La poderosa carta del magnicidio

Después de cinco duros años traumas de cambio, Venezuela encuentra hoy una
envidiable situación de estabilidad política y económica; está tranquila
social y hasta podría decirse que los conflictos y enfrentamientos de la
oposición contra el gobiernos se han estado reduciendo hasta rozar la casi
total nulidad de los mismos. Hasta el partido fascista Primero Justicia
plantea otra forma de lucha contra Chávez, y asegura que de ganar las
elecciones mantendrá las misiones. Además sabe, que si quiere ganar
adeptos en el terreno electoral tiene que acercarse a esa masa inmensa de
chavistas que domina un 75% de votos duros. Precisamente por todo esto, EE
UU ha estado arreciando sus ataques, y no ve con buenos ojos estas
“debilidades” de este partido de derecha, y prefiere un ataque más
decisivo con una lacaya made in USA, al estilo de la Violeta Chamorro, que
pudo nuclear a su alrededor a toda la oposición antisandinista. Es
precisamente esto lo que le preocupa, lo que irrita a Washington, por
cuanto que al mismo tiempo en Venezuela se está fortaleciendo unas Fuerzas
Armadas más soberanas y los centros petroleros, la reserva militar, las
misiones y su hermandad con Cuba se fortalece día a día.

En los últimos informes de la CIA, bastante derrotada en sus acciones, se
ha estado cocinando como única salida, la tesis del magnicidio. Con el
magnicidio, plantean un vuelco mortal a los acontecimientos por lo que
ellos plantean que sobrevendría una etapa de gran confusión, de
enfrentamiento de facciones dentro de los chavistas al carecer éstos de un
líder fuerte que pueda controlar los distintos sectores del poder
nacional, y así, por ende desbordarse una severa fractura del proceso
revolucionario. Si aún con Chávez no se consolida la tan ansiada unidad,
¿qué tal con el comandante fuera de circulación?.

Uno de los problemas básicos de la actual revolución bolivariana es el
asunto ideológico que ha sido arropado y hasta descartado por los
permanentes torneos electorales, en los que han prevalecido como
directores de la revolución, los viejos cuadros impuestos verticalmente
por Miquilena en todo el país. El MVR no es un partido revolucionario,
sino un centro de control del poder y de los cargos, que en la mayoría de
los casos actúa a capricho según los intereses personales de unos pocos, y
con los mismos esquemas sectarios de los partidos AD y COPEI, partidos de
los cuales ha alimentado fuertemente sus cuadros políticos. Aquí se hizo
la promesa, nunca cumplida, de que en el 2001, se haría en el MVR una
elección por la base, de los cuadros políticos. Basta someramente
imaginarse el panorama de conflictividad que se originaría en caso de
faltar Chávez: ¿vendría alguien nuevo por fuera de los cuadros
burocráticos del MVR y por fuera de las FF AA?.

Del conflicto que generaría el magnicidio, inevitablemente surgirá una
“solución política” con personajes vagos, versátiles y ambiguos, que a la
postre se verán, dentro del marco tradicional, a llegar a un arreglo con
las transnacionales y sobre todo con la Casa Blanca en virtud de evitar
una catástrofe nacional. Se tratará de hacer ver que quien asuma el poder
es un chavista tan radical como nuestro comandante, al tiempo que bajo
cuerda se estará en tratos con las CIA, mientras las aguas vuelven al
cauce que aquí tenían establecidos los grandes jeques del estatus quo.
Los EE UU consideran que en el término de un año sin Chávez, la situación
política venezolana habrá variado los suficientemente a su favor y en un
giro de casi 180 grados.

En medio de todas estas estrategias, el imperio aplica métodos ya viejos
como el aislamiento con presiones intervencionistas desde la OEA, que fue
precisamente por donde empezó la gran guerra contra la revolución cubana,
tomándose a Rómulo Betancourt como el bastión democrático que movió los
espesos hilos que produjo el lanzamiento de la invasión de Bahía Cochinos.
Todas las revoluciones enfrentan ataques frontales desde el exterior, y es
esta fase la más delicada en un mundo mediáticamente controlado por la
CIA. Toda esta tesis del magnicidio debe ser planteada en debate
permanentes, de manera muy seria a todos los niveles políticos y
económicos de la Nación. El imperio ya ha dado los pasos, sin
contemplaciones, sobre este punto, y nosotros debemos prepararnos con una
recia organización popular, con más radicalización del proceso
revolucionario. La tesis del magnicidio no caduca jamás para los asesinos
que controlan la Casa Blanca si tomamos en cuenta que la CIA realizó más
600 ataques para matar a Fidel Castro, y aún así estos canallas no han
cesado de persistir en sus intento por eliminarlo.


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

 jsantroz@gmail.com      @jsantroz

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