Parte II

Comandante: Vamos duro con la primera linea de acción política

Quiero iniciar esta segunda parte retomando en forma categórica la siguiente afirmación, un poco parodiando al Che, quien decía “en una revolución se triunfa o se muere, si es verdadera”, y yo digo toda acción revolucionaria es subversiva, si es verdaderamente revolucionaria; si no será panfletaria o una caricatura de asomo revolucionaria.

Voy a agregar solo un par de cuestiones que no las menciono en el primer artículo, que de paso voy a reeditar en toda su dimensión. Pero considero fundamental, reivindicando el carácter subversivo, y es que para comenzar a cambiar las estructuras y por consiguiente la superestructura de la cual se sostiene nuestra cultura capitalista con toda su carga ideológica, es necesario subvertir patrones, normas conductas, estilos, es decir todo el formato que le da vida y continuidad a la vieja cultura política en la cual fuimos formados y que se sigue reciclando en nuestras escuelas, universidades e instituciones; cual “Aparatos reproductores del estado de dominación”

Por ello recojo en estas líneas, creo que en su justo contexto, lo señalado por Rafael Loreto Mundo, prologando “Teoría de la Ideología Contracultura”, una selección de texto de Ludovico Silva (Recomendamos su lectura), al citar a Chávez en un discurso por allá en el 2007, cuando el Comandante Presidente afirmó “Yo soy un subversivo en el Palacio de Miraflores. Venezuela tiene un subversivo en el Palacio de Gobierno, porque siempre ando pensando como subvertir”. ¡Y es verdad!, no habrá revolución si no le trastocamos el metabolismo al capital, a decir de Itsvan Mészáros, y el mismo Loreto “El capitalismo considera como lo mas subversivo la toma de conciencia”.

Ya para retomar textualmente lo planteado en el primer artículo publicado por aporrea, de fecha 19/12/20010, quisiera dejar una tarea subversiva e impostergable, hay que cambiar la lógica de funcionamiento y de algunos funcionarios de nuestras instituciones públicas; hay que construir una nueva forma de ser y hacer gobierno, partiendo del buen hacer para el buen vivir. Implica entonces subvertir el orden funcional de las estructuras que mantienen los patrones de la cotidiana rutina. Insisto esto para lo institucional, pero suma igual para las estructuras organizativas sociales afines al proceso revolucionario bolivariano. Por ello quisiera con Ludovico Silva, decir “…y entonces yo no sé que es lo que vivo: si corro con el tiempo hacia el futuro o si estoy resbalando día a día hacia la prehistoria…”

Hay ideas, planteamientos y hasta proyectos que no tienen eco, asidero y mucho menos acogida, sino en su tiempo justo de maduración; cuando están dadas las condiciones objetivas y subjetivas, de acuerdo al método marxista, el que reivindicamos como método para la acción cotidiana.

Así podemos encontrar múltiples intentos de trascender los límites que nos imponen las estructuras y las superestructuras, como andamiaje políticos-sociales e ideológicos. No dejemos de mirar los ejemplos de Simón Rodríguez, J.C Mariátegui y tantos otros visionarios de nuestra historia.

Lo que deseo reflejar en este primer intento de contextualizar la línea de trabajo y postura política sostenida en tantos escenarios, tiene que ver con lo planteado por el comandante Chávez

en lo que consideró el nuevo segundo mapa estratégico y que definió como las líneas de acción política.

El 24 de agosto de 2007 (por cierto día de mi cumpleaños), escribí en Aporrea.org, un artículo que lo llamé "La Educación Política en los Nuevos Tiempos", en el traté de mostrar las dos caras de la cultura política; la del punto fijismo y la nueva cultura en el marco de los valores socialistas. De ese planteamiento voy a retomar su esencia.

En la democracia del punto fijismo, que dominó en toda la IV República, la sociedad era regida por parámetros de la democracia representativa y consideran al igual que los griegos, que hay más idiotas que ciudadanos: diseñan políticas, impulsan acciones específicas, promueven candidatos o ellos mismos se promueven y son candidatos, y la gran mayoría de la población, en el mejor de los casos, acude a votar los días de elección. Esta cultura de cabalgar sobre los lomos de los silenciados en su trabajo político- social, sigue casi intacta. Chávez los vientos que derribaron los viejos molinos siguen soplando.

La minoría política, o hacedores de oficios de la politiquería, al publicitarse asimismo como representación de la voluntad del pueblo, de manera activa mantiene alejada a la gente de los escenarios de toma de decisiones y de discusión política, no le perdonan a un pueblo que además de elegirlos, discuta, cuestione y decida sobre asuntos relacionados con el poder que ellos entienden solo de su competencia.

Si esto es así, aunque va cambiando, casi imperceptiblemente producto de la práctica de cimarronear de nosotros, pueblo cimarrón, que continuamos por las laderas de las cumbres y los encumbrados de ayer y de hoy; debemos entonces empujar para que en el marco de la nueva cultura política participativa, se haga indispensable eliminar la distinción entre dirigentes, militantes, simpatizantes y amigos, de tal manera que no siga ocurriendo como lo ha consagrado la experiencia de la partidocracia.

Desde hace algún tiempo, aunque con muchos obstáculos por parte de grupos de mucho poder, se ha venido planteando en el seno de órganos politizados y organizaciones populares, que la vieja manera de hacer política en Venezuela, centrada en el modelo de democracia representativa, confronta una crisis de legitimación y que se fue agudizando con la puesta en marcha de la explosión del poder comunal a través del quinto motor de la revolución y que paulatinamente ha venido tomando cuerpo con los consejos comunales y las comunas en construcción; aun con todas las dificultades que ellas presenten en su tránsito por esta historia reciente. Es ese combate que se sucede entre lo que no termina de morir y lo que está emergiendo.

En esa tensión se agudizan también las contradicciones entre las distintas fracciones, corrientes y grupos que están en el poder buscando apoderarse de las palancas gubernamentales y mantener cuotas de poder y privilegios; a estas expresiones de la dinámica política, se les denomina "derecha endógena, izquierda light" o simplemente los gato pardianos. Aunque en un debate no muy reciente alguien me increpaba, diciendo que la derecha endógena era una invención para desprestigiar el liderazgo emergente o consecuente de algunos líderes que despuntaban o se mantenían en el tiempo. Aun mantengo mis reservas con

esto. Para muestra hay suficientes ejemplos: Pablo Medina, Ismael García, Henry Falcón y otros visibles o poco visibles, por su misma condición camaleónica.

Ahora bien, como el hecho político en sí mismo es un acto inherente al ser humano, es decir, el ser humano por naturaleza es un ser político, proveer a la población de una buena educación política e ideológica, juega un papel de primer orden; no sólo se trata de convencer a la gente para que crea en las propuestas, debe existir, además del mensaje una actitud ética, moral y militante, que se comprometa con las propuestas y el sentir de la gente, más sobremanera cuando estamos hablando de transformaciones y vuelco hacia otra realidad distinta, reflejada en el marco del socialismo del siglo XXl. Nuevo Socialismo que implica la discusión sobre la propiedad privada, poder popular, proceso constituyente y democracia. Toda esta discusión va desde la ética socialista hasta el alcance de la plena felicidad, pasando por la redefinición de nuestro actual modelo económico, el reordenamiento territorial, las políticas internacionales soberanas, que implican una nueva institucionalidad, hasta la organización política revolucionaria en la que militaremos. Igualmente ese sujeto político, que hemos dicho somos todos y todas, debe saber definir, identificar y caracterizar al enemigo y sus aliados en todos los espacios y las responsabilidades que éste tiene en lo interno y externo donde opera; para poder identificarlo y caracterizarlo como enemigo ideológico, necesariamente se requiere de una mínima formación política e ideológica, para poder combatirlo e impedir su avance y posicionamiento tanto en las estructuras del estado, así como en los espacios territoriales.

La conciencia revolucionaria está íntimamente relacionada con un alto grado de compromiso individual y colectivo, así como una alta disposición para entender los cambios y propulsarlos, pero además debe poseer un factor de convicción adicional; el componente ideológico que es la expresión política más alta de compromiso revolucionario. Una de las principales tareas que nos impone la realidad actual en el camino de la profundización y consolidación del proceso revolucionario es el conocimiento a través de la lectura y el estudio constante y colectivo, tanto de los discursos del comandante, los grandes teóricos universales y nacionales, así como las producciones no sistematizadas de los creadores el pueblo; para poder ir blindando nuestra práctica con las herramientas teóricas, que le den más fortaleza a nuestra revolución.

La revolución solo se sostendrá, si trabajamos por elevar los niveles de conciencia revolucionaria de nuestro pueblo. Nadie defiende lo que no ha internalizado como su creación, como la brújula que orienta su proyecto de vida, y eso se va logrando cuando todos los espacios los convirtamos en escuela de formación política e ideológica, tanto en las organizaciones donde emerge el poder popular, más aún en las instituciones del estado.

¡¡SIN TEORIA REVOLUCIONARIA, NO HAY PRÁCTICA REVOLUCIONARIA!!

¡¡ HACIA LA NUEVA CULTURA SOCIALISTASOCIALISTA!!!

baredu25@hotmail.com





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Bartolo Hernández (Hochiminh)


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