Descontentos en la oposición

¿Por qué los candidatos de la oposición con mayor chance (según las encuestas) de ganar las primarias, persisten en tener un discurso político tan carente de ideas? Esta es una pregunta que a diario se formulan miles de compatriotas ubicados en la oposición.

Resignadamente se aprestan a respaldar a quien resulte ganador en las primarias, no tanto porque se sientan convencidos de las virtudes que ese candidato pudo exhibir durante el proceso de promoción, como por el inmenso deseo de derrotar a Chávez.

El asunto es que poco a poco han caído en cuenta que no solo es necesario un nombre, sino también, un programa político; lo que no se traduce en un listado de promesas de difícil cumplimiento, sino en un conjunto de ideas capaces de penetrar en el sentido común del ciudadano para convertirlo, precisamente, en el sujeto que debe ser en un proceso democrático. He allí el problema, la oposición carece de política. No avanza más allá del fuera Chávez, señalándolo como dictador, etc. Pero carece de un planteamiento que ponga las expectativas en “los jardines”, hablando en términos de béisbol y no en esos rolincitos al cuadro que hoy producen.

Hablan del tema de la inseguridad desvinculándolo de su contexto social, de donde se deduce que las soluciones las ubican en el campo de la represión. Pero no se detienen a indagar las causas sociales y políticas que han permitido la proliferación de la actividad delictiva.

Por cierto, como actividad delictiva no se tiene la corrupción en sus más diversas manifestaciones, es decir, no solo aquella que se traduce en actuaciones de funcionarios públicos detrás de una comisión, sino también de los empleadores que desaparecen el dinero correspondiente al pago de las prestaciones sociales de los empleados de una empresa o los que se apropian de las cotizaciones al seguro social.

Una sociedad reaccionaria frente al delito no solo a través de la represión, sino revisando los valores que las élites dirigentes están transmitiendo al resto de los ciudadanos. ¿Cómo puede un gobierno exigir honradez a la gente que gobierna, si lo que estos escuchan de sus actuaciones son informaciones y manifestaciones que reflejan sus altísimos niveles de corrupción? ¿Cómo puede pretender una clase política que el común de las personas deje de pensar en “acomodarse”, cuando el mensaje que reciben de ella son sus ansias mal disimuladas de servirse del gobierno para su propio beneficio?
La oposición también presenta un proyecto democrático con debilidades. En primer lugar, porque es atrasado, a lo sumo se reducen a replantear los mismos postulados del año 1936. Los más avanzados, lo hacen con los de 1958, a la caída de Pérez Jiménez.

¿Todas estas experiencias vividas a partir del 98, no han significado nada para este país? ¿Las razones que condujeron al derrumbe del sistema político creado en el Pacto de Punto Fijo, han sido asimiladas por el nuevo liderazgo político opositor?

Vista las comparecencias públicas de los distintos candidatos que optan para encabezar a la oposición, nada de esto está presente en sus reflexiones. Es más, no sería un atrevimiento pensar que son temas sobre los cuales ni siquiera se han tomado la molestia de pensar. De otra manera no pudieran ignorarlo, como reiteradamente lo hacen. Ningún político oculta sus reflexiones, al contrario, quiere que otros las asuman. Pero, no, ni siquiera una mínima mención a estos temas se les escapa. Y no debe ser por estrategia, puesto que un denso sector de la masa opositora lo que reclama es precisamente eso, ideas, proyectos de país que le permitan ver más allá del momento electoral.

Como serán las carencias que los candidatos opositores están presentando en materia de ideas que la señora María Corina Machado, repitiendo el discurso de los integrantes de la Cámara de Comercio de Caracas a comienzo del siglo XX, luce como una ideóloga. Ni hablar de Arrias, cuya virtud fundamental ha sido la de saberse arrimar a árboles que dan sombra.
¿Y los partidos de la oposición, que dicen? Sencillamente nada. Han desaparecido. Ni siquiera Acción Democrática, quien reivindica la social democracia, se atreve a definir; como traducirían esas ideas en un hipotético gobierno de la oposición. Por ejemplo, ¿Cómo encajaría un pensamiento social demócrata en un gobierno presidido por Henrique Capriles?
Por supuesto, hemos apuntado inconsistencias que no desaparecerán por el hecho de escoger un candidato para enfrentarlo a Chávez. Esto es posible que sea razón suficiente para un sector de la masa opositora, pero siempre quedaran algunos insatisfechos y, quizás estos, tengan la capacidad de decidir quién resulte vencedor.

ivanjgutierrez@gmail.com

@ivanjgutierrez1


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Iván Gutiérrez


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