Carta abierta a la iglesia católica de Venezuela

¿Cuantos damnificados están en alguna iglesia cristiana?: ninguno!

Estas palabras las tengo guardadas en mi corazón, impregnadas del dolor que nace al abrazar a los niños que apenas nacen y están en un refugio de la revolución, de la desesperanza de sus madres, impregnadas del desahucio y el desamparo que encontré en sus miradas, de la humildad con la que me pedían ayuda. 140 seres humanos que quedaron sin casa, por más humilde que estas fueran , son quienes templan mi garganta esta noche al regresar a casa.

Ante el dolor y la súplica de los humildes, ante su situación ante el futuro llena de espanto, hoy fue uno de esos días en que mis ojos miraron al cielo. Yo no soy creyente de dioses, soy ateo y creyente del amor como la fuerza suprema, mirar al cielo fue un acto de súplica a la fuerza de la vida para que cese este tormento, para que cese la lluvia infernal que castiga mi pueblo, esta tragedia que nos deja en nuestras manos a madres e hijos, a camaradas todos, cuya única esperanza es el esfuerzo revolucionario que estamos asumiendo.  Mis ojos miraron al cielo buscando a ese dios en el que todos creen, la rabia de mi espíritu quería pedirle alguna explicación. ¿Por qué los pobres son a quienes dejas solos y sin amparo?.

Luego tuve que preguntarme con la rabia escrita en mi rostro donde carajo estaba dios que no hacía nada por mi pueblo. ¿Cuántas y cuantos de mis hermanos venezolanos víctimas de toda esta tragedia, estaban durmiendo en iglesia alguna?  Cuál de tantos curas que atacan la revolución estaba en barrio alguno ayudando al pueblo?

Jesús, o Cristo, como quiera que lo entiendan,  fue un revolucionario. Yo pretendo serlo. Mi deber es escribirle a todo mi pueblo la indignación que siento ante esta iglesia vendida. ¿No son las iglesias la casa del pueblo? ¿Puede algún miembro de esta casta burguesa católica que pretende tener en sus manos la palabra de Jesús, entonces, explicarme, porque las puertas de todas las iglesias de Venezuela están cerradas al pueblo ante esta desgracia? ¿Puede alguien explicarme a donde va el dinero de las limosnas, si no sirve para garantizar cobijo y alimento a mi pueblo cuando sufre?

Hugo Chávez Frías convirtió  en iglesia al Palacio de Miraflores, abrió sus puertas para dar amor y esperanza a el pueblo abatido por la desgracia, las abrió con sus manos y su boca llenas de las enseñanzas de Jesús, el revolucionario aquel que castigó con su látigo a los mercaderes del templo.

Yo solo quiero hacer pública esta pregunta a las santas autoridades del Vaticano: ¿Dónde está la palabra de señor alguno que dicen que profesan? ¿Dónde el amor a los pobres que les imploró Jesús?

Cientos de iglesias, espacios enormes, cerrados para el pueblo hasta en estas calamidades. deben regresar a las manos de sus beneficiarios. Yo solo quiero que el pueblo piense y se de cuenta. ¿Curas para atacar a Chávez en nombre de Cristo y para hacerse los sordos ante esta terrible tragedia?

Hoy nuestro comandante en jefe  es la voz de ese Jesús perdido en las empolvadas escrituras. Hoy el pueblo de Venezuela tiene que pararse un momento y reflexionar antes de regresar a estas iglesias traidoras que se han quedado calladas ante el dolor que sentimos.

No puedo pedirle al presidente comandante que expropie las iglesias, pero debería. No puedo pedirle que abra las puertas de la casa de Dios para socorrer a sus feligreses, pero debería. No puedo pedirle que exija a esta corte de sotanas traidoras que le hablen y respondan al pueblo. ante su silencio inmoral en estos días de dolor y tragedia. No, pero si puedo pedirle al pueblo, a este hermoso pueblo con el que pase el día de hoy, sembrando esperanzas,  hablando de revolución y de la necesidad de ser uno con Hugo Chávez, que tome lo que le pertenece: le pertenece dios y le pertenecen sus iglesias, le pertenece este futuro por el que todos estamos luchando, le pertenece la palabra de Jesús el combatiente y las del Che y las de Chávez que hoy hace de su Palacio la nueva Iglesia de los pueblos de la América.Pueblo: abre las puertas de las iglesias que son tuyas y no de los traficantes de la fe. Lo que es del pueblo, para servir al pueblo. 

Venceremos. 


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Raúl Bracho


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