A esta revolución le falta un cuerpo de doctrina

La revolución comandada por el presidente Chávez es atípica si la comparamos con otras del pasado contemporáneo, claro, cada país tiene sus propias características y eso marca una diferencia, o varias diferencias. Las revoluciones rusa y mexicana duraron unos diez años cada una y las causas de ese corto período ya es bien conocido en cada caso. La nuestra lleva un poco más de eso contando que superamos la traición en PDVSA y de varios militares de alto rango que comprometieron seriamente la vida de nuestro líder. Todo movimiento político y social necesita de una ideología, de un Cuerpo de Doctrina escrito que marque la pauta del accionar de las masas para conseguir los objetivos planteados. El primer objetivo fue desligar a millones de compatriotas del dogma representativo adecopeyano. De allí vinieron una serie de acciones con altibajos que, a final de cuentas, ha favorecido al sector más desatendido de la población.

Las Misiones permitieron desmarcarnos de ataduras burguesas y clasistas para impulsar el sistema de salud y el educativo. El combate parcial al latifundio rindió algunos frutos, lo mismo que la expropiación de empresas en falencia o violatorias de leyes elementales. Hasta ahí todo bien. Pero el problema de la inseguridad y la guerra mediática no permiten un despegue confiable del proceso revolucionario. La Policía Nacional viene con mucho retraso y no se aplicó desde un principio en los estados más violentos. Nuestros medios de comunicación siguen a la zaga de la canalla mediática y en combate defensivo. La autocrítica en nuestros canales de TV no se ve y el soberano carece de una tribuna nacional para expresar sus quejas y requerimientos. No hay forma que el titular de ese ministerio entre en razón pues piensa que eso sería contrarrevolución. Desobedece al propio presidente. Los grandes logros obtenidos se reseñan muy pobremente en el Sistema Nacional de Medios y esa debilidad nos golpea fuerte a la hora de las elecciones. Pero lo más resaltante es una falta casi total de una ideología a seguir y que le permita al pueblo saber hacia dónde vamos. ¿Sabemos hacia dónde vamos? No creo. Por la incultura o ignorancia de millones de venezolanos en relación a lo que es un movimiento social de izquierda, a lo que es en verdad una revolución bolivariana, encontramos a mucha pero mucha gente que no sabe cuál es el objetivo de los postulados que a retazos lanza nuestro presidente. Hay quienes creyeron por muchos años que la revolución cubana fue y es dirigida por unos señores comunistas come-gente y que el Che Guevara era un asesino como Atila. Otros miles creen que la revolución rusa fue algo similar y que nuestro proceso revolucionario fracasará porque se parece a los dos anteriores.

Mucha ignorancia. Chávez ha repetido que hacemos una revolución a lo venezolano, sin copias extranjeras pero millones no le creen porque no existe un Cuerpo de Doctrina Socialista venezolano que explique con sencillez hacia dónde queremos llegar. Eso implica una fuerte debilidad que golpea las frágiles posiciones políticas de muchos compatriotas que alguna vez votaron por Chávez y luego se abstuvieron o saltaron la talanquera. Algunos se dicen Trotskistas, otros marxistas, estotros comunistas y aquellos socialistas radicales. La izquierda siempre se ha divido a lo largo de la historia mientras que la derecha asesina y lacaya no, es coherente y firme en sus depredadores objetivos. Mientras no nos unamos contra la ultraderecha mundial que nos acecha y combate minuto a minuto será difícil llegar a buen puerto. Para colmo tenemos una derecha endógena infiltrada en TODOS los ministerios que rechazan funcionarios honestos y claros con lo que se debe hacer. La fórmula Libia nos la van aplicar tarde o temprano y sólo un pueblo muy unido alrededor de una clara doctrina socialista venezolana podrá enfrentarla. Se defiende lo que se ama, se ama lo que se conoce y si no conocemos la doctrina entonces estamos perdidos. El pacto de Punto Fijo está bien vivo y estamos cediendo terreno peligrosamente. El tiempo sigue pasando.

efraingran@gmail.com




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Efrain Jose Granadillo


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