Si algo abundan en el mundo de las letras es la intención desnuda de argumentar historias sin “conocimiento de causas”, lo que lleva a que se cometan “errores” mayúsculos y hasta que se llegue a la difamación e injuria de personalidades que son descritas de modo y forma ajenas al sentido e intencionalidad de sus verdaderas acciones.
Tal es el caso del ensayo titulado “Bolívar y Ponte”, escrito por Karl Marx, en enero de 1958, para The New American Cyclopedia”, de New York, bajo la condición de encargo y el cual ocupó un tiempo de él que llegó a considerar “perdido”, dado que para entonces su interés estaba asimilado hacia la producción de lo que sería su obra maestra “El Capital”.
Según comenta el historiador alemán Hans-Joachim Konig, en conferencia pronunciada en Hamburgo-Bremen, en la sede de la Sociedad Bolivariana de Alemania el 24 de julio de 1972, en el ensayo de Marx “abundan, desde principio hasta el fin, desgraciamente, errores y falsedades en lo que se refiere a los hechos”.
Para Konig, el escrito demuestra el desconocimiento que Marx tenía de los sucesos de la Independencia de América Latina. El perfil que muestra de Bolívar es el de un “pequeño Bonaparte”, simple instrumento de la insurrección anti-española quien defendía causas de la aristocracia y no de la sociedad de clases, la cual era excluida de la toma de decisión política. Lo que se ha conocido como el genio político de Bolívar, era menospreciado por Marx, al decir que era un “mero discípulo” que llevaba a la práctica consejos de contemporáneos más alumbrados y vigorosos, como era el caso de José Félix Ribas y Luis Brión.
En el ensayo de Marx, se le quita a Bolívar la gloria de los propósitos de la liberación de la Nueva Granada, hasta el ideal de la gran Colombia. Se le llega a catalogar como un “vil dictador” de la causa aristocrática.
El absurdo de esta percepción de Marx se debe, en el rigor de una visión histórico-conflictual, a que él aceptó como ciertas críticas y juicios de personas que eran consideradas como detractores de las acciones de Simón Bolívar. Tal es el caso de la obra Histoire de Bolívar, del General Ducoudray-Holstein (de 1831); y las Memoirs of General John Miller, al servicio de la República del Perú, publicadas en Londres en 1819. Textos de los cuales se extrajo ideas tal cual estaban expresas, sin profundizarlas y menos aún sin someterlas a un análisis crítico de sus fuentes. Lo asombroso del caso es que para el tiempo de confección del mencionado ensayo, y precisamente en el sitio donde lo desarrolló, el British Museum de Londres, habían en sus anaqueles, según lo pudo constatar Hans-Joachim Konig, estudios históricos como el de J.P. Hamilton, Travels through the interior provinces of Colombia, de 1827; y el de R.L. Vowell, Compaigns and cruises in Venezuela and New Granada, and in the Pacific Ocean Fromm 1817 to 1830, publicado en 1831, los cuales eran una muestra fiel y exacta de la verdadera estatura histórica de Bolívar, quien fue un Libertador en toda la extensión de la palabra.
El otro aspecto que nos hace suponer que el tratamiento de Marx dado a su ensayo de Bolívar fue más un problema metodológico que ideológico, es que él como historiógrafo no analizaba de manera imparcial y con rigurosidad las cuestiones relativas a su unidad de análisis, sino que iba directamente a las generalidades de la información lo que le evitaba apreciar su objeto de estudio en toda su dimensión histórica y humana. Muy contrario a su rigurosidad con respecto a los temas técnicos y matemáticos, en los cuales si tenía la visión analítica para sopesar los espacios de su concepción materialista de la historia, en donde anidó el método dialéctico que junto al análisis del contenido económico, dio forma a una nueva manera de ver la realidad social, política, económica y cultural de las sociedades de finales del siglo XIX.
Todo demuestra que lo que hubo en el caso de este ensayo biográfico escrito por Marx sobre Bolívar, fue una gran negligencia intelectual, la cual, para contestarnos en sus propias palabras, el mismo Marx reconocería más tarde en carta personal enviada a su amigo Engles que el ensayo estaba escrito en un estilo tendencioso y abandonado.
Pero lo que es imperdonable a Marx, es que ese mismo año de 1858, gracias a la traducción al inglés realizada por el comerciante James Hamilton, llegó a los círculos intelectuales de Londres el texto “El Discurso de Angostura”, pieza oratoria escrita por Bolívar en 1819, y la cual constituye un documento de vital importancia para entender los motivos de la emancipación sudamericana respecto del dominio colonial español, y en donde se pronuncian frases a favor de la democracia, aunque manteniendo su preferencia por el centralismo e inclinándose por un poder ejecutivo al estilo británico. Una pieza escritural que tiene en su cuerpo expresiones como esta: “La suerte de la guerra ha verificado este enlace tan anhelado por todos los Colombianos; de hecho estamos incorporados. Estos pueblos hermanos ya os han confiado sus intereses, sus derechos, sus destinos. Al contemplar la reunión de esta inmensa comarca, mi alma se remonta a la eminencia que exige la perspectiva colosal que ofrece un cuadro tan asombroso. Volando por entre las próximas edades, mi imaginación se fija en los siglos futuros, y observando desde allá, con admiración y pasmo, la prosperidad, el esplendor, la vida que ha recibido esta vasta región, me siento arrebatado y me parece que ya la veo en el corazón del universo, extendiéndose sobre sus dilatadas costas, entre esos océanos que la naturaleza había separado y que nuestra Patria reúne con prolongados y anchurosos canales.” Que distinto hubiese sido el ensayo de Marx sobre Bolívar de haber leído este escrito, habría entendido su valor histórico y humano.
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