El gran retorno al campo...

Este proceso revolucionario es rico sin duda alguna, en el transcurrir del tiempo nos enseña cada vez más; lo más importante, sin duda, el aprendizaje permanente, constante y capaz de asombrar al más incrédulo de todos. Un proceso que es construido en medio de las ruinas a que nos sometió siglos de dominación por parte de los imperios (español y luego el gringo), no es más que un reto de dimensiones extraordinarias.

Una de las aristas es el tema agroalimentario, específicamente el de la Soberanía Alimentaria, un tema que obviamente va más allá de la mera seguridad alimentaria y que coloca al campo en el centro de una profunda revolución necesaria, inaplazable y con profundas repercusiones en el ámbito cultural y educativo. No es sencillo desengancharse del concepto implantado por el imperio a países como el nuestro, demás está señalar la terrible crisis alimentaria que afecta al mundo. Revertir lo que se constituyo en un modo de vida no es cosa de premuras pero si nos obliga a no detenernos en el avance hacía la política de soberanía alimentaria. La revolución bolivariana no puede soslayar un tema tan vital como el tema agrícola en el país, sin embargo, la batalla no es sencilla, como todas las batallas, pero esta tiene sus intríngulis, sus bemoles que la hace especial. En pleno siglo 21 encontramos en la zona sur del lago situaciones más retrógradas que el propio feudalismo y si hacemos revista de la geografía nacional nos encontramos con problemas de distinta índole pero que son trancas para el avance de la revolución en el campo.

Un cuadro de estas características nos obliga a enfocar el tema de manera integral y con un profundo espíritu revolucionario, capaz de romper con viejas cadenas y con toda una cultura implantada por el modelo capitalista que convirtió a Venezuela en un sultanato petrolero. Venezuela vivió de su agricultura hasta que la oligarquía comercial y usuraria vio en la importación de productos agrícolas para el consumo una ganancia adicional, esto aunado a los intereses imperialistas se combinaron en una receta diabólica que sugería acabar con el campo venezolano, o mejor dicho con la producción agrícola en Venezuela; finalizó el siglo 19 y llegó el 20 y la producción agrícola en Venezuela cayó estrepitosamente…el campesino no tuvo otra alternativa que irse a la periferia de las grandes ciudades a conformar los cinturones de miseria que hoy se derrumban como barajitas, creando la terrible crisis de damnificados que hoy nos afecta, pero que también nos abre las puertas de una profunda revolución urbana.

No en pocas oportunidades se ha analizado el tema, expertos en el mismo han dado sus opiniones, pero el campesino espera por acciones contundentes y revolucionarias. No podemos conformarnos con un pequeño grupo de haciendas expropiadas, se requiere ir más rápido en una carrera contrarreloj que es visible en el horizonte ante la crisis alimentaria que amenaza al mundo. Ahora bien, no es posible llevar a cabo una revolución agroalimentaria sin el retorno al campo de quienes llevados por el capitalismo a las ciudades sufrieron un profundo proceso de desarraigo que los alejo de los campos, como verán es una tarea nada fácil, entre otras cosas tomando en cuenta la deformación cultural y educativa que ubica a Caracas como el centro de la vida y lo demás “monte y culebra”…cómo se logra, he allí el reto, una revolución debe plantearse, incluso, “tomar el cielo por asalto”.

Para cualquier observador imparcial, lo hecho hasta ahora es bastante, no lo dudamos, para un revolucionario la interrogante debe ser ¿Ha sido suficiente? ¿Podemos hacer más en el menor tiempo posible? El campo requiere no solo de inversión financiera, necesaria y vital, el campo requiere de inversión humana ¿Qué como se logra? He allí el reto de todos…no solo del ministerio del área, es la articulación de una política que requiere de una profunda espiritualidad que nos reencuentre incluso con nuestros ancestros, que nos identifique como una misión impostergable e insoslayable. La misión Retorno debe estar aunada a todo un entorno que resuma en un mismo objetivo distintas aristas y ello incluye el ámbito territorial, el educativo, el tecnológico, el cultural, etcétera.

Así como el problema de los damnificados nos permitirá acelerar la revolución de la vivienda, el tema de la soberanía agroalimentaria nos tiene que impulsar a un estadio superior, el campo debe ser el teatro de operaciones de una colosal operación que nos permita ver el mundo nuevo, el mundo socialista.

PD. Prometemos que este nuevo año luego de una significativa ausencia, estaremos sin descanso trabajando este tema tan importante y neurálgico


latojeda@gmail.com


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Luis Alberto Toro Ojeda

Publicista. Militante de izquierda. Integrante del Frente Bicentenario de Campesinos del estado Trujillo. Integrante del PSUV.

 latojeda@gmail.com      @latojeda

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