¿Cómo votaría la oposición?

     Los ciudadanos de un país vamos a un proceso electoral por diversas motivaciones, tantas cuan diversas e impredecibles naturalezas humanas existan en condiciones materiales  y espirituales a la hora de acudir al acto comicial, de allí la calificación de multifactorialidad sobre el origen de las motivaciones y preferencia electoral. No obstante a ello, Quintus Cicerón, 53 años antes de Cristo, habría escrito unas recomendaciones  para que su hermano Marco Tulio alcanzara un puesto de representación pública en el Consulado Romano; lo más relevante de los consejos indicaban que se debía ”.. conocer a la gente, saber de sus problemas, necesidades, costumbres y sueños”

     En nuestro país, en el contexto actual, solo habría que agregarle que la gente conozca al candidato y el papel de los medios de comunicación. Es así como, los menos permeados por la guerra de cuarta generación a través de identificados medios de comunicación escrita, radial, televisa y cibernética, que por razones obvias debería ser una minoría,  afinan algunos criterios éticos, técnicos, políticos e ideológicos, pensando en el futuro de la nación, por lo tanto, le dan un peso importante al candidato, al programa de gobierno y al partido, o partidos que acompañen e ese candidato, se trata del llamado voto racional, una de las tipologías entre una docena de estas estudiadas por las ciencias políticas, la sociología, la antropología y la mercadotecnia electoral.

     Otros salen a sufragar por el odio incoado a través de los mencionados medios de comunicación, a estos no les importante quien sea el candidato, ni cuál es el programa de gobierno, mucho menos el progreso de la nación, su motivación fundamental no es quién llegue, sino, que no llegue el odiado; son capaces de enterrar la soberanía nacional e independencia del país si esto satisface sus expectativas bajo la égida del odio, se trata de aquellos ciudadanos y ciudadanas que cierran  los ojos cuando van de la Guaira a Caracas porque todavía no creen que se construyó el  viaducto en tiempo record, y no es para menos, se trataba sustituir  el puente de arco de concreto más grande de Sur América y el 5to en tamaño en el mundo entero. Es acá donde opera la teoría conductista utilizando como herramienta los medios.

     Algunos van a proceso por agradecimiento con una gestión de gobierno a nivel parroquial, local, regional y nacional, una especie de voto plebiscitario: ya que, se les ha solucionado problemas que sienten en la piel todos los días, tales como seguridad alimentaria, salud, vivienda y servicios básicos (agua, luz, gas, electricidad, comunicaciones telefónicas e internet). Adicionalmente a esto han establecido una alianza psicológica con el candidato al cual acompañan en cualquier circunstancia, estos son los llamados votos duros por amor, que en la contienda enfrentan a los votos duros por el odio.

     Tampoco  falta quien esté motivado solo por obtener un beneficio material directo e inmediato, el cual vende su voto al mejor postor, es el día de los maletines y regalos de última hora, que van desde relojes, dinero en efectivo, cauchos, latas de cinc y pare de contar, esto se aplica a aquellos que no son encantados por los medios de comunicación.

     Por lo general, aproximadamente un tercio de la población votante y sus círculos de influencia se mantienen indiferentes hasta última hora, sobre todo en unas circunstancias políticas como la nuestra, donde la polarización es una variable relevante. Este sector que algunos expertos definen como oscilantes queda a expensas de la creatividad, habilidad política, técnica y ética de uno de los polos para capitalizar sus adherencias, en cierta medida, los indecisos alternan su rol en el juego político, en alguna oportunidades son jugadores y en otras son desgraciadamente juguetes.

     Los votos opositores estarán guiados por la penetración en la mente de los ciudadanos y ciudadana de los medios a través de dos variables relevantes: el odio y el miedo; esto no es ninguna sorpresa, la mayoría de la campañas en el mundo de hoy se mueven en esa dirección, por un lado, miedo a que las cosas empeoren y se pierda lo que se tiene o ha logrado, o que se amenace el sistemas de creencias y valores predominante.

     Frente a la acción de la oposición solo existe un antídoto que vengo planteando desde hace varios años: organizar, politizar e ideologizar. Solo si logramos poner en tensión todas nuestras fuerzas podremos disipar esa amenaza con el poco tiempo que se dispone a partir de este momento. Para ello se le debe dar un viraje radical a la gestión de la revolución a nivel nacional, regional y local; la baja capacidad de gobierno, expresada en falta de conocimiento, experiencia y liderazgo son un lastre que no se ha disminuido, por lo tanto, los productos terminales de la administración pública a cualquier nivel, como lo son: bienes, servicios y actos de regulación, no tienen la calidad política, ética e ideológica para competir con el capitalismo. Mientras los productos intermedios como la planificación, la organización, la dirección y la evaluación sean pobres, los productos terminales solo servirán para reproducir y afianzar el capitalismo. Mientras continuemos con la aplicación de teorías y métodos de planificación que nos regaló el capitalismo para su fortificación, los resultados seguirán siendo los que ellos esperan y no los que el pueblo merece y necesita.

     Ing.

     lazaroroger@gmail.com



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Roger Lázaro


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