Oposición a Venezuela

 El rancio oposicionismo venezolano nuevamente se colocó en contra de los intereses nacionales.

Primero fue su halago y defensa a la agresión del imperio estadounidenses con las sanciones unilaterales y extraterritoriales contra la industria petrolera de nuestro país. Ahora, es su oposición al ingreso de Venezuela como miembro pleno de Mercosur.

El Capítulo Venezuela del Parlamento Latinoamericano acaba de aprobar un acuerdo institucional en el que se solicita al Parlamento de Paraguay la incorporación plena de Venezuela al Mercosur, último paso para completar el proceso de ratificación que ya lo han aprobado los parlamentos de Argentina, Brasil y Uruguay.

Pero los oposicionistas venezolanos se abstuvieron. No votaron en contra del acuerdo, pero tampoco a favor: que si no hubo suficiente tiempo para su discusión; que si había división interna en la mud; que si no había consenso entre los empresarios venezolanos; que si no existen “garantías democráticas”.

¡Hipócritas!, ¡hipócritas!, ¡hipócritas!

Sigue retumbando en el Palacio Legislativo, el valiente discurso de Blanca Eekhout, en el que desnuda el carácter apátrida y entreguista de la oposición venezolana.

Mas allá de las inmensas bondades que representa el ingreso de Venezuela a Mercosur, su participación en este bloque regional como miembro pleno significa un gran retroceso para la política de Washington de pretender aislar a Venezuela de la comunidad internacional, y muy particularmente, de la región latinoamericana y caribeña, con el fin de facilitar la desestabilización interna y la intervención extranjera. Estados Unidos nos quiere dentro de la CAN - y así lo exigió la oposición venezolana -, donde le es más fácil dictar sus pautas políticas que le facilitan el espacio para ejercer su hegemonía, dejando al bloque andino dividido y sin capacidad política y económica. Al contrario, en el Mercosur, Estados Unidos debe toparse con Brasil y Argentina, dos potencias regionales, progresistas y soberanas, aliadas de Venezuela, con participación en el G20 y gran influencia entre los países del sur. Seguir pretendiendo entonces, aislar a Venezuela de la comunidad internacional una vez sea parte integral del Mercosur, será una tarea imposible. Si todavía no lo ha logrado, a pesar de sus cuantiosos recursos, sus sistemáticas campañas mediáticas de satanización y su intensa diplomacia chantajista, mucho menos podrá hacerlo después, por lo que deberá firmar el acta de defunción de su política intervencionista y buscar otros medios para socavar la Revolución Bolivariana y latinoamericana. En este contexto, Estados Unidos buscará todo lo que esté a su alcance para evitar que Venezuela ingrese a Mercosur, y esto incluye, movilizar a la oposición apátrida y entreguista para servirle a sus pies en contra de los intereses del país.

Y lo mismo hará para cuando se consolide la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, este 5 de julio de 2011 en Caracas.

A finales de los 80, el país puso a un lado sus diferencias políticas y se unió en torno al gobierno de Jaime Lusinchi para hacer frente a las pretensiones de Colombia sobre el Golfo de Venezuela a propósito del incidente del Caldas, porque entendió que su deber era primero con los intereses de la nación. Pero esta vez, como en tantas otras durante los últimos doce años, cuando Venezuela llama a la unidad nacional para hablar con una sola voz en los temas trascendentales del país, la oposición apátrida y entreguista le da la espalda para plegarse, con el rabo entre las piernas, a las faldas del imperio.

La historia y los hijos de Bolívar se lo reclamarán.

¡NO VOLVERÁN!

carrascoeugenio@yahoo.com



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Eugenio Carrasco


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