Para el morral de Adán

Poco antes de su partida, El Comandante Hugo Chávez le contó a José Vicente Rangel, con la naturalidad de su lengua múltiple, resonante y polifónica, esa lengua-voz que le permitió referirse a si mismo como protagonista de la novela que escribía mientras hablaba, o de la que imaginábamos todos cuando narraba, como dice Kundera de Dostoievsky, manteniendo “la verisimilitud de la prosa de la vida”, que siendo un adolescente, en el patio de la Academia Militar, sintió cómo comenzó a formarse en él la Voluntad de Poder.

Todos sabemos que en sus últimos días nuestro Hugo Chávez, recorrió fascinado la obra de Federico Nietzsche. Muchos se preguntaron por qué Hugo Chávez escogió al héroe nietzscheano Zaratustra como la imagen arquetipal, como su compañero de viaje, su aliado inseparable en sus lecturas y exposiciones públicas. Nada extraño en un ser como Chávez: cuya naturaleza estaba hecha de amor sacrificial, intuición e inteligencia. Ese Niño-Cadete llamado Chávez que transitó el camino donde sintió “la voluntad de poder”, también, sin duda, se creció en el sendero marcado por Zaratrustra y su sentido de trascendencia, como un filósofo, como nuestro filósofo “Arañero”, veguero y “disposicionero”.

Ya para ese entonces, con la lucidez que lo caracterizaba como lector, el Comandante, en mitad del tránsito de su doloroso tratamiento y lúcida convalecencia, identificaba en Nietzsche una filosofía que afirmaba el ser y la existencia, en una dimensión gozosa, plena de significados en el ejercicio vital. Chávez elige el camino de la beatitud nietzscheana haciendo de su sendero doloroso una experiencia de pleno existir que nos involucró a todos.

Nuestro ya héroe dionisiaco nos regala su última imagen pública -quizá ya sufría arduos dolores, posiblemente conocía de su adusto destino- en medio de cantos sonrientes a la patria. Chávez se encuentra con la dimensión heroica al trascender el dolor y la tristeza para brillar en el devenir de la consciencia.

Cantando. Como un sol resplandeciente. Ya lo decía el propio Nietszche " Yo no puedo creer en un Dios que cante y que no sepa danzar".

fruiztirado@gmail.com


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Federico Ruiz Tirado


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