Sentir Bolivariano

Hasta la victoria siempre, Comandante

La primera vez que oí la voz del comandante Fidel, acababa de cumplir mis primeros 16 años. Iniciábamos nuestra formación política en la Izquierda Venezolana y, entre otros documentos importantes, oíamos clandestinamente grabaciones de algunos discursos del líder de la Revolución Cubana. Seguramente debatimos sobre aquel de la autodefensa, de Octubre de 1953, después del asalto al cuartel Moncada: “…Señores magistrados: ¡Por qué tanto interés en que me calle? ¿Por qué, inclusive, se suspende todo género de razonamientos para no presentar ningún blanco contra el cual pueda yo dirigir el ataque de mis argumentos? ¿Es que se carece por completo de base jurídica, moral y política para hacer un planteamiento serio de la cuestión? ¿Es que se teme tanto a la verdad? ¿Es que se quiere que yo hable también dos minutos y no toque aquí los puntos que tienen a ciertas gentes sin dormir desde el 26 de julio?... porque en este juicio se está debatiendo algo más que la simple libertad de un individuo: se discute sobre cuestiones fundamentales de principios, se juzga sobre el derecho de los hombres a ser libres, se debate sobre las bases mismas de nuestra existencia como nación civilizada y democrática. Cuando concluya, no quiero tener que reprocharme a mí mismo haber dejado principio por defender, verdad sin decir, ni crimen sin denuncia… me apiado de vuestras honras y compadezco la mancha sin precedentes que caerá sobre el Poder Judicial. En cuanto a mí, sé que la cárcel será dura como no lo ha sido nunca para nadie, preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento, pero no le temo, como no temo la furia del tirano miserable que arrancó la vida a setenta hermanos míos. Condenadme, no importa, la historia me absolverá”.

De igual manera, nos nutrimos de los planteamientos hechos el 8 de Enero de 1959 en la Fortaleza Militar de Columbia, en La Habana, después del triunfo de la revolución: “…Yo sé que al hablar esta noche aquí se me presenta una de las obligaciones más difíciles, quizás, en este largo proceso de lucha que se inició en Santiago de Cuba, el 30 de noviembre de 1956. El pueblo escucha, escuchan los combatientes revolucionarios, y escuchan los soldados del Ejército, cuyo destino está en nuestras manos. Creo que es este un momento decisivo de nuestra historia: la tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa. Y sin embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañemos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil…”

Y siguieron pasando los años. Nosotros acá, en Venezuela, buscando el camino bolivariano que se había perdido en algún momento de nuestra Historia. Cuba resistiendo los embates del imperio, bajo la dirección de Fidel y sus compañeros de lucha; y sirviendo de ejemplo a los demás pueblos de Nuestra América y del mundo. Aprendimos que el verdadero sentido de la resistencia de Cuba durante todos estos años, no ha sido sólo salvar su independencia, su derecho a la justicia social y a la autoderminación como pueblo, sino además salvar la esperanza, la posibilidad de construir socialismo y de profundizar el desarrollo del nuevo pensamiento revolucionario, en otras partes del mundo.

Oímos y leímos en diferentes oportunidades las advertencias de Fidel sobre los problemas que acabaron con la esperanza en la Unión Soviética. Ha dicho que aunque aquel Estado constituyó una fuerza estratégica para la revolución mundial, la pérdida interna de sus valores, su anquilosamiento espiritual, entre otros errores, lo dejaron sin respuestas para su propio proceso y para los problemas presentes y futuros de la humanidad. Que Cuba, por el contrario, aunque no exenta de fenómenos negativos internos, es una Revolución que ha mantenido vivo el vínculo con las masas y el respaldo de ellas, la comunicación entre la dirección y el pueblo, la honestidad administrativa, el rechazo a los privilegios de casta y la voluntad de hacer efectiva una política de principios y valores revolucionarios.

Aquí pasamos por el Caracazo, en 1998; la insurgencia militar de 1992, dirigida por el Comandante Chávez; la campaña electoral de 1998, que dio inicio a la Revolución Bolivariana, en esta nueva etapa, con Chávez como presidente de la República. Se inició el convenio Cuba-Venezuela, nacieron las misiones sociales (que tanto beneficio ha traído a nuestro pueblo), llegaron los colaboradores y las colaboradoras de Cuba, se fortalecieron los lazos de cooperación y de amistad entre dos pueblos que han decidido ser definitivamente libres. Luego, en 2004, en el momento menos esperado, el Presidente Chávez me designó embajador de Venezuela en esa hermana república. Gran honor y enorme compromiso. Allá, en la Isla, constaté lo ya sabido, que el pueblo cubano, como producto de la revolución; y con el liderazgo de Fidel, posee, como dice el prólogo del libro La Revolución Cubana: “…una cultura eminentemente avanzada, patriótica y socialista, que es a la vez escudo para defender a la isla del constante asedio informativo y psicológico de sus enemigos, y espada para tomar la ofensiva y abrir camino en el decisivo terreno de la lucha de ideas. Esta cultura,… tiene mejores posibilidades que otras de comunicarse con las fuerzas políticas y los hombres y mujeres de pensamiento en todo el planeta, de contribuir a profundizar en los problemas actuales de nuestro mundo y avizorar las soluciones que exige el futuro que se nos viene encima…”.

Ahora bien, Fidel continúa alertando sobre la necesidad de seguir fortaleciendo la solidaridad y la unidad entre los pueblos del planeta, la aceleración de la lucha por sus legítimos derechos; contra la pretensión de los Estados Unidos de mantener la hegemonía política y militar; sobre la crisis mundial, que ya no es sólo financiera, sino también política, espiritual, social y ecológica; que en este momento histórico, el principal papel de la Revolución cubana –y el suyo propio- es el de trabajar para crear conciencia del deber social y lograr que los hombres y mujeres de todas las latitudes comprendan los problemas a los que se enfrenta el mundo.

Es lo que ha hecho y seguirá haciendo para bien de la humanidad. En su reciente mensaje a la Asamblea Nacional de Cuba, advirtiendo sobre el peligro de una guerra nuclear, pero manteniendo con sólidos argumentos la esperanza en el género humano concluye: “…La población del planeta puede ser regulada; los recursos no renovables, preservados; el cambio climático, evitado; el trabajo útil de todos los seres humanos, garantizado; los enfermos, asistidos; los conocimientos esenciales, la cultura y la ciencia al servicio del hombre, asegurados. Los niños, los adolescentes y los jóvenes del mundo no perecerán en ese holocausto nuclear”.

Así será Comandante, adelante siempre y continúa como hasta ahora, siendo un faro luminoso para la Revolución Mundial. Felicidades en tu cumpleaños número 84, Fidel. ¡Hasta la Victoria Siempre !!


sentirbolivarianobarinas@gmail.com


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Adán Chávez Frías


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