Les paso estos datos a los diputados de la AN para que pongan el dedo en la mi...

El martes 11-1-11, fue un día de jetas desatadas en la AN. De enfermos con rabietas artificiales y ridículas. Sólo tuve tiempo para ver las contorsiones delirantes de William Dávila Barrios, de Andrés Velásquez y de William Ojeda. Andrés Velásquez confesó que él se sentía muy castrado por Chávez, lo cual se apreciaba por abultado de su cadera. Vimos farfullar al malandro y traidor William Ojeda como una nena quinceañera.

Suficiente.

La jeta de William Dávila Barrios semejaba la de un protuberante sapo. Vomitaba flema verdi-blanca y cerraba los ojos tratando de oírse.

Inexplicable el que tantos hijos de puta le hubiesen dado el voto a este bandido.

Pero hay que decirlo sin mucho protocolo: todavía en Venezuela reverdece mucha la mierda mercenaria en la población. Y echar adelante el carro de la revolución en medio de tanta lacra y gente envilecida y bruta, es para echarse a pensar. En el Estado Mérida este delincuente de WDB fue el más votado.

¿De qué ha valido luchar tanto, denunciar tantos adecos bandidos, que hoy fresquecitos vuelven al estrado de la AN?

Algo debe andar funcionando muy mal.

Sobre todo la impunidad.

Sobre todo la manera fácil y por millones cómo llegan los dólares desde Departamento de Estado para financiar a la MUD.

Sobre todo la casi total desmovilización del PSUV en muchas regiones de Venezuela, principalmente en Mérida.

William Dávila Barrios es una bestia, tan bestia como Manuel Rosales, tan inmundo y descarado como Mazuco, pero es un Dios para millones de venezolanos.

Al delincuente y aberrado William Dávila Barrios ningún diputado le recordó que su compañero Héctor Alonso López de bancada, en ese mismo hemiciclo, le escupió en la cara por llamarle marica.
Que este William Dávila Barrios, William en octubre de 1997, soplando ya el invierno, se fue junto con Baltazar Porras, William y Ubaldo Santana a dar un largo paseo por las mayestáticas mansiones y pasillos del Vaticano. Cada soberbio decorado de santos y mártires, en medio del esplendor místico de los relucientes pasillos, les iba recordando las horribles tribulaciones del Cristo en la cruz. Ya frente a su Santidad, la pregunta de éste fue a boca de jarro: “¿De dónde salió este hombre que está gobernando a Venezuela?” Don Baltazar sonrió cohibido y solo atinó a responder: “se trata de una prueba del Señor”. Juan Pablo II le encantaban las figuras carantoñeras de gobernantes como William Dávila Barrios, a quien don Baltazar se lo había presentado junto con una larga comitiva de veinte personas (que costó todos los ojos del presupuesto merideño).

Nunca podrá saberse cuánto esfuerzo puso don Baltazar por llevar a William ante el Papa y por qué. WDB había caído en horrible pecado... Jamás don Baltazar le habría pasado por la mente llevar ante el Papa a Juan Félix Sánchez[1], el hombre más santo y más sabio de los Andes venezolanos, porque hasta el mismo Juan Pablo II se habría avergonzado ante la presencia de un verdadero santo. Pero le llevó a William, y como el Papa también recordaba la otra figura carantoñera de Lusinchi, quien lo recibió en su primer viaje a Venezuela, tan parecida a la de William, ¡por Dios!, no podía dejar de preguntarse: “¿De dónde salió este hombre?”

Con tamaña comitiva recorrió WDB Europa muerto de la risa, echándose al buche más de 20 millones de dólares.

William Dávila Barrios estuvo involucrado en la venta de pasaportes a chinos, por lo cual lo destituyen del Vice-ministerio de Relaciones Interiores; estuvo metido en la realización de múltiples contratos nerviosos a la hora de entregar su primer mandato en Mérida; forjó un fax para autonombrarse secretario general de AD en Mérida; realizó pintas vulgares en las calles de Mérida contra el director del diario El Vigilante, doctor Eurípides Moreno, por lo que su carro fue detenido, y él mismo llevado a declarar a la PTJ. Estuvo vinculado con el narcotraficante William Fajardo, y junto a éste hizo la presentación de un libro en el Club Demócrata de Mérida. Tantos pecados encima, y llega se echa otro más con la anuencia eclesiástica de don Baltazar Porras, quien hace gestiones para llevarlo ante el Papa. ¡Qué tragedia ha sido para el pueblo este hombre! Con este señor todo estuvimos una temporada en el infierno, por consentirlo y al no protestar como se debía, hacernos cómplices de sus desvaríos y monstruosos pecados.

El 3º de noviembre de 1994, William Dávila Barrios, como dijimos al principio, recibe en pleno rostro, un escupitajo que le lanza su compañero de partido Héctor Alonso López. Ocurrió en pleno hemiciclo del Congreso de la República. Hubo en ese escupitajo de todo, entre otras cosas lo del tema del cartel de Maturín que provocó la expulsión de Luis Emilio Rondón. Declaró Héctor Alonso López, enfurecido ante las cámaras de televisión, que cuantas veces fuese necesario lo volvería a escupir. El tinglado incluye el hecho de que el senador Willíam Dávila Barrios estuvo regando la especie de que H. A. L. es homosexual.

Qué insólito, qué cruel, que bestial que haya millones de venezolanos que crean en esta lacra. Sin duda, que contra la estupidez, ni los mismos dioses pueden.

jsantroz@gmail.com



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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