Los Domingos de Díaz Rangel

¿Es posible el magnicidio?

Mi comentario principal del pasado domingo terminaba preguntando ¿por qué sorprenderse si en alguna de esas reuniones donde analizan el “caso Venezuela” a alguien se le ocurre pensar en un magnicidio?
Ya ustedes conocen la denuncia del presidente Chávez, y su formalización en la OEA a través del canciller Rodríguez.

Ahora les voy a ofrecer razones de diverso orden para que ustedes extraigan sus conclusiones.

Primera: Han fracasado todos los intentos de salir de Chávez, desde el golpe de abril hasta el referendo, pasando por el paro de 62 días, el sabotaje a la industria petrolera y otras acciones menores. Segunda:
Razonablemente, deben haber descartado que otra posibilidad se presentará en las elecciones de diciembre de 2006.

Tercera: La hilera de declaraciones de seis altos funcionarios del Departamento de Estado, incluido el gobernador Bush, que debutaba en estos menesteres, en apenas 10 días, contra el Gobierno venezolano, no puede ser ninguna casualidad ni coincidencia, sino producto de una decisión de alto nivel, y con todos los antecedentes que tiene, podríamos añadir la designación de John Negroponte como jefe de Seguridad.

Cuarta: El informe de los servicios secretos cubanos, que por su experiencia y resultados es uno de los más eficientes del mundo. Quinta: La posición de EEUU ante el impasse con Colombia, que buscaba provocar un conflicto mayor.

Y sexta: De todo el historial de golpes y atentados, seleccionemos uno: Chile. El 15 de septiembre de 1970, 11 días después de la elección de Salvador Allende como Presidente, luego de recibir al dueño del diario El Mercurio, Agustín Edwards, a las 3:15 pm Nixon se reunió con Kissinger, el fiscal John Mitchel y el jefe de la CIA, Richard Helms, para discutir “el caso Chile”. Al día siguiente hubo una encerrona del comando de la CIA, Helms les informó que “el presidente Nixon ha decidido que un gobierno de Allende en Chile no era aceptable por los Estados Unidos”, y comenzaron a concebir acciones. Entre ellas el estallido de bombas y el asesinato del general René Schneider, el 20 de octubre, parte de un plan para impedir que Allende asumiera el poder, que ocurrió el 4 de noviembre.

Quince días después, Kisssinger le presentó a Nixon el resumen de un plan para derrocar a Allende: “1. Acción política para dividir y debilitar la coalición de Allende; 2. Mantener y ampliar contactos con militares chilenos; 3. Ofrecer apoyo a grupos y partidos políticos opositores no marxistas; 4. Ayudar a ciertos periódicos y otros medios de comunicación en Chile que puedan criticar al gobierno de Allende, y 5. Utilizar medios de comunicación seleccionados (en América Latina, Europa y otras partes) para destacar la subversión del proceso democrático de parte de Allende y la intervención de Cuba y la Unión Soviética en Chile”. Acciones sucias quedaron a cargo de la CIA. De cómo se cumplió el plan, basta señalar que según sus estadísticas, “la CIA influyó en 726 artículos publicados” y movilizó a 18 periodistas de varios países (¿habría alguno de Venezuela?) para informar del inminente colapso de la economía”, antes de que Allende asumiera el gobierno, y en 1973 “ocurrió un acto terrorista cada diez minutos en algún lugar del país”. Todo, según los documentos de la CIA analizados por Patricia Verdugo en Allende, cómo la Casa Blanca provocó su muerte.

El 11 de septiembre de 1973 lograron su objetivo. Allende fue derrocado y muerto. En ese proceso desestabilizador asesinaron, desajustaron la economía, le cortaron los créditos internacionales, ejecutaron acciones terroristas y de sabotaje, captaron a decenas de altos oficiales, fraccionaron la alianza pro Allende, y desarrollaron una intensa campaña mediática dentro y fuera de Chile.

¿Por qué Chile era tan importante para EEUU? De acuerdo a los mismos documentos desclasificados, Kissinger consideraba que “Argentina estaba seriamente dividida”, Perú “ya había tomado rumbos difíciles de enfrentar”, y Bolivia “también ha estado yendo en una dirección más izquierdista”.

Es decir, más que el propio Chile, les preocupaba la influencia que podía irradiarse desde ese país a sus vecinos.

“Si Latinoamérica tomaba conciencia alguna vez, no sería por Fidel Castro. Allende era el vivo ejemplo de la reforma social y democrática en América del Sur”, pensaba Kissinger, según Roger Morris, su compañero en el Consejo Nacional de Seguridad.

Corresponde a ustedes comparar ese plan de 1970 con la situación de Venezuela, cuya influencia hoy en América Latina es de la mayor preocupación y desvelos en la CasaBlanca.

Como pueden ver, no es aplicable, o mejor, dicho, han fallado en lo que aplicaron. A la campaña de opinión le dan toda la fuerza posible, se supone, para acciones posteriores.

Otra pregunta que deben hacerse es ¿por qué ahora, cuando es menor la conflictividad, la economía se ha recuperado significativamente, el chavismo es más fuerte y está mejor organizado y el apoyo en la Fuerza Armada es mucho más sólido?
· El libro citado, Allende. Cómo la Casa Blanca provocó su muerte, lo deberían leer también quienes en la antigua izquierda ridiculizan las denuncias del magnicidio.

edrangel@la-cadena.com


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Eleazar Díaz Rangel*

Periodista egresado de la UCV. Ganador del Premio Nacional de Periodismo y menciones en diversas especialidades. Es Director del diario Últimas Noticias desde el año 2001. Profesor titular jubilado de la universidad central de Venezuela, cuya escuela de comunicación social dirigió (1983-86). Presidente de VTV 1994-1996. Presidente de la asociación venezolana de periodistas.

 edrangel@grupo-un.com

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