Siento que el país político se está enrumbando en este preciso momento hacia dos caminos completamente distintos y antitéticos: uno, el de la política; el otro, el de la antipolítica. Me explico.
Por una parte, la oposición esconde la comida. Por otro, el gobierno "pare" para que aparezca.
Por una parte, la oposición boicotea todo plan de seguridad ciudadana. Por el otro, el gobierno en la calle con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana desplegada.
Por una parte, la oposición de gira internacional para "rayar" al pueblo venezolano y su democracia. Por el otro, el gobierno firma acuerdos por doquier y recibe al mismísimo vicepresidente chino.
Nunca como ahora, la oposición venezolana estuvo tan cerca de ganar unas elecciones. Pero también, nunca como en este instante, esa misma oposición estuvo tan lejos de los intereses del pueblo.
La derecha, después del 14-A, no quiere ayudar a resolver los problemas del país, sino por el contrario, está haciendo todo por exacerbarlos y hasta crearlos hasta donde no los haya.
Perder por segunda vez las elecciones presidenciales creó en la oposición venezolana una extraña vocación antipolítica: si la política es resolución de los problemas, pues la oposición está haciendo el exacto contrario.
Pareciera que la derecha venezolana se estuviera esforzando por castigar al pueblo, solo porque éste no le dio la tan anhelada mayoría: Si no gano las elecciones, mato chavistas. Si no gano las elecciones, creo desabastecimiento. Si no gano las elecciones, digo internacionalmente que en Venezuela no hay democracia. Si no gano elecciones...
La oposición se está comportando como ese hombre o esa mujer que, al no ser más amado o amada por su pareja, opta por destruir todo a como dé lugar, como último mecanismo desesperado para retener el amor o conseguir, por fin, el tan esperado “sí”.
Si esa estrategia no le ha funcionado nunca a alguien que ama, sin ser correspondido, dificulto que le funcione ahora a alguien que odie tanto, pero tanto, que es capaz de aplaudir o, peor aún, aupar el desabastecimiento, la inseguridad y hasta la intervención extranjera.