando a la propiedad privada, y nuestros “críticos” porque no ataca a la propiedad privada como “ellos” quisieran o interpretan se debería hacer. Ambos coinciden: pegarle al gobierno.

La crítica está muy bien y hay que hacerla, es necesaria y saludable para la revolución. En mi caso nadie podrá acusarme de adulón o “jalabolas”. ¡Pero camaradas! ¡Apoyemos en esta lucha sin tantas vueltas al Presidente Maduro y su gobierno! Yo creo que a la burguesía y al imperialismo hay que quebrarle el espinazo, pero si comenzamos dándole un fuerte coñazo en el estómago, me sumo sin reparos ni tantos peros.

Humildemente veo, en estos momentos, a un pueblo entusiasmado, dispuesto a dar la lucha e identificando al enemigo histórico; y por otro lado veo a la contrarrevolución con cierta desorientación. Me parece que hay que aprovechar la coyuntura y unir fuerzas hasta dar una estocada letal.