Aumentos

El presidente, Nicolás Maduro, está que no cree en nadie, por donde le
tiren la pelota, le da de frente y la lleva a terreno provechoso y,
siempre está en primera base, esperando la contraseña como si de un
juego de béisbol se tratara, dispuesto a venirse en ganancia con los
aplausos de los suyos.

Como él bien sabe que el hervidero político dentro de la olla espacial
de la confrontación está siempre en ebullición, saturado de
injusticias perversas y, que el pueblo pobre como mayoría es el que
paga las malas consecuencias, porque las buenas son de las minorías de
los “vivos” que, en este país, pleno SXXI, abundan, él como presidente
no se achanta en la toma de decisiones de tratar de aplacar con
medidas económicas ecuánimes de ajuste salarial que estropeen a la
alta burguesía en sus desmanes arbitrarios de alza desmedida en que se
han mal acostumbrado hace años tanto en la IV-R como en la V-R, para
quebrar la economía consumista que de oferta y demanda sólo el
recuerdo y, como el respeto a las leyes no existe para ellos, la poca
consideración de aceptar imposiciones del gobierno, se burlan con
acaparamiento y baja producción que determina, según ellos, el
cavidismo que los mantiene de poco inventario y, resuelto como está
Maduro a combatirlos con lealtad y firmeza en favor de su país y de su
gente, no escatima poner en práctica medidas de “socorro” económicas
que le sacan más dinero a la Tesorería del Estado que influya
positivamente en los sueldos y salarios del conjunto de trabajadores
del país.

Es preciso destacar que mediante este gobierno socialista, ha sido
posible por, huelgas, contratos colectivos, oferta espontánea que se
hayan conseguido o, por decreto, aumentos que tienen la intención de
contrarrestar la ofensiva de los productores, importadores e
industriales que como empresa privada, sacan al mercado nacional, la
producción de bienes de consumo diario y de recreación en sus diversas
formas que van a los distribuidores que los colocan en abastos y
supermercados y, demás entes de despacho de donde lo adquirirá el
público en general.

Una vez pensado y dado el aumento, aunque las partes no queden
satisfechas por aspirar siempre a más de lo aprobado, le entra un
confort que infla un poco la voluntad de pensar y creer que para el
mañana, se solucionarán los problemas domésticos que están al orden
del día, pero resulta que en este país, día tras día, aumenta todo, no
se escapa nada, ni nadie, por lo que el caos de sometimiento es
imparcial que debilita y molesta y, los institutos del gobierno cuando
deben actuar, se sacuden de sus funciones y dejan pasar su papel de
atención contralor o más bien inquisidor se descuida y, la situación
que debería ser interventora no lo es y se descuida el acto en sí, por
lo que el pánico de disconformidad entra suave y pasa y, el abusador
ríe de desvergüenza sin ser molestado y, así los tracaleros de siempre
son intocables y, la cadena de atentados que explotan a los
consumidores no llega a su fin y, quien mejor vive, vive atemorizado y
empeñándose a cómo sea por la familia y, lo que queda es criticar con
rabia de desamparado como lo hace la mayoría de las personas y, el
alto gobierno en vez de ponerle coto al “atraco”, se empecina en
ponerse a pelear con las Federaciones de Cámaras dominantes con
amenazas que no pasan del momento del pataleo mediático. Los peces
gordos de Capriles no caen.

Y, lo otro es que cuando el aumento es por decreto sobre el sueldo
mínimo, entonces, es peor, porque lo aumentado te lo quitan como si
fuera un tres por dos, todavía sin cobrarlo, pues, si el aumento es
del 10%, inmediatamente viene un incremento en todo del 20% en
adelante por los responsables que trafican con los bienes y servicios
que tengan que ver con la cadena que enlazan y conforman su capital
invertido. Total, aumento para qué, si quedamos ganando más y alcanza
menos que el sueldo anterior –ilógico, pero cierto- dentro del juego
macabro del capitalismo que extrae sus rentas y no pierden nada y, es
así como el Estado a través de sus “aumentos” subsidia al capitalista.

Y, mosca, que viene diciembre y a pujar con los regalos y los juguetes
o, sino, el niño Jesús, san Nicolás y demás especialistas antojadizos
de vivencia sentimentalista no se quedan atrás, no importa que no haya
comida, ni que esté cara, pero, la Navidad es para gozarla.


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Esteban Rojas


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