¡Alerta, la vida se muere!

Hoy se instala el III Congreso Venezolano sobre Diversidad Biológica para enfrentar la velocidad e impunidad con que ella está siendo destruida

Enemigo declarado de la biodiversidad es el Capital que a través del mercado y las guerras neocoloniales, impulsa la lucha por la apropiación del trabajo humano y la naturaleza.

El desarrollismo y los patrones de consumo y producción son instrumentos del Capital para la acumulación de ganancias, mientras se agudiza la pobreza de la tierra y de la gente. Desarrollismo y “economía verde” son complementarios. Ambos suponen un proceso de mercantilización extrema de la naturaleza, como palanca del crecimiento económico que garantice un incremento del PIB, cuya contrapartida es la destrucción de los ecosistemas.

El crecimiento del PIB se funda en patrones de consumo y producción, que están sustentados en la injusta distribución de la riqueza, que genera un polo opulento y un polo empobrecido, que incluye a mil millones de hambrientos, los que al no tener capacidad de compra, carecen de importancia para el mercado. La guerra permanente que desarrolla el capital financiero, tiene, entre otros objetivos, la maltusiana eliminación de los pobres.

Mantenemos patrones de consumo y producción del Norte opulento, que es necesario revolucionar, fundados en una guerra que legitima el derroche de recursos naturales y trabajo humano. La historia demuestra que el socialismo, el desarrollismo y el mercado, no se han avenido bien.

Generalmente, mercado y desarrollismo, enemigos de la biodiversidad, derrotan al socialismo. Sin la desaparición paso a paso del trabajo asalariado y la explotación de la naturaleza, de la división del trabajo capitalista (que fragmenta al ser humano), de la división entre campo-ciudad, sin la desaparición progresiva del Estado como instrumento de dominación, la revolución se estanca.

Es conveniente volver a pensar las opciones al desarrollo, pues parece que no hay desarrollo sostenible. Mientras, la biodiversidad sigue muriendo y probablemente no habrá acuerdo de la ONU que sirva de freno al hecho de que anualmente consumimos planeta tierra y medio. No hay consenso para eso. A menos que gobiernos y pueblos se atrevan a batallar por otro camino, en Río+20 no se vislumbran claras esperanzas.

julio.escalona@gmail.com



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Julio Escalona


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