Verdades bien dichas

La política del amarillismo decadente…

Hoy retomo la tarea de escribir una columna semanal para compartir con todos y todas, los rojos y los desteñidos, los multicolores y los grises, temas que son de interés político nacional y regional. Lo hago además porque resulta penoso ver la política dirigida por un club de chismosos, de un lado y de otro que se conforman con el insulto, la mentira, la descalificación y la burla como herramienta para el ejercicio de la única política que ellos han aprendido a hacer: la del amarillismo decadente.

Los enemigos del chisme y de la decadencia política debemos ser mayoría para evitarle a nuestro pueblo el terrible peso del mal ejemplo. Invito por esta vía a otros y a otras a escribir para que seamos mayoría los que creemos en la posibilidad de cambiar un estado de cosas, desde el sano ejercicio de la política, del debate de las ideas, en el marco del respeto y de la contundencia inquebrantable de las verdades bien dichas. Ya basta del discurso político dirigido por las viejas mafias adeco-causaerristas que se descubren a sí mismas, no sólo por sus tristemente célebres personajes, sino por sus torpes mensajes y sus asquerosas estrategias. Esa penosa fauna política ha sido responsable del más patético deterioro del discurso, no sólo en nuestra ciudad, el asunto es nacional. Los sabihondos políticos de allá son los mismos que aquí llaman “mi co” al comandante Chávez, aludiendo su negritud y asociando al zambo presidente con una especie de chimpancé, son los mismos también que critican la verruga del presidente y son los mismos para quienes es malo e inconveniente que el poder cada vez esté más cerca del pueblo.

Son los mismos que se limpian el cachete con alcohol y las manos con jabón antiséptico luego de un encuentro con un consejo comunal. ¿Pero saben lo que revela su discurso? Pues  revela el inmenso desprecio que sienten por el otro,  por el negro, por el indio, por el pobre, por el humilde. Eso son ellos, pero están descubiertos y cada vez más alejados del corazón de la gente. Cuando se burlan de Chávez, cuando intentan ridiculizarlo, la Venezuela india, negra, zamba, pobre y clase media siente que se burlan de ella. Ese mismo ciudadano del que se mofan por andar en autobús, por tener que utilizar perreras (que no sé cuándo finalmente van a desaparecer), por no ser letrado ni saber de oratoria, el que vive de un salario digno, que debe esperar un bono de fin de año para comprarse un carro, ese es el que garantiza la fortaleza de este gobierno porque sabe que mientras los causadecos se burlan de ellos, la revolución trabaja para que mejoren en su calidad de vida y para que sus opciones sean cada vez mayores.

Mensaje con destino…

Para los causadecos de hoy día, me permito recordar un poco del pensamiento de Alfredo Maneiro, el filósofo que dio forma a la Causa R, ese otrora partido-movimiento que, lastimosamente degeneró en un esperpento político vergüenza de quienes alguna vez creímos en esa opción. Decía Maneiro “ningún fenómeno natural ni social podrá nunca sustituir la actividad de los revolucionarios, el desarrollo de la conciencia social y nacional, la organización y la movilización, en fin, la claridad de propósitos en el pueblo y la confianza de éste en sus propias fuerzas”. Esa y otras reflexiones nos describen a un pensador y un hacedor de políticas convencido de la construcción de ideología y de acciones desde la base. Defensor del conocimiento como la gran herencia política para el pueblo, un hombre de izquierda que, a decir de algunos de sus biógrafos, supo dar el salto oportuno fuera de movimientos de la izquierda venezolana durante coyunturas históricas que convirtieron a esos partidos en organizaciones “tradicionales” o en instancias impenetrables, alejadas del sentimiento y la realidad social, económica y cultural del país. Para muestra de tanta verdad, unas décadas después, dos casos ingratos…el MAS, hoy inexistente y la propia Causa R desvirtuada y convertida apenas en una franquicia para negociar posiciones electoreras.

Traigo a colación a Maneiro y su pensamiento primero, para exigir respeto a quienes desde el causadequismo contemporáneo a veces pretenden vincular sus ambigüedades  con el nombre y la herencia de este pensador y filósofo. En segundo lugar para desenmascarar a quien se erige hoy como dueño de la franquicia causadeca, envalentonado como pupilo de la oligarquía caraqueño-mayamera.  Ese candidato sempiterno, trasnochado dirigente de un cascarón vacío, que no cree en el pueblo, debe entender, como lo hizo de manera visionaria Maneiro, que a la revolución no la detiene nada ni nadie, que en Venezuela está en curso un proceso de desarrollo de la conciencia social, un poderosísimo movimiento de organización popular como antesala a la nueva institucionalidad, un gobierno convertido en plataforma para asegurar las herramientas de organización y movilización y un pueblo que, cada vez, está más convencido de que esa transformación sólo será posible por sus propias manos.

El candidato del cascarón vacío en el fondo conoce esta realidad, por eso juega peligrosamente la carta de la conspiración. Sabe que la hora de las franquicias llegó a su fin y entiende además que en los sectores de la ultraderecha impera la hipocresía. El sabe que ya buscan candidatos extra partido, por eso han comenzado la descalificación hacia las organizaciones políticas que integran la mesa de la desunión. Buscan candidatos con chequera propia, con lindas sonrisas, con visa americana, con linaje y rancios apellidos. Por eso demoran la fecha para la escogencia de sus candidatos majunches. Maneiro fue nacionalista y antiimperialista, una más de las enseñanzas que olvidó en el camino el infiel ex alumno, quien al parecer no aprovechó ni en teoría ni en la práctica las enseñanzas de aquel maestro y las cambió por las arteras maniobras de dos o tres cámaras de televisión que le vienen muy bien a su postura circense. Más temprano que tarde el imperio le dará al traidor una cucharada de su propia medicina.

Pero si el imperio se tarda mucho, pues la lección se la darán sus criollos compinches de oposición. En Bolívar disminuyen sus esperanzas de ser candidato a la gobernación, en la AN no tiene vida, ya casi no lo invitan a programa de TV y ha quedado rezagado, convertido apenas en un twitero sin otro oficio conocido, triste papel para alguien que alguna vez se llamó “dirigente”. Es todo, por ahora, la semana próxima seguimos con más verdades bien dichas.

Los conceptos emitidos en esta columna son responsabilidad exclusiva de su autora.
Comunicadora social/Frente de Comunicadores Socialistas del estado Bolívar
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Natacha Inatti


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