Los medicamentos y Eduardo Samán

No voy a meterme en la discusión sobre si Eduardo Samán, a quien conozco desde su época de estudiante aventajado y dirigente juvenil universitario, fue destituido de su cargo de ministro de comercio, a raíz de un enfrentamiento con la Cámara Venezolana de Medicamentos (CAVEME), producido por las consideraciones a la Ley sobre Propiedad Intelectual, que el entonces ministro adelantaba en sus acciones oficiales. Ésa es una posibilidad real, sin lugar a dudas, dada la importancia del tema para las transnacionales químico-farmacéuticas. Eduardo sabrá cuánto pesó esta circunstancia, pero es el Presidente en definitiva el único que puede saber la causa real de su decisión. Lo cierto es que dejó de ser ministro y que no ha desempeñado luego ningún cargo más de elección o designación, a pesar de tener mayor capacidad y liderazgo que muchos de quienes hoy sí los desempeñan.

Me voy a detener sí en las informaciones que han salido a la luz pública, al conocerse el contenido del cable divulgado por “Wikileaks”, enviado por la Embajada estadounidense a su gobierno, exactamente dos días antes (11-2-2010) de la sustitución de Samán. Las iniciativas de Samán, farmacéutico de profesión y conocedor del problema de las patentes en el sector, fue enfrentada no sólo por la CAVEME y la Embajada gringa, algo lógico si comprometía intereses económicos de transnacionales farmacéuticas, sino también por altos jerarcas “socialistas” con mucho poder y relaciones, quienes actuaron al lado de estas transnacionales, de manera silenciosa, para presentar su propio proyecto de ley de propiedad intelectual, sin afectar los intereses de los patentados farmacéuticos. Para ello se disfrazó el proyecto de revolucionario, mediante el uso del “idioma” apropiado: El “lenguaje chavista”, según el consejo dado por una poderosa y conocida abogada bien conectada.

Es muy interesante lo develado por “Wikileaks” al hacer público el cable señalado, pues nos evidencia la forma en que actúan en nuestro país los representantes de importantes intereses corporativos extranjeros: Sin hacer escándalo, sin aspavientos, sin enfrentar frontalmente las proposiciones y decisiones del Gobierno, buscando aliados en figuras importantes, con nexos determinantes con el poder real, socavando los proyectos adversos hasta destruirlos y, finalmente, redondeando en forma maestra la estrategia antinacional, mediante el disfraz de sus propuestas y proyectos de socialistas y revolucionarios, a través del uso del lenguaje apropiado: Los adjetivos calificativos que gustan tanto y no dicen nada, cuya presencia ya habíamos denunciado en la “Ley Orgánica de Educación”, la de “Educación Universitaria” y la modificada de “Ciencia, Tecnología e Innovación”. Adjetivos en grandes cantidades, que conducen a descuidar lo substantivo.

El cuidado de CAVEME con el gobierno del presidente Chávez se explica por el importante mercado farmacéutico de Venezuela, cuyas ventas anuales están en el orden de los 6 millardos de dólares, lo cual puede ser afectado por cualquier modificación que pudiera ocurrir en las normas existentes. El proyecto del ex-ministro Samán les preocupaba pues pretendía substituir los derechos de propiedad intelectual, que en el campo farmacéutico se expresan en patentes para la explotación exclusiva del medicamento por 10 o más años, por concesiones anuales de explotación exclusiva dadas por el gobierno venezolano, revocables en cualquier momento. Se pretendía reducir el precio de venta de los medicamentos, encarecido por el monopolio de la oferta que la patente garantiza. El cable menciona a la suegra del Presidente de PDVSA, como asesora del nuevo proyecto, con el cual se derrotaría al de Samán.

Si bien es cierto que los laboratorios que sintetizan nuevos medicamentos deben realizar costosas investigaciones, que les son resarcidas por la vía de las patentes al permitirles un monopolio de las ventas por un período de años, también es verdad que, en muchas ocasiones, las modificaciones estructurales de las moléculas medicamentosas activas son pequeñas y de bajo costo, y se efectúan sólo con el propósito de patentarlas y seguir explotando en forma exclusiva el medicamento. El problema central en Venezuela es que no existe una política de medicamentos en función de los intereses del país y de sus habitantes, además de que las normas positivas del pasado fueron eliminadas, permitiéndose la existencia de situaciones perversas en detrimento de la población necesitada. Hoy, por mencionar sólo un caso, los medicamentos no tienen “precio de venta al público” (PVP), lo cual es inaudito e inaceptable pero es.

Hoy circulan medicamentos en el sector oficial que no han sido autorizados por el Ministerio de Salud, por lo que no se sabe si sus principios activos son los que dicen contener, si están en las cantidades debidas y si fueron formulados adecuadamente. Hoy se permite la propaganda de medicamentos como si se tratara de cualquier mercancía, cuando los medicamentos tienen características especiales que los hacen diferentes del resto de las mercancías. Para empezar, son mercancías que el comprador no decide adquirir, sino que un tercero, el médico, es quien le ordena comprar. Las medicinas no se venden en el sentido estricto de la palabra, se dispensan que es una cosa muy distinta.

En un medio de tantos y tan poderosos intereses, donde el aspecto económico se vuelve el fundamental para empresarios y gobiernos, personas como Eduardo Samán no podían durar mucho sin entrar en contradicciones con el entorno. Eso siempre va a ocurrir con la gente honesta que se empeña en actuar según sus conocimientos y su conciencia, en función de los intereses colectivos de la sociedad, y que se niega a “adaptarse” y claudicar.

lft3003@yahoo.com



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Luis Fuenmayor Toro

Médico-Cirujano, Ph. D., Ex-rector y Profesor Titular de la UCV, Investigador en Neuroquímica, Neurofisiología, Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología. Luchador político.

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