Yo también tengo cáncer

Déjate ir padre mío. Entrégate al aire y a las mariposas. Vuela con las cigarras y las golondrinas. Suelta mis manos si te sostienen. Suelta los hilos que te anudan a este sentir dolor. Déjate ir en caída libre y vuelve a subir en un aleteo de tucusito. Vuela padre mío, Vuela, Déjate ir, dios mío señor mío. Déjame aquí y sé feliz. Vuela. (Poema escrito a mi padre, días antes de su muerte)

 

Hoy seré sujeto de enunciación y también sujeto del enunciado, como diría Émile Benveniste en su texto trascendental: “Problemas de lingüística general” (1993) al tratar el rol del sujeto que construye el enunciado y se sumerge en su interior. Esta decisión, absolutamente responsable, la he tomado a partir de una reflexión realizada por el doctor, profesor e investigador de LUZ, Steven Bermúdez, especialista en Análisis del Discurso en la Escuela de Comunicación Social de esa universidad, quien en una entrevista publicada en: http://www.agenciadenoticias.luz.edu.ve/index.php?option=com_content&task=view&id=3596&Itemid=164 y a los albores de la contienda electoral del 7 de octubre de 2012 expresara lo siguiente acerca de la “tensión verbal” permanente entre el Oficialismo y la Oposición: “La descortesía verbal genera más tensión, división e incomodidad entre los participantes del evento comunicacional”… “Sin embargo, por solidaridad automática, la gente asume que los insultos son contra ellos”… “Este investigador de la Facultad de Humanidades y Educación refiere que en Venezuela el discurso político dejó de pertenecer al espacio público e invadió el privado, los más íntimos y cotidianos, pues la gente siempre habla de política y esa descortesía verbal se traslada a esos espacios.”

Al respecto, me resulta importante destacar dos asuntos de lo expresado por Bermúdez: 1.- por solidaridad automática, quienes reciben los insultos y burlas contra su candidato, se atribuyen para sí dichos ofensas y, 2.- el discurso político ya no pertenece al espacio público sino que penetró en el ámbito de lo privado, espacio sagrado de la intimidad de cada quien. Estas premisas explicarían por qué todos los simpatizantes del presidente Chávez nos sentimos aludidos cuando se usa su enfermedad (una condición de alta vulnerabilidad de él como individuo y constreñida a su vida personal) para atacarlo, burlarse de él y degradarlo como sujeto y actor político. Dicho desplazamiento anti ético llegó a su clímax el día 24 de enero cuando vimos en la portada del diario español EL PAÍS una fotografía de un paciente entubado (imagen desagradable y cruenta, por demás) acostado en una camilla y publicitado como el presidente Chávez, subtitulado como : “El secreto de la enfermedad de Chávez”. En relación con esto, en su edición de hoy, el diario argentino Página 12 publica una nota del periodista José Pablo Feinmann titulada: “La verdad ha muerto” (http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-212736-2013-01-28.html) y, luego de hacer una exhaustiva revisión de la verdad como problema filosófico desde la antigua Grecia hasta el presente, concluye expresando: “Lo que importa, lo que alarma, es la impunidad para mentir. Porque la mentira es la muerte de la verdad. Y la verdad ha muerto. Al menos en la tapa de El País el día que publicaron esa foto obscena del falso Chávez. Y, cotidianamente, en muchos otros medios de la presuntuosamente llamada “prensa independiente”.

¿Por qué Feinmann utiliza el término “obsceno” para referirse a la performancia periodística de este diario español? -No es casual su empleo en el contexto en que lo presenta. La obscenidad, más allá de ser considerada una trasgresión, es la develación de algo que no debería ser visto, de algo que se desplaza de su ámbito natural para instaurarse en un espacio de representación que no le es propio. Por eso lo obsceno genera sentimientos encontrados: lo que no debemos ver frente a lo que instintivamente nos tienta para que lo veamos. Es obvio que nadie quiere ser esclavo de esta ambigüedad comprometedora porque sus raíces descansan en lo que consideramos como “no ético”, históricamente hablando. Es curioso observar cómo un sector importante de la Oposición venezolana e internacional ha logrado zanjar este problema ético, que además, se aleja meridianamente del pensamiento “del buen cristiano” o “del hombre de profunda espiritualidad” y se ha entregado al disfrute descarnado de “la obscenidad” que implica ver miles de veces imágenes trucadas de un Chávez moribundo, entubado, rodeado de sondas y adicto a la morfina. Interesante.

Bien lo dijo Aristóteles en su Poética (1450ª) que “la tragedia no es representación de los hombres, sino de la acción, de la vida, de la felicidad y de la desdicha”1;  y es precisamente esa desdicha la que desencadena el temor (fóbos) y la compasión (éleos) del espectador frente al sufrimiento de los héroes representados en escena. Estos sentimientos pertenecen al ámbito de lo que denomina el filósofo como “acción pasional” y que consiste en: “una acción deletérea o aflictiva, como las muertes ante los espectadores, las acciones que causan excesivo dolor, las heridas y cosas por el estilo” (1452b). Como bien lo acotó Aristóteles en su obra sobre el análisis de la tragedia, lo que importa es la imitación de acciones, no de caracteres, pues en la representación de dicha acciones infortunadas y dolorosas reposará el críptico concepto de “catarsis” y que el mismo Cappelletti (1991: XIX) intenta definir de la siguiente manera: “la catarsis se produce en la tragedia mediante la elevación de lo singular a lo universal, mediante la sustitución de la compasión y del temor que afectan individualmente a cada espectador por la compasión y el temor considerados universalmente… Para el filósofo se trataría de transferir las pasiones desde la parte irracional del alma a la parte intelectual. De hacer de las pasiones (compasión y temor) objeto de contemplación”. Estas definiciones aristotélicas y  “capellettianas” de las pasiones, de la tragedia y de la catarsis son muy útiles para comprender por qué nos molesta tanto -a quienes respetamos la dignidad humana por encima de cualquier principio- que se haga una parodia de la enfermedad del presidente Chávez en la que el patetismo (algo que el mismo Aristóteles repudia en su “Poética”) se materialice mediante fotografías cruentas, videos amarillistas, caricaturas, chistes, entrevistas, diagnósticos fatalistas y profecías inverosímiles.

La solidaridad automática y la identificación no son una patología, son conductas que ya el mismo Aristóteles consideraba claves en la construcción de una representación dramática. El que YO, en tanto que sujeto y ciudadana venezolana, me sienta aludida y perturbada cada vez que escucho a algunos “amigos”, “familiares” (especialmente a tías caraqueñas clase media)  y  a “compañeros de trabajo” reírse del cáncer de Chávez y que disfruten imaginándose la agonía de “ese malnacido”, se explica automáticamente porque en mi mente subyace el recuerdo aún fresco de la agonía de mi padre, luego de batallar como un valiente contra un cáncer temible. También se aparecen en escena mi madre, mis abuelos, tres queridos amigos y unos cuantos tíos a quienes el cáncer se los llevó sin mediar palabra con la compasión. Así que, cuando la Oposición se ríe del cáncer de Chávez se está riendo del cáncer de quienes lo hemos padecido en carne propia. Eso no es patológico, lo que sí lo es, es comenzar a ver como normal y merecido el sufrimiento del otro, aunque sea el enemigo más feroz.

Pero bueno, que cada quien vaya asumiendo su cuota de subjetividad en este asunto, porque como bien lo acotó el Dr. Bermúdez en su entrevista, “la política entró en el espacio de lo privado” y es por eso que todos hemos llegado al paroxismo con el cáncer del presidente, algunos por solidaridad automática y otros por crueldad y morbo llevados a su máxima expresión.

Para culminar esta reflexión dolorosa, traeré al texto una expresión que mi padre usara con frecuencia cuando leía o escuchaba algunas declaraciones de la oposición venezolana: “Es que estos locos son los mejores promotores que tiene Chávez para que se quede gobernando en Venezuela toda la vida. Le hacen una tremenda propaganda”. Evocando a mi padre desde su cielo le contestaría: “Sí, papá, tú siempre has tenido razón, por eso es que Chávez no se irá nunca de aquí y  si alguna vez deja de estar físicamente entre nosotros, seguirá arrasando en las mesas electorales de la mayoría de los centros de votación de este país; eso lo logrará, no sólo porque ha visibilizado a los invisibles sino porque la oposición venezolana no ha aprendido a ser inteligente y se la pasa jugando “a la contra”. He dicho. Fin de la conversación celestial.

 

Rosa Amelia Asuaje*

CI 10.338467

@caracolablue

*Profesora de la Universidad de Los Andes-Venezuela

Licenciada en Lenguas Clásicas, Magíster en Lingüística y Candidata a Doctora en Lingüística.

 

PD: Para comprender mejor este fenómeno, recomiendo la lectura adicional del  texto del Dr. Steven Bermúdez (LUZ): “La presencia de la subjetividad en la construcción periodística en momentos de tensiones sociales” (http://revistas.luz.edu.ve/index.php/quac/article/viewFile/9477/9164)

 

1 Traducción de Ángel Cappelletti, 1991. Todas las citas que haremos sobre Poética serán tomadas de esta edición en español.

 



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Eva Flórez


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