Santos, OTAN y elecciones municipales

El anuncio de Santos en el sentido de un acercamiento de Colombia a la OTAN que podría conducir al ingreso de este país a esa alianza imperialista, cambia todo el panorama político de América Latina y redimensiona el sentido de la reunión del presidente colombiano con Henrique Capriles. Ya es claro que esa reunión no fue para nada un “malentendido” ni un hecho aislado, se trata más bien de un giro en la política exterior de Colombia que vuelve a ser en este momento, sin ningún disimulo, una activa ficha del Imperio contra la integración y para el diseño de las políticas agresivas imperiales que parecen ir en incremento. Al no poder manejar a América Latina a su antojo, como lo hacía hace solo algunas décadas, Estados Unidos apuesta a dividirla. Para eso impulsa la Alianza del Pacífico y esboza políticas dirigidas a los gobiernos de derecha del continente para adelantar una cruzada contra los gobiernos progresistas e independentistas.

Estos caminos que toma la potencia del Norte tratan de sustituir la vía que antes era la OEA, cuando fue conocida como el “ministerio de colonias” estadounidense. Ahora la OEA le resulta cada vez más ineficiente en el apoyo de sus planes, y muestra de ello es la negativa de ese organismo a discutir el “caso de Venezuela” en su asamblea de Guatemala que comienza hoy martes 4 de junio. Esto se hace evidente en la respuesta que dio Roberta Jacobson a María Corina Machado cuando esta sirviente del Imperio se reunió con ella para “explorar caminos para el diálogo en Venezuela”, frase eufemística que realmente significa “explorar caminos para la intervención en Venezuela”. Machado había dicho, durante una presentación en el mamotreto de la CIA llamado “Centro de Estudios Internacionales Estratégicos” (CSIS por sus siglas en ingles), que “Creemos que Estados Unidos juega un papel importante en el sistema interamericano. Creemos que la OEA enfrenta un reto que es único, pero cada país que pertenezca al sistema debe ver esto (Venezuela) como una amenaza de muerte”. No puede ser más descarada su campaña por una intervención foránea en nuestro país. Pero Jacobson no le arrimó a la apuesta de la OEA y dijo, después de reunirse con la vendepatria Machado, que “No sé con certeza si uno u otro artículo de la Carta ha sido violado o si es el tema específico que deberíamos abordar cuando hablamos sobre Venezuela” y también “no está claro para mí en este momento cuál foro sería el mejor, pero creo que necesitamos mirar eso. Necesitamos seguir viendo cuál es la herramienta específica que será mejor para intentar crear diálogo en Venezuela”. Sobre cómo acabar mejor con la Revolución discutieron este par de joyas peludas. Al decir de Jacobson “Conversamos sobre muchas posibilidades diferentes, y cuál sería la mejor manera de ver si el diálogo es posible entre los venezolanos”.

Nada de esto puede ser visto de ahora en adelante sin tomar en cuenta el anuncio de Saltos sobre la OTAN. Esto es, sin más ni más, una propuesta de militarización de las políticas intervencionistas en América Latina, que han venido sufriendo derrotas en el plano militar, como la expulsión de la base de Manta y la decisión de la Justicia colombiana de impedir el establecimiento de bases gringas en ese país durante el gobierno de Uribe.

Cobra fuerza, pues, la presunción de que el Imperio tiene claros planes para el futuro de intervenir militarmente en América Latina, si no puede someterla por otras vías. No olvidemos jamás que el subcontinente nuestro es el más grande reservorio de recursos naturales que tiene la humanidad: petróleo, agua, minerales de importancia estratégica, selvas, bosques, inconmensurable biodiversidad. Estados Unidos no nos va a quitar jamás los ojos de encima.

Una intervención militar en cualquier país de América Latina desataría una guerra de dimensiones colosales, muy cruenta y larga, y es mejor que nos tomemos de una vez en serio esa posibilidad.

Es por eso tan necesario que los revolucionarios venezolanos entendamos a plenitud cuál es el carácter de la contradicción principal presente hoy por hoy en América y en el mundo todo. Repitámoslo hasta más allá del cansancio: la contradicción entre el imperialismo, por un lado, y los países y pueblos oprimidos por el otro.

Ante esa realidad, se debe entender que nosotros no estamos luchando contra Capriles y la MUD, esos son solo agentes, sino contra el imperialismo norteamericano y sus aliados. Cuando decimos nosotros, nos referimos a fin de cuentas al pueblo humano todo.

Comprendamos que esa contradicción principal condiciona todas y cada una de nuestra acciones. Por ejemplo, las elecciones municipales del 8 de diciembre próximo son en realidad una lucha antiimperialista. Toda ansia de protagonismo individual y grupal, toda ambición de hegemonía y poder de grupúsculos, toda prepotencia política debe ser apartada en aras de una victoria clara en las municipales decembrinas. En ese sentido debemos apoyar y rodear con nuestra solidaridad y unidad, férreamente, al gobierno de Nicolás Maduro y a la dirigencia revolucionaria. Cualquier acto que vulnere la unidad, cualquier actitud que nos debilite, estará sumando al caudal del imperialismo.

La derecha comprende cabalmente la importancia de estas elecciones municipales. Capriles ha dicho que “La trampa se vence con más participación. Nosotros tenemos que participar en las elecciones de los alcaldes, haremos de esta una elección nacional, daremos la lucha” y también: “Nosotros hoy somos mayoría en el país. Tenemos que demostrarlo en la próximas elecciones”. De manera que el plan opositor es convertir las elecciones de diciembre en una especie de plebiscito contra Maduro y la Revolución. Su objetivo será lograr una alta participación del voto antichavista. Para ello emprenderán una especie de cruzada vengadora del denunciado “fraude” del 14 de abril. No será tan importante para ellos ganar la mayoría de las alcaldías y concejos, sino triunfar en las más emblemáticas y sobre todo superar ampliamente el voto chavista al nivel nacional. En nuestra opinión, esto último no lo tienen tan difícil, ya que a raíz de la desaparición física de Chávez y los estrechos resultados de las presidenciales, así como de las posiciones divisionistas a lo interno del proceso, y las dudas y confusiones que viene sembrando el enemigo (caso del audio de Mario Silva, verbigracia), el chavismo está golpeado y con su moral afectada. Tenemos por ello que hacer un esfuerzo mayúsculo para ese evento y sobre todo cuidar con gran celo la unidad y coherencia organizativa del movimiento popular. No más ansias de protagonismo individual, no más ambiciones grupales de poder, todos unidos hacia un solo objetivo. Ejercer la crítica poniendo por delante los intereses superiores de la lucha antiimperialista. En cuanto a nosotros, no vamos a andarnos con pendejadas: haremos campaña y votaremos por todos los candidatos que proponga el PSUV. Como nos instruyó Chávez el 8 de diciembre de 2012, en su último mensaje en vida: “Unidad, unidad y más unidad, esa debe ser nuestra divisa, mi amada Fuerza Aérea, mi amada Guardia Nacional, mi amada Milicia: la unidad, la unidad, la unidad. El Partido Socialista Unido de Venezuela, los partidos aliados, el gran Polo Patriótico, las corrientes populares revolucionarias, las corrientes nacionalistas: Unidad, unidad, unidad, unidad…Patriotas de Venezuela, hombres y mujeres, con rodilla en tierra. Unidad, unidad, unidad de los patriotas…Ante estas circunstancias de nuevas dificultades, del tamaño que fueren, la respuesta de todas y de todos los patriotas, los revolucionarios, los que sentimos a la patria hasta en las vísceras… es unidad, lucha, batalla y victoria”.



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Néstor Francia


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