La fatal ignorancia de Vielma Mora

El asunto de la llamada “piratería” es todo un slogan dentro de un método
de acción colonialista enteramente forjado por la más negra y perversa
estrategia del neoliberalismo. Señor Vielma, entiéndalo, los más grandes
piratas del planeta son las transnacionales que van por el mundo
adueñándose de las creaciones populares de los pueblos, de su música, de
su arte, de su educación y propias inventivas en nombre de una farsa
llamada “derechos de autor”, “patentes”, “subsidios”, “barreras
arancelarias”, todos entrelazados por acuerdos PIRATAS del comercio
internacional que controlan los países desarrollados. Yo no sé por qué si
ciertas organizaciones femeninas protestaron contra las propagandas de la
cerveza DRAFT, no han dicho nada sobre esas costosísimas vallas que
muestran a una putilla de falda corta y parche en un ojo, deslumbrante y
básicamente colocadas en el Este de Caracas; una bella y genial idea del
SENIAT. La colocación de estas vallas es producto de la exitosa presión
sobre el SENIAT que se está ejerciendo desde EE UU y desde los medios de
comunicación nacionales (entiéndase el binomio Cisneros-Granier). ¡Vaya
Dios a saber cómo estarán corriendo las aguas negras y putrefactas de las
transnacionales dentro del SENIAT! ¡Cómo estarán comprando conciencias en
esta oficina, básica para una verdadera liberación espiritual y humana de
las actividades creativas, científicas, educativas del pueblo venezolano!

En el SENIAT no creen en los valores soberanos y creativos del pueblo
venezolano y por eso se gastan millones en propaganda de radio y
televisión contra la “piratería” en el marco que adelanta el proyecto del
ALCA. Téngase además en cuenta que el diseño de la referida putilla del
parche fue elaborada por los genios de la propaganda imperialista (CIA)
cuyos headquarters se encuentran en Miami y Nueva York. Por eso contra el
SAPI se han venido ejerciendo presiones pavorosas que han hecho recular
muy feo a la AN. Incluso hasta se han realizado atentados graves contra
algunos de sus empleados.

Imaginemos por un instante que Venezuela se acogiese con todas las de “ley”
a los llamados acuerdos internacionales contra la fulana “piratería”;
cuatro vivos se harían multimillonarios en nombre de estos acuerdos y el
pueblo pasaría las de Caín para adquirir la más simple copia de trabajos
que son a fin de cuentas todos patrimonios de la humanidad porque cuanto
el hombre ha creado se lo debe todo a los demás hombres. Nada es producto
de una creación pura individual, y la lucha contra la “piratería” se
encuentra enmarcada dentro de la más abominable de las privatizaciones y
secuestro del intelecto, porque con ello se sostiene que todos debemos
pagar alcabala a unos verdaderos piratas para acceder a las nuevas
tecnologías.

Veamos el verdadero origen de la PIRATERÍA. Refiere el filósofo alemán,
ahora radicado en Venezuela, Axel Schmidt, que el liberalismo nace de una
conocida observación de Thomas Hobbes (político-religioso inglés,
1578/1679): “homo hominis, lupus est" es decir, “el hombre es un lobo para
los otros hombres”. Esa es la maldición que impone la competencia de la
cual se esta haciendo eco en el SENIAT en el referido caso de la
“piratería”. Llama la atención que provenga la filosofía del liberalismo
precisamente de quien planteó que el Estado había nacido contractualmente
para proteger al hombre de los demás hombres, cuando hoy el neoliberalismo
se ha propuesto destruir el Estado. Habría que inferir hoy más bien que es
necesaria la revolución bolivariana en el mundo porque los oligarcas son
los lobos del Estado.

Pero para Schmidt está observación de Hobbes “homo hominis, lupus est"
surge de las observaciones sobre los hechos de piraterías entre 1620 y
1680, contra los barcos españoles en el Caribe. Piratas de distintas
nacionalidades, provenientes del Mediterráneo y que habían sido Cruzados;
algunos provenían del mar del Norte. Estos piratas tenían su propia
lengua, el “sabir”, y eran hugonotes. España saqueaba, arrasaba a las
poblaciones indígenas, cargaba con sus joyas y reliquias y luego estos
piratas les esperaban al norte de Haití: se reunían en la isla La Tortuga
(no la venezolana), donde planificaban sus atentados y se repartían las
islas donde hacían sus actos de rapiña y asaltos, como también el reparto
de sus botines. El modo como funcionaban estos piratas era el de una
democracia radical; el comandante asumía la dirección del buque por
elección, y el botín se distribuía por partes exactamente iguales entre
todos los miembros de la tripulación. Todo esto se acabó cuando ya los
españoles no pudieron extraer de América más riquezas. Por cierto, fue por
allí cerca de La Tortuga donde se encuentra la Isla del Tesoro, la cual
inspiró a Robert Louis Stevenson para escribir su conocida obra sobre
estos temas de piratas.

El producto de aquellos saqueos era llevado a Europa. Ya aquella gente no
podía regresar al Mediterráneo y se dirigía a la costa francesa: Nantes,
Rúan, Bordeaux (la zona de los hugonotes) y los países bajos. Por ejemplo,
toda la riqueza de Holanda la levantaron aquellos piratas. En esta costa
francesa estaban radicados los grandes terratenientes, dueños de las
plantaciones de Haití, Guadalupe, Martinica, Granada, Trinidad, etc.

Aquellas fortunas eran invertidas para producir armas de fuego que luego
trucaban por esclavos y a éstos por azúcar y ron. Esto se llamaba el
Comercio Triangulado: Europa-África-América. Las ganancias de este
Comercio Triangulado acababan siendo invertidas en la producción de Europa
(en textiles, carbón, metalúrgica con la tecnología de vapor, creación de
bombas para extraer agua de las minas): el capital que produjo la base
económica de la revolución industrial.

La teoría liberal que ideara Adam Smith se fundó entonces cuando todo este
desarrollo industrial estaba conociendo un avance sin precedentes, pero
fue concebida para unas condiciones que nunca han existido ni podrán darse
jamás, en eso que se ha dado en llamar “la libre competencia”. Realmente
no existe la libre competencia, porque en el campo del mercado el pez
grande siempre acaba engulléndose al pequeño. Decía Smith que el Estado
debía abstenerse de intervenir en la economía ya que si los hombres
actuaban libremente en la búsqueda de su propio interés, había una mano
invisible que convertía sus esfuerzos en beneficios para todos. Sostiene
Axel que se puede comenzar a producir en condiciones equitativas, teniendo
en cuenta que los productores buscan las mercancías más económicas, de
mejor calidad y a los precios más bajos. Buscan producir a costos más
bajos para luego vender sus productos y así los consumidores ven
satisfechas de manera óptima sus necesidades y requerimientos. Pero es
inevitable que uno de los productores acabe por ser mejor que otros, que
trabaje con costos más bajos, por lo que puede obtener ganancias más
elevadas que sus competidores. Para mantener estas ventajas, al reinvertir
sus ganancias llega a superar con creces a sus oponentes. Esas ganancias
las acaba usando para vender a precios muy bajos, incluso darse el lujo de
hacerlo por debajo de los costos (algo prohibido por la ley en todos los
países, pero en todos se viola), por lo que de este modo acaba arruinando
a los demás productores. Es así como entonces no puede existir la
competencia sino el monopolio, cosa que no previó Smith. Es decir, Smith
realmente no previó la dinámica del mercado; lo concibió sencillamente
como un sistema estático, en situaciones ideales, en el cual se mantenía
de manera uniforme y equitativa una competencia total, completa,
transparente.

Señor Vielma, estudie estas cosas y no permita que el SENIAT se convierta
en otra dependencia más controlada por las transnacionales.


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

 jsantroz@gmail.com      @jsantroz

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