El viacrucis de Lina Ron

Su adiós ipsofacto le privó la posibilidad de despedirse del más venerado de sus hermanos, el presidente Chávez, de sus fervientes seguidores y de algunos camaradas, que en ocasiones cuestionábamos su peculiar estilo de defender al proceso revolucionario ante sus enemigos externos e internos; por qué no también, quizá se hubiese despedido hasta de sus más acérrimos adversarios políticos que también son hermanos nuestros, y seguro estoy qué, en la magnanimidad de su noble corazón de madre había por allí en un apartado rinconcito, una adornada mesita con el mantel tricolor y un ramillete de flores, y sobre éstas una tarjeta de invitación que ansiosa esperaba por alguien que faltó a la cita?

Gran luto hay en los compungidos corazones, en especial de aquellos que en el momento oportuno, tal vez no supimos canalizar para buen uso y provecho de la Revolución la furia volcánica de la extinta camarada Lina Ron. ¡Cuál india guerrera! Que ni los caminos cruzados antagónicos pudieron quitar de sus femeninas manos la subvertida espada, que desenvainada permaneció hasta el final de su combativa existencia.

De Lina es bien sabido por todos que intrínseca sobre su pálida piel en un mismo verso llevaba dos Patrias: ¡su Comandante! Y todos aquellos que apelmazan en respetuoso silencio las más anheladas de las esperanzas.

Esta metaforizada historia descriptiva y poética, escrita dentro de un verbo conciliador que va más allá de un artículo de opinión, permítaseme dedicarla a la respetable memoria de esta aguerrida mujer que no necesita de adornos, ya que toda ella por si sola era un adorno, cuando en vida recorría en acción las polvorientas calles de su pueblo que la siguió y fiel se anidó en su alma.

Era Lina implacable ante el infortunio que la convirtió en objetivo de guerra y fue borbandeada con todo tipo de armas. Con dignidad arrastró su pesado madero, circunstancia que la hizo dueña absoluta de su propia doctrina y de un valioso tesoro como lo fue su estoico y humilde corazón!

En el momento preciso llegó Lina Ron al campo de la batalla revolucionaria venezolana; y con amoroso arrojo a través del sol oriental de donde surgió, ¡cantando victoria se marchó para siempre! Dijo un poeta: “Si, la vida es amor. La vida se derrumba por el amor”.


julio.cesar.carrillo@hotmail.com


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Julio César Carrillo


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