Al compatriota Mario Silva de La Hojilla

Porlamar, 11 de mayo del 2005

Atención:
Mario Silva
Presente.

Amigo y compatriota

Creo recoger en mis palabras, la preocupación y frustrante expectativa de una gran masa de pueblo, que día a día seguía con interés, y porque no decirlo, con desahogo de venganza, los interesantes planteamientos que develaban una conspiración mediática, que hasta el momento en que apareció La Hojilla, actuaban impunemente en un descarado plan golpista, sin que nadie hiciera nada por detenerlos… La Hojilla ocupo el espacio de denuncia de la Fiscalía… La Hojilla suplantó la posición beligerante de la defensoría del Pueblo… La Hojilla fue un escenario para la denuncia que debió atender la Contraloría… La Hojilla hizo lo que debió hacer CONATEL al bajar el tono del debate político en los programas golpistas… En fin… La Hojilla se convirtió en la voz del pueblo y un programa que drenaba la frustración de un colectivo, que día a día tiene que soportar la calumnia y la tergiversación mediática en un ambiente enfermizo de total impunidad e hipnosis colectiva, con el fin de deponer la Revolución Bolivariana por la vía del golpe y no por la vía del voto.

Luego de leer tu carta, comparto la opinión de Johnny Wekker Vegas, de la Web: www.Simon-bolivar.org, cuando dice que La Hojilla superó a sus protagonistas… Por lo que escribes en aporrea bajo el título: “Entre Despedidas y Buenas Nuevas (un único pronunciamiento)”, deducimos que los promotores del programa, y sobre todo tú como inventor del mismo, nunca se imaginaron el éxito que tendrían, ni mucho menos el impacto de La Hojilla en este proceso revolucionario con tantos pseudo-lideres oportunistas.

Con tristeza y humildad debemos aceptar y reconocer, que no existe tal éxito en la producción ni en sus conductores, sino en la desidia, indiferencia, impunidad y hasta conspiración, de muchos funcionarios que debiendo hacer lo debido, contribuyen con su indiferencia, al grado de deterioro social y político que impera en el país… La Hojilla ocupó esos espacios de justicia y denuncia, para calmar la frustración del pueblo… y mientras mayor era la impunidad mediática y política, mayor era la atención que prestábamos los televidentes ávidos de justicia, quienes encontrábamos en sus conductores, al menos la tranquilidad de saber que existía una tribuna para la denuncia.

Los asiduos teleespectadores de La Hojilla, exigimos una explicación para que el programa salga del aire

Esta revolución no es un juego que se suspende cuando algún malcriado no quiere continuar… No es suficiente una carta de reflexiones personales para dar respuestas a un colectivo que siguió con interés los planteamientos que allí se debatían…

… y al pueblo se le debe respeto..!

La Carta Pública de Néstor Francia dio tristeza, ya que evidenciaba la poca percepción que se tiene de un proceso revolucionario dentro de un cúmulo de intereses que conspiran por su derrocamiento; tanto internos como externos… En las revoluciones no hay pasos atrás… ya lo dijo Bolívar, Martí, Perón y el Ché: “Patria o Muerte”… y cuando se toma una decisión de liderizar a un colectivo ávido de justicia, es imperdonable dejarlos a la deriva sin una explicación convincente… Es el precio de la revolución que debemos pagar todos los comprometidos con este proceso.

Me quiero despedir con tres pensamientos de Simón Bolívar:

“Las revoluciones populares son contagiosas en grado superlativo… La revolución popular es impredecible y tan indócil como el viento… Para el logro del triunfo siempre ha sido indispensable pasar por la senda de los sacrificios… El silencio, la apatía y la indiferencia de nuestros conciudadanos por su verdadero interés, no ha podido menos que desesperarme”

Atentamente,

Jorge Mier Hoffman

tedejo@cantv.net


Esta nota ha sido leída aproximadamente 16869 veces.



Jorge Mier Hoffman


Visite el perfil de Jorge Mier Hoffman para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Jorge Mier Hoffman

Jorge Mier Hoffman

Más artículos de este autor