Mensaje a Carola

No puedo dejar de disentir de Carola Chávez en algunos tópicos de su artículo “Que caben cien“ publicado en Aporrea el pasado 16 de octubre. Pese a que comparto en general su entusiasmo por el Polo Patriótico y que celebro su humor bien dosificado, me inquieta el tono triunfal con el que trata a la compatriota Escarlatina Rojas Bermellón. Me asusta pensar que en el fondo el asunto se trate solo de una lucha entre dos patologías de diferente color, digamos por ejemplo Escarlatina en el PSUV e Ictericia o Cianosis en el Polo. Sería algo lamentable, pero no imposible.

Convengo que hay mucha gente por ahí inventando movimientos sociales a todo vapor para no quedarse por fuera como la guayabera, pero la reacción a esta lamentable erupción de oportunismo no autoriza a que algunos ahora, se crean ungidos con la histórica misión de convertirse en agentes del Santo Oficio y protagonistas de algun auto de fé contra el PSUV. Eso solo sería el triunfo de Ictericia sobre Escarlatina y tendríamos que decir como Lorca “Aquí pasó lo de siempre, han muerto cuatro romanos y cinco cartagineses“.

Creo que señalar “una merma de entusiasmo PSUVista“ (Carola dixit) no es sino una falla de perspectiva. Hablar de una merma de entusiasmo es demasiado aventurado, al menos si previamente no se debate si ese entusiasmo existió alguna vez, o se está otorgando ese calificativo a una suerte de atolondramiento visceral de apoyo acrítico a todas las iniciativas de nuestro Comandante.

Hay algunas cuestiones que para mi están muy claras y que juzgo indispensable debatir a la hora de intentar un juicio sobre el PSUV:

1.- Luego de desaparecida la Unión Soviética, la moda posmoderna hizo estragos entre la llamada intelectualidad de izquierda. Todos repetían como loros aquello de que los partidos políticos –de cualquier sigo- ya no tenían cabida en la posmodernidad. Luego vino aquel rollo del fin de la historia que proclamaba un japonés al servicio del Departamento de Estado, un tipo de cuyo nombre no quiero acordarme porque también el era una mancha.

2.- Como quiera que sea, transcurrieron al menos dos generaciones que no tuvieron la experiencia de pertenecer, de hacer vida política dentro de un partido. Dos generaciones sin la menor idea de lo que significaba el verbo “militar“ ni el verbo “democracia interna“ (Corina me autoriza aunque Bello se arreche).

3.- Por otra parte, o admitimos que también a las revoluciones se las llevó el río -algo que los mismos “posmos trasnochados“ siguen sosteniendo- o nos rendimos a la evidencia de que de un modo u otro este proceso bolivariano que estamos viviendo es una revolución con todas sus letra y...

4.- Ninguna revolución conocida ha sido posible sin la existencia activa de al menos un partido político y casi siempre mas de uno.

5.- Ningún partido es funcional sin un mínimo de coherencia ideológica y eso ha brillado por su ausencia en el PSUV desde su fundación.

6.- La coherencia ideológica es imposible en un partido que dice tener siete millones de militantes. Aquí se estaría cumpliendo una de las famosas tesis de Michels. Por lo tanto, yo, militante del PSUV, no puedo dejar de ver un sano proceso de depuración, en la pérdida de militancia que otros califican como merma de entusiasmo.

7.- Un cierto sentimiento cercano al masoquismo cristiano, según el cual hay que dejarse crucificar para lavar las culpas, ha puesto a la izquierda a renegar de los partidos de vanguardia, después de la torta que pusieron los bolcheviques a la muerte de Lenin. Pero yo que soy ya muy viejito, creo que me moriré clamando por un PSUV de vanguardias que sea capaz de asumir el papel táctico que Chávez lúcidamente quiere asignarle.

8.- La idea de vanguardia es debatible pero no satanizable sobre la base de una experiencia histórica ciertamente desastrosa. En todo caso todo proceso sin vanguardia cae en el expontaneismo y se disgrega a las primeras de cambio.

9.- El PSUV a mi juicio está inmerso en un largo proceso de consolidación que no ha concluido y en el que necesariamente deberá seguir perdiendo militancia -de alguna manera hay que llamarla- si quiere cumplir su rol histórico. Tiene que deslastrarse de la inmensa carga de oportunismo y despiste que lo “acartonó“ desde el principio –para usar los mismos términos de Carola-

10.- Ahora, que nadie cante victoria todavía porque muy bien pudiera suceder que a Escarlatina le de Ictericia... síntomas no faltan y eso que el Polo apenas está comenzando. Por lo pronto ya tiene “promotores que lo promoverán“ y no es improbable que se caigan a piña los mismos de siempre para dirimir quien es mas promotor.

11.- El Polo, como no se cansa de repetir mi comandante tiene que cumplir el papel estratégico de reunir a todos los venezolanos que se asuman plenamente como tales, por eso la claridad didáctica de esa exclamación: “Los que quieran patria, vengan conmigo“ y los que no, añadiría yo, vayan a llorar al Valle, pero al Valle Arriba, a la Embajada Gringa.

12.- El Partido es indispensable a la revolución en el terreno táctico. No hay contradicción posible entre ambas estructuras –Polo y Partido-, mientras la gente no confunda sus roles. Y esta es la tarea del momento.


Amanecerá y veremos.

Por lo pronto, Carola le dice a Escarlatina: “Pobrecita, no sabe que soy la misma de siempre, que no sé ser de otra manera“ Afirmación de una arrogancia lamentable, que me inquieta, porque solo los muertos son los mismos siempre. Los vivos se creen ese cuento sobre sí mismos cuando pierden la capacidad de introspección.

cajp391130@yahoo.es


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Pedro Calzada


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