Auditórium

¿Existe un vacío intelectual en la revolución bolivariana?

“No todo resbalón significa una caída”
George Heubert…

De las múltiples confrontaciones, y crisis por las que atraviesa la revolución bolivariana, la más preocupante de todas es la de las ideas. Estamos ante un momento histórico de una nación en el que sus principales lideres (gobierno y oposición) se encuentran desdibujados, por no decir ausentes de la realidad: imbuidos en una banalidad de resonancia, otros cooptados por un modelo de prebendas que mantiene los mismos vicios, y dinámicas establecidas desde la IV Republica, y otros balbuceando muertos por haber alcanzado los ciclos naturales de sus vidas.

La verdad es que la alta clase política actual, presenta los mismos síntomas de descomposición del régimen pasado. En parte, esta situación se debe a la perversa práctica de la jaladera de bolas que han infectado la cultura política nacional, y a sus instituciones.

Los últimos hechos de violencia entre partidarios del gobierno y la oposición, ante las declaraciones cómicas de altos dirigentes, observamos el paroxismo de la descomposición intelectual en cada una de las ventanas de la vida política nacional. La palabra ‘mediocridad política intelectual’ se esta convirtiendo en un adjetivo universal; dando para todo, sustituyendo la enseñanza enriquecedora de conocimientos, que esperamos todo los militantes de abajo, de nuestros altos dirigentes.

Ya basta de tanta mediocridad en los discursos: económicos, sociales, políticos, culturales, de seguridad, de la salud etc. Si de lo que se trata es de superar las fallas heredadas de la cuarta republica, con una mejor excelencia. Esto sólo será posible si por lo menos se eleva a las altas posiciones, a dirigentes con una mejor formación intelectual, y así romper el círculo vicioso del reciclaje, y perverso enroque, en que hemos caído, y poder así transitar hacia un círculo más virtuoso.

La falta de ideas propias, la ausencia de criterios de peso, nos obliga a plantear con urgencia las tareas críticas de una dirigencia que necesariamente tendrá que reconstruir los conceptos, y las categorías socialistas para volver a repensar la realidad del triunfo del 6 de diciembre de 1998, e implementar una nueva serie de principios teóricos, y prácticos dentro de la revolución bolivariana, que nos obliguen a buscar de manera osada, los horizontes de acción de nuestra propia militancia; delineando un programa de acción política, con el fin de trasformar de forma apremiante, la realidad ominosa en la que nos estamos entrampando.

Con la enfermedad del presidente Hugo Chávez, se hace presente un certero señalamiento del brillante politólogo revolucionario Nicmer Evans: ¿no hay quien llene el vacío durante la ausencia del máximo líder? ¿Y no lo hay precisamente porque no nos interesa cubrir su ausencia en la convalecencia? Por el contrario, esta oquedad nos atasca en la alarmante, pero también urgente búsqueda de la revolución permanente.

Con brújulas que apunten a un mismo camino donde no sea una realidad decadente, ante la convalecencia del presidente, y que hemos aprendido a conocer ante la realidad de una enfermedad. Lo que requerimos es ir más allá de lo que tenemos.

La reconstrucción nacional, con el actual modelo revolucionario, no puede ser solamente para el sostenimiento de una clase dirigente en el poder, cuando Venezuela nos pertenece a todos. Hoy, las ideas revolucionarias están siendo rebasadas por la realidad misma, que nos empuja para lograr el ansiado estado de bienestar.

El objetivo de este comentario no es el de dar ideas para la reconstrucción firme del país, ni ofrecer falsas soluciones que lo vayan a sepultar, la intención es abrir un boquete en el dique carcomido de la burocracia oficial que permita el aporte positivo de las ideas, reivindicando las posiciones políticas críticas, que nos devuelva las señales para encontrar el camino correcto, y apartarse del camino equivocado.

La ausencia en el alto gobierno de intelectuales de altos quilates de la izquierda venezolana, para dar solamente un ejemplo me tomaré el abuso de dar dos nombres: Nicmer Evans y Javier Bierdau son entonces el no verlos en el ‘altísimo gobierno’, algo más que preocupante, refleja el estado de una revolución que no ha renovado a 13 años de gobierno a sus élites en el poder, con la consecuente pérdida de sentido, y rumbo en la revolución bolivariana.

La política revolucionaria se ha vaciado de contenido, deviniendo en un total pragmatismo, con la inefable aparición de personajes en el gobierno, y en los medios de comunicación, que son monumentos a la banalidad política; sustituyendo a auténticos pensadores e intelectuales críticos, y comprometidos con la revolución bolivariana, por necios sofistas mediáticos, cuyos nombres no vale la pena ni siquiera mencionar.

Hay una dirigencia, que esta siendo rebasada por las circunstancias, encontrándose en una impotencia de articular un verdadero proyecto socialista.

La revolución después de sepultar los dos paradigmas (AD Y Copei) cuarto republicanos que gobernaron la nación a lo largo de todo el siglo XX. Y suplantados por el nuevo modelo revolucionario, que desde hace trece años se ha enfrentado en una lucha feroz contra el neoliberalismo salvaje.

Que se ha ido desmantelando, y siendo rebasado ahora por el avance bolivariano; y hoy quienes intentan regresar a él (candidato de la MUD), sólo avivan las cenizas con una nostálgica retórica de deseos de volver nuevamente al poder. Por lo tanto no podemos seguir mostrando ineficacia, porque le cedemos terreno a la oposición, para que sumen fuerza suficiente en su búsqueda ansiosa del poder.

Ante esto, lo que se busca a manera de esbozo, es a intelectual es de primera línea, en este momento histórico, con un pensamiento crítico de la actual realidad: política, social y cultural. Hay que utilizar coordenadas teóricas bien definidas, para dotar de referentes a la revolución bolivariana, emprendiendo un trabajo más organizativo, mejorando sustancialmente hasta lo ahora llevado a cabo, y retomando los ejemplos clásicos de Mariátegui.

El PSUV debe ser el gran partido de la izquierda venezolana, evitando que sus militantes sean atrapados por las inercias institucionales y clientelares, que cortan la dinámica de la movilización popular; en un partido de izquierda lo fundamental es el debate de las ideas, y hasta ahora no se han llevado con rigor ni mucho menos con seriedad en estos 13 años, en el seno de la organización. El PSUV debe ser un partido de izquierda vinculado con la movilización popular, que plantee en su horizonte inmediato, una dinámica real y dialéctica de la lucha de clases, consolidando una alternativa real y coherente ante tanta desigualdad social, y las causas que la originan. Mas aún, cuando las instituciones se encuentran colapsadas por la burocracia politiquera y oportunista. Que solo se sujetan a la coyuntura electoral en la que lo único que importa es mantenerse en el poder. La idea inicial de la revolución bolivariana, es muy necesaria el volver a retomarla.

Percasita11@yahoo.es


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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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