Rosita y Diosa: ¡qué vaina, vale!

Creo con razón que la politiquería -la política barata esa, o de mera ocasión- es atosigadora. Y lo es por la sencilla razón de que atosiga pues; vale decir, porque su tósigo sirve para infectar las flechas que llueven. O angustia, atribula también, lo cual no resulta simpático para vivir, por supuesto. De allí que alguna gente, entre quienes me cuento, decide alejarse temporalmente de la angustia de la politiquería para entrar en otro tipo de angustia, pero más calma. Y busca entonces recrearse para evitar pedirle una cita al psicólogo o psicóloga o auto medicarse con un ansiolítico o ansiolítica restaurador o restauradora del tan deseado equilibrio emocional. (Hay que evitar por cierto la automedicación y, en su lugar, meditar y meditar). {

Resolvemos entonces ver un programa cómico en televisión u otro de frívola jodentina para ver qué aspectos, al menos, nos pudieran hacer reír por lo ingeniosa que pudiera resultar su producción. Y el otro día supe a propósito, por el "Gordo y la flaca", que la bellísima Lucerito se define como muy mal hablada, como muy vulgar, cuando las notas musicales tan armónicas, que emanan de su dulce y paisajístico rostro, parecieran corresponder más bien a plegarias poéticas que incluso serían capaces de enamorar al mismísimo Dios de los cielos. Me decepcioné y cambié. ¡Qué ladilla!, expresé. Hallé otro programa donde bellas mujeres y algunos buenos mozos hombres se comportaban como idiotas sin serlo. Mensaje ideológico e inequívoco para el pueblo que conviene a la contrarrevolución. Y aquí me arreché. Sí. ¡Por dios, no joda!, expresé esta vez iracundo. Me tomé la tensión arterial y volví de nuevo a la búsqueda afanosa del sosiego. Decidí por tanto entrar a una página web que no se diferencia mucho del "Gordo y la flaca", pero donde, a menudo, me recreo observando los apacibles rostros de estas mujeres que, al solo verlas, me llevan casi-casi al equilibrio por lo buenas que deben ser en todo, y, más, en el fenomenal mundo ese del espíritu. Pero, para mi nunca saciada capacidad de asombro, me encuentro de pronto con una -diría- agria polémica entre dos ejemplares femeninos con indudables porvenires brillantes: Rosita y Diosa. La primera la disfrutaba viéndola en el programa cómico donde hacía el papel de una inocente (sin llegar a inocentona) mucama que hacía las delicias de un lascivo portugués al recoger del suelo objetos que éste al piso le lanzaba bellacamente para que ella, con su minifalda, adoptara la posición de "perrita".

La verdad es que la inocencia con que lo hacía me embelesaba por la pureza que de su rostro fluía, contrario a la lubricidad del portugués que, ciertamente era lo que resultaba, más que cómico, obsceno; sobre todo cuando describía con lujo de detalles lo que veía, sin verlo Palpablemente, el portugués se pasaba de maraca. Rosita no. Y que conste que no estoy en campaña electoral. A la segunda la descubrí en la misma página web, esa vez en desnudo total y de frente, con la naturalidad propia de quien se halla abriendo la llave de la ducha en la matemática privacidad de su baño. Su rostro no es que despidiera la inocencia de Rosita, pero tampoco la de una zafia, o la de una guarimbera sexual. No, ciertamente se me parecía a una de las Tres Gracias, en la escultura de Pietro Ceccarelli en Los Chaguaramos, o de la India del Paraíso en la obra de Eloy Palacios. Las observaba pues en mi adolescencia, sin que el más mínimo sobresalto se produjera en alguna estratégica parte de mi descarnado cuerpo. Pero de pronto Rosita aparece solicitada por la justicia por haber dizque contribuido a la fuga de un pran, y comienza a declarar, desde su "concha", diciendo que ella es lo que aparenta: una beldad con rostro de inocente y que muy pronto se sabría toda la verdad. Pasado un tiempo es beneficiada para ser juzgada en libertad mediante el otorgamiento de una fianza, para luego aparecer, inscrita en Podemos, con ambiciones políticas considerables, y además concretas.

Diosa por su parte aparece en un Caracas-Magallanes en el Universitario casi desnuda y adoptando también la posición de "perrita" ante la mirada alucinada de los fanáticos incluyendo a niños y adolescentes. La verdad es que sentí envidia porque en mis tiempos lo que se veía, en un Caracas-Magallanes, no era más que al "chivuíto" que tocaba la trompeta, por el Caracas, y al que, por el Magallanes, tocaba la sirena. Pero esa actuación de Diosa desató entonces la ira de los moralistas, no sin antes que otros la dieran por muerta al constituir, dizque un trío, cosa que harto me extrañó porque tengo entendido que ella no canta. (Y dejo constancia que aúpo la existencia de los moralistas, porque si no existieran, entonces, ¡cómo sería este mundo, dios mío!) Diosa defiéndese aduciendo que, si su perfomance resultaba inelegante o vulgar, lo mismo debía por tanto resultar la de un circo al momento que una dama en una cuerda hiciera piruetas estéticas al verse obligada a escarranchar las piernas de manera muy circense ante ciertos ojos desorbitados Como eran los míos, por ejemplo, las veces que asistí al Circo Razzore con mamá teniendo 11 años de edad. Recuerdo que mamá, ante mi inaudita concentración, me preguntaba: "¿Te gusta, hijo?". Y le contestaba, tímidamente, y sonriente: "¡Mucho, mami, mucho!". Y confieso que no me fijaba para nada en la esteticidad de los movimientos de la bella "cuerdista", sino en una parte de su cuerpo que exponía con inusual público desembarazo, para la época.

Luego, ya hombre, vería las mismas piruetas alrededor de un tubo metálico en un local penumbroso y humoso, ejecutadas por una bailarina exótica sin que me resultara una novedad. Lo mismo con el ballet clásico, donde las bailarinas abren y levantan esas torneadas piernas con todo tipo de cadencia, restregada a un bailarín a quien se le nota un bulto que no pareciera, precisamente, ser de hojas ¡Porque es que un adolescente desentraña erotismo, hasta en el arte, sin que signifique que el arte, no sea apto para adolescentes! Y eso a nadie debe asombrar, por lo que tiendo a darle la razón, entonces, a Diosa, la dialéctica. Ahora, hay que admitir que a la mujer le gusta (y no sólo en razón del cretino capitalismo) exhibir su cuerpo. Y hay que ver el partido que le ha sacado a ese cuerpo a través de los siglos y, sobre todo, a partes más específicas de él. Al extremo que pareciera haber sido convertidos, en mercancías de gran demanda, desde los tiempos de Adán y Eva. Porque si estos eran inocentes, ¿por qué entonces tenían que ponerse esas curiosas hojas de parra? Me temo que eso pudo haber sido recomendación del primer publicista Y Diosa se ha declarado enemiga acérrima de la hoja de parra. ¿No resultará entonces Diosa la genuina inocente, y la estaríamos llevando injustamente a la hoguera? Pero estimo que aquí habría que hacer un alto para analizar esto con algo más de mimo. Cierto es que se han hecho grandes encuestas académicas para indagar, sin distinción de culturas, qué es lo que más atrae del sexo opuesto.

Los hombres nos hemos inclinado, mayoritariamente, por la belleza. Pero ¿cómo así? Bueno, belleza como proporción en cuanto a tetas, cintura y caderas, y simetría en el rostro. Pero los siempre malpensados dirían, con su cobarde simplicidad, que es porque la dama está buena. No señor, esta expresión sí pareciera ser producto del capitalismo. La razón es porque dichos atributos definen, en la dama, una condición saludable y, sobre todo, potencialidad paridora. De manera que resulta una decisión meramente instintiva. De allí que la dama sin esos atributos use, para seducir, tacones para encumbrar el trasero, apele a una faja para hacer desaparecer la cintura y, al sostén, para exaltar las tetas. (Hoy, con la cirugía estética, la faja y el tradicional sostén han quedado "fuera cacho"). Pero además de eso se pinta los labios, se labra los ojos y se colorea las mejillas, lo que, unido a ciertos aditamentos, da la impresión de ser una joven enamorada, o enamorable. Y, cuando el escenario lo permite, venga entonces la desnudez (parcial o total), para el descabelle de la presa. La dama por su lado claro -y aceptando desconocer que pudiera tener un lado oscuro- se inclina más bien por el hombre fuerte y rico que pueda proveerla de una casa, de buena comida y, de algunas muy sinceras se ha sabido, que también de recursos sobranceros para su imprescindible consumismo terapéutico. En el capitalismo, al menos es así. Aquí en Venezuela se ha definido esta marcada tendencia con una frase que ya es célebre: ¡Billete mata galán! (Desconozco por cierto el nombre del sociólogo que la concibiera de forma tan eminente).

Pero, ¿cómo hace entonces un hombre para convertirse en un levantador? Bueno, simplemente apelando a la ostentación. El macho que ostenta lanza señales de que está sano y qué tiene guáramo que jode para las inversiones necesarias. Pero también se maquilla, no crean, sobre todo con una buena faramalla, con una buena camioneta y, si es posible, con un buen Rólex, manque chimbo. Y algunas malhabladas por ahí afirman haber sido testigos que también hinchándose el bulto balletístico con toallitas faciales ¡Mire usted la farsa que demanda, pues, el ser galán! En fin, el maquillaje resulta entonces un mecanismo de atracción sin garantía alguna. Al menos en el capitalismo es así. ¿Y qué me dicen de cómo incentiva la corrupción? Bueno, eso daría para un tratado. Pero volviendo a Rosita y Diosa, me sorprendió verlas agarradas por las greñas en twitter y a Rosita apoyando a la ministra Maripili contra Diosa por el reproche que le hiciera por lo del Caracas-Magallanes. Y le ruego a Maripili que no se deje provocar, no vaya a terminar también desnudándose impulsada por el fragor de la lucha. Rosita y Diosa están encorajinadas y la pelea pasó ya, del aspecto meramente farandulero, sensual y concupiscente, al terreno resbaladizo de la polítiquería. Pues sí, afirmó Diosa que si Rosita puede tener un cargo en Podemos, ella pudiera ser Presidenta Vean por dónde van ya las cosas. Y lo más grave es que Diosa (¡co ñ o!) sí pudiera acabar (o mejor, terminar resultando) un genuino "chocolate dulcito" ¡Y cuidado si algo más! ¿Notan entonces lo que decía al inicio? Que las que me desatosigaban de la politiquería, terminaron metiéndose a politiqueras. ¡No me joda, estamos rodeados! Pero tengo la impresión de que Chávez (el eterno arreglador de la comarca) va tener que terciar entre Rosita y Diosa mientras Fidel lo hace en la Habana entre el gobierno de Santos y las Farc-ep, porque la sangre pudiera llegar al río. Y en tal sentido invitarlas a Miraflores y sentarse en medio de ellas con sus manos tomadas para que hagan las paces y desistan de entrar a la politiquería.

En lo particular, se lo agradecería mucho. Pero eso sí, Chávez, todo con mucho sentido de la contención, con mucho tino, como es hábito en ti, no vayas también a terminar desnudándote y nuestra revolución socialista corra igualmente el grave riesgo de acabar. Y lo peor es que pudiera ser, porque a última hora Diosa ataviada solo de pabilo rojo-rojito le ha hecho una muy tentadora oferta pública: "Señor Presidente, estoy a su servicio. ¿Para qué cree usted que puedo ser buena?", le dijo poniendo como pretexto a los privados de libertad. Y no me imagino lo que pudiera pensar Chávez (tan ocupado) sobre ese particular tan enmarañado. ¿Habrá captado por cierto la señal? ¡Qué Dios nos coja No, mejor: ¡Qué Dios nos agarre confesados!

canano141@yahoo.com.ar




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Raúl Betancourt López


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