Maniobras de la Guerra

Y es que nadie ha dicho que sería fácil. Pero es que no se puede esperar un proceso revolucionario con victorias sencillas. Tampoco se debía esperar una facho-reacción cruzada de brazos. Y cuando de guerras se trata, pues los mecanismos son los más crudos y siniestros, lo que lleva a decir que sería inútil abordar los sucesos y fenómenos desde un plano ético o moral para lograr entenderlos. Nada debería sorprender. Aquí se está jugando no menos que un ajedrez antiquísimo, cuyas fuerzas representan, en palabras de Nietzsche, todo lo que está más allá del bien y del mal.

Hiere, pues claro que hiere. Esta última jugada daña, pues trastoca fuerzas y estructuras que despiertan, incluso, involuntariamente y que, además, están asociadas al acumulado sublime que puede lograr el espíritu del hombre y la mujer. En este caso, lacera una razón sagrada de carga histórica, cristalizada hoy en un hombre que representa, concreta y mitológicamente, el cuerpo y destino de toda una sociedad.

No les ha bastado con lo hecho hasta ahora y van por más. Les ha sido difícil, vale decir, puesto que ha sido la sociedad venezolana una resistencia extraña, imprecisable en otros tiempos, que hoy se erige en la resistencia y avance de un proyecto que les dibuja futuro sin lágrima. Y aunque la imagen sea simple, pues condensa la exigencia de todo un pueblo, cuyos gritos hoy compendia los ecos del ayer. Van por más, ya no en la simpleza de un ataque económico, material, sino en la profundidad del símbolo, la conciencia, lo ideológico.

Cruzada cuasi religiosa en tiempo modernos, y no es precisamente Chaplin quien les espera para mofarse con toda su proletarizada carga. Cruzada de sombras, de ritos televisivos, de magos de cristal como diría Liendo. Artimañas del saber que se le imponen a lo inculto, a lo supersticioso y la gran carga que de esta arrastra la sociedad. Duda, de esas que emergen de los flancos de una ideología no hegemónica, de las grietas que brotan de la no discusión, de la pereza mental y del partido que no asume su tarea educadora, capaz de crear gríngolas ante audios y maniobras de la guerra.


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Francisco Ojeda


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