¿Será qué con la histeria haremos mercado?


Somos espléndidos, buena gente, repartimos amor del bueno del malo nunca y, nos regodeamos de decir todo lo que queramos, pues desde dónde se nos mire somos chavistas y, ya con eso basta. Soñamos ilusionados que habrá verdadera paz entre nosotros. La paz sea contigo. Dirán los jerarcas de la CEV y por detrás palo del bueno.

El otro (el antichavista) como escuálido: todo lo hace mal que ya da asco y por más que se le diga el como deben comportarse, no nos paran. Nos llevan la contraria. Nos ridiculizan. Nos desilusionan. ¡Qué cosa tan grande caballero –diría el cubano! Insoportables inhumanos. Ilusos no.

Nos molestamos. Nos impacientamos. Y hasta gritamos. Y si tenemos un pitico. Pitazos con ellos. ¿Será qué son locos o se las dan? Nos enferman y nos asustan y mire que vivimos de susto en susto. Nuestros psicólogos gozando a cuesta nuestra por ellos.

Razón tiene Edgar Morin: al decir que las ciencias del hombre no se ocupan de la muerte -¿por qué será? Pero sí, se dan por satisfechas con reconocer al hombre como el animal del utensilio (homo faber), del cerebro (homo sapiens) y del lenguaje (homo loquax). Se me salió lo culto –una pequeña deslucidez. No se me ocurre decir otra cosa como muerto después que, Jesucristo dijo, dejad que los muertos entierren a sus muertos, pero es que la muerte tratada por Morín me apasiona.

Y esto también es de Morin es espectacular hacia ellos y, dice: Gracias a que el hombre es indeterminado (participando) sus posibilidades de determinación son infinitas, al igual que son infinitas sus posibilidades de evolución gracias a que se autodetermina. Entonces, no es histeria, no puede ser histeria, a lo mejor son reflejos condicionados de fascistas empedernidos entregados al deleite de su encono visceral. Aunque tengo un amigo que quizás con razón de repetición me solicitó que dejáramos de seguir usándola y, por el contrario tengo otro amigo que se queja del ministro de comunicaciones por no utilizarla más a menudo y bien explicadita.

Si uno va al supermercado de los ricos a comprar lo poco que uno pueda adquirir y, cuando se planta a esperar que lo atiendan en lo de charcutería con otras personas por delante y cuando son atendidas y solicitan precios por el artículo comestible en cuestión: viene el primer tanganazo y, lo dicen con un humor que dan ganas de llorar, porque cuando le dicen lo que vale, viene el golpe bajo: ¡y eso que estamos en socialismo!, cómo sería sino estuviéramos y, quien habla es una o un escuálido y, esa cancioncita te la cantan de mil manera no de histeria sino de historia y, alguien dirá, vete a Pdval o a Mercal, que no se imagina que la mayoría de las colas en ellos son de escuálidos y, no se consigue lo buscado. Aunque no hay pitos ni cacerolas hay un despelote de opiniones que no cuadran como todo lo de ellos.

Esos son unos chocantes –diría, mi abuela si estuviera viva- que están en todas partes y en el momento preciso, eso tampoco es histeria, sino lucha de momentos y, el que no agarra, lleva.

Que si te metes en un restaurante a papear y, te fastidian, bien hecho, que esos comederos son de lujo y los revolucionarios tienen que comer en tarantines, areperas, posadas. Ahora bien, si usted está seguro que no le van a pasar factura, hará como la propaganda del Seniat, ¿va por la casa? Y sale corriendo. Que eso tampoco es histeria.

Entonces, que nos queda: seguir aguantando hasta que ellos se cansen que, lo dudo, con el apoyo como cheque en blanco de Obama que esa es la dialéctica de su participaciones, afianzado yo en Morin cuando nos dice que, Esta dialéctica gobierna el movimiento total de la historia humana, en cuya punta de lanza realizadora está el proceso técnico. La técnica es la apropiación práctica del mundo y del hombre por el hombre.

Por lo que se ve: seguirá la fiesta.

estebanrrojas@gmail.com


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Esteban Rojas


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