Hasta qué punto el diputado Ramos pudiera resultar un tremendo mamagogo

Mamagogo es un neologismo que someto a la consideración de mis lectores, del DRAE, y del mundo, cuya etimología resulta de una revolucionaria mixtura de raíces. De “mamantón”, raíz venezolana que significa animal succionador, y ágo, raíz griega que significa chupar bellacamente al pueblo: “Político tradicional que gusta chupar de las entrañas del pueblo” sería su fiel uso acribológico. (Y favor no confundir con demagogo, please, aunque mamagogo represente el grado superlativo de demagogo).

Valga este ejemplo, por demás ilustrativo: El profesor Rosales, por aquello de la tarjeta mi negra, es un demagogo, ¿verdad? Pero él está como alma en pena, entre Lima y Panamá, no por demagogo, sino por ser un tremendo mamagogo… ¿Me explico? Está clariito, chico.

Así que cuando el diputado Ramos, con ese rostro inexorable y majestuoso que ostenta tan plagado de atractivas ondulaciones, realizó la proposición en aquella segunda inter pelazón del área ministerial social [de otorgarle ipso facto el bono de alimentación a todos los jubilados y pensionados del país] “yo me quedé mirando cómo el agua se iba poniendo encinta de la estrella (…) Hundí mis manos locas hacia ella, y supe que la estrella estaba arriba”. ¡Qué decepción, coño, de cómo era posible que un diputado con ese rostro tan verosímil se le ocurriera hacer una proposición tan propia de alguien que estuviera bajo los efectos del alcohol o de la droga!

Pero una vez que cogí mínimo me dije, autocrítico siempre: ¡Veertebra, Raúl, tú si eres estúpido, mano! ¿No ves que el diputado Ramos pudiera tener razón, no resultando entonces tan así de mamagogo como lo conjeturas y tan olímpicamente? Y es verdad, vale: ¡Qué estúpido fui!

No me di cuenta que a lo mejor el diputado Ramos, por dios, se refería a que tales recursos necesarios se obtuvieran de los ingentes recursos que mantiene encaletados la alta burguesía desde mucho tiempo ha, a través de un impuesto al lujo, por ejemplo. Y en eso tiene entera razón técnico-tributaria el diputado Ramos, luego de habérmelo aclarado, tanto Giulianni Fonrouche, como Dino Jarach.

Pero es que también pasé por alto, como estúpido transitorio que fui, y que quizás soy, que otro impuesto pudiera estar surgiendo de las entrañas de la teoría impositiva de la Revolución, que resultaría, por cierto, una fuente increíble e inagotable de recursos, incluso sobranceros, para atender con prontitud otros cometidos sociales urgentes que heredamos de ellos mismos, y que pudiera actuar en concomitancia con el primero.

¿Y no sospechan, tontillos y queridos lectores míos, cuál pudiera ser? ¿Seguro que no?

Pues, ¡muéranse!: un impuesto equivalente a diez Unidades Tributarias (actualizadas) por cada embuste, patraña, calumnia o paparruchada que meta, que urda, que profiera o que divulgue el oposicionismo a través o no de sus medios de comunicación. ¿No salen de su asombro?

Así que piensen solamente en esto: que el SENIAT pudiera hacer un contingentamiento equivalente (o quizás perdidamente mayor) a lo que significan hoy los ingresos petroleros… ¡Na pendejá!

Ahí dejo eso para la profunda reflexión.


canano141@yahoo.com.ar


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Raúl Betancourt López


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