Que cosa con los “pero” de la oposición

Los alcances de las misiones y los avances económicos producidos en Venezuela son tan evidentes que los “expertos” y enemigos más acérrimos del proceso revolucionario quedaron sin argumentos creíbles, para seguir mintiendo y manipulando cifras ante el país.

Por mucho tiempo, especialistas de la materia o personas de alguna manera ligadas a los números, aprovecharon y aprovechan sus discursos tendenciosos, rimbombantes de términos y cifras, para engañar a la población que, por su puesto, no sabe “ni papa” de economía.

Tanto es así, que unas de las grandes decisiones del Gobierno nacional fue poner en marcha la Misión Robinson, para enseñar a leer y a escribir a un ejército de venezolanos que le convenía a la IV República mantener sumidos en la oscuridad.

Pero como dicen por ahí, el sol no puede taparse con un sólo dedo. Esos, que en su oportunidad calificaron como “profetas del desastre”, actualmente pierden su tiempo tratando de “enredarle” la cabeza a la gente.

Obviamente los niveles de desempleo y de pobreza siguen siendo altos en el país; eso nadie puede ocultarlo, pero tampoco pueden ocultar el movimiento que se origina, por lo menos, en los centros comerciales de Maracaibo.

Y de eso sí sabemos nosotros, no sólo porque lo vemos, sino que lo sentimos, lo vivimos, cuando más de una vez nos provoca dejar botado el carrito con la compra en la larga y fastidiosa cola de la caja. Basta salir un fin de semana- y sí cae en último o quincena más todavía- para ver como la gente colapsa los diferentes establecimientos comerciales de esta calurosa región.

Quizás los incrédulos todavía creerán que me refiero al Sambil, a los Mall y a los otros hipermercados y grandes tiendas de Maracaibo, pues no, fíjense que no.
Usted acude un viernes, sábado o domingo en la mañana a un Mercal y verá un torrente de personas esperando turno para entrar. Sino llega temprano, le dejan sin mercancía. Y allí venden barato, pero no regalan la comida, hay que comprarla.

Pero es que ya casi hay que dejar de tomar las friítas de los fines de semana, cuando al día a siguiente se va de compra, pues sino se ingiere una bebida energizante a tiempo, se corre el riesgo de sufrir un desmayo en esos terribles cordones de personas desesperada por pagar la cuenta. Y ¡ojo!, no es mal servicio de los centros comerciales, sino que los compradores rebasan la capacidad operativa de las tiendas.

Parece mentira que esto esté pasando a tan pocos años de aquel tenebroso sabotaje petrolero que pretendió hacer pedazos a Venezuela, la cual se suponía que comenzaría su recuperación luego de veinte años.

Claro está, todavía nos reponemos de ese golpe siniestro, pero ya comenzamos a ver el gesto molesto del muchacho del barrio, que no puede comprar el celular que hace fotos y se conecta a internet, porque está agotada la existencia.

Y es allí donde está el meollo del asunto. Esos “grandes expertos” de la economía gozan de todo el despliegue que quieran en los medios escritos, televisivos y radiales para distorsionar la opinión pública, pero como hacer con ese volumen de gente que cada semana abarrota nuestro comercio.

No hay manera. Ahora la mayoría de los enemigos del proceso admiten que, ciertamente, Venezuela experimenta un repunte económicos, pero gracias al petróleo, como si en la IV República se hubiese vivido de la siembra de verduras y hortalizas.

Pero es que no hay peor ciego que aquel que no quiera ver. Desde finales de septiembre llegó la navidad aquí en Maracaibo. Las vidrieras de los establecimientos están repletos de motivos decembrinos y ningún comerciante invierte para perder.

Así que a esta oposición lo que le sale es serrucho. Sólo ha quedado para anteponer un infortunado “pero” a cuanto logro se dé en este indetenible proceso revolucionario.

albemor60@hotmail.com


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Alberto Morán


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