Lejos de mi paìs me llega la noticia de la muerte de Frank Lee, de los màs geniales teòricos del marxismo residentes en Venezuela. Frank Lee, junto con su esposa Jutta Schmidt se convirtieron en los mayores difusores del pensamiento revolucionario en Mèrida. Fueron Jutta y Frank del grupo de los que fundaron la Universidad Socialista del Pueblo (UNIVER-SO), de los que dieron valor y contenido al semnario “El Paso de Los Andes” y “Despertar”.
En la Imprenta del Estado Mèrida, cuando estuvo bajo la direcciòn del camarada Humberto Martìnez, Frank y Jutta consiguieron publicar una serie de libros y cuadernos sobre la revoluciòn bolivariana y para la formaciòn ideològica del pensamiento marxista. Ambos eran incansables y admirables expositores, que ademàs mantenìan en la red un debate permanente sobre la necesidad de profundizar los cambios revolucionarios en el mundo. Aporrea fue uno de esos medios que acogiò con tanto fervor los trabajos de estos dos notables camaradas.
En la Universidad Socialista del Pueblo (UNIVER-SO), Frank y Jutta dictaron varios talleres sobre marxismo, que afortunadamente se encuentran en video y ademàs recogidas en texto por la infatigable camarada Jutta.
Frank era de los que consideraba, como un marxista consumado, que la religiòn constituye una de las mayores plaga de la humanidad. Con gente que se anda persignando, con gente que por doquier anda diciendo “que Dios se lo pague”, con gente que lleva todo el tiempo el sonsonete de rezos y predicamentos catòlicos que nos condenan a la sumisiòn y a considerar que todo depende del cielo y de la gracia divina de Dios, con todo eso, consideraba Frank, nunca llegaremos a nada, nunca seremos un paìs socialista ni nunca haremos revoluciòn alguna.
Hoy, el màs noble y significativo homenaje que podemos hacerle es reeditar su extraordinaria y profunda obra.
Ya sabemos, Frank, que tù no estaràs en el cielo sino en la tierra eterna de los que viven abajo luchando contra el miserable imperialismo, contra el bestial capitalismo, contra la degenerada burguesìa. Un brazo querido camarada, para siempre.
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