La falsa divulgación científica de Arístides Bastidas

El artículo que leerán a continuación es un ejemplo de falsa divulgación científica, lleno de errores históricos (e incluso de redacción). Está a cargo de nuestro célebre Arístides Bastidas, y es por ello, camaradas, que siempre digo: ¡atención a las vacas sagradas!

Mis observaciones entre corchetes:
 


"También el noble Leonardo Da Vinci sucumbió a la tentación de idear máquinas eficientes para los negociantes de la muerte"


Por Arístides Bastidas

[Para comenzar, ya el título incurre en una gravísima difamación: supone que Leonardo da Vinci, uno de los más grandes humanistas, inventores y artistas que haya conocido la historia, ideó armas mortíferas motivado por el negocio de la guerra. Eso es omitir una gran parte del asunto: todas las ciudades-naciones de la época requerían un sistema de defensa permanentemente renovable y eficiente. En 1499, por ejemplo, cuando Leonardo apenas terminaba La última Cena (su magistral fresco de Milán), los franceses invadieron la ciudad y tuvo que escapar de ella. Se fue a Venezia, sin saber que una gigantesca flota otomana estaba anclada en el puerto, preparándose para invadir la ciudad. Fue así como Leonardo "voló" al Consejo de Venezia y propuso la singular idea, nunca antes vista, de atacar a las naves por debajo, abriéndole huecos y hundiéndolas, para lo cual inventó en pocas horas nada menos que la escafandra. Es en situaciones similares que el genio de da Vinci abordó el tema de las armas, siempre con propósitos defensivos, o en todo caso con adecuación a la inestable y violenta geopolítica de la Europa de su tiempo. Nada que ver con la "tentación" de un oficio lucrativo, su pasión era la naturaleza y sus múltiples secretos].


Parece que el hombre más angelical, hay una predisposición para el mal, que adquiere de la sociedad. Digo esto a propósito de la obra del inmortal Leonardo da Vinci (1452-1519). El empleó su imponderable genio tanto en un arte que desbordó los límites de la perfección como en un quehacer científico y técnico, en parte del cual traicionó su profundo humanismo. Eso no altera la verdad de que hizo honor, a las luces del Renacimiento que disiparon la sordidez de las fuerzas dominantes en el Medioevo. Son bien conocidos la Mona Lisa, La Ultima Cena, o esa fusión de religiosidad y naturaleza que es la Virgen de las Rocas. Pero su ingenio fue más allá de los campos de la escultura y la arquitectura donde también se relevó.


El gran florentino fue visto al nacer como un hijo del pecado. Su madre fue una campesina en cuya mocedad se saciaron las apetencias de un señorón de la nobleza. Tuvo la suerte de formarse en el taller del famoso Andrea del Verrochio. Leonardo era de temperamento agudo de una gran capacidad de observación y de una voraz curiosidad. Si bien aprendió las técnicas artísticas de una escuela enriquecida aún a la sombra de la Inquisición, se desconoce de donde tomó los principios de las distintas ciencias que cultivó. Se valió de la admiración que le profesaba al Papa Alejenadro VI a fin de que le autorizara a disecar cadaveres [obtuvo tal autorización, mas no del Papa] para conocer la anatomía del cuerpo humano. Esto le permitió anticiparse a Harvey, el descubridor de la circulación mayor, en la descripción del músculo cardíaco.


Leonardo se guiaba por la filosofía de que la razón debía nutrirse con la experiencia. Esta norma era opuesta radicalmente a la aún vigente de Aristóteles, y otros pensadores griegos, de que el razonamiento abstracto lo explicaba todo [falso: Aristóteles fue una suerte de primer empiricista y modelo para Leonardo, así como para el positivismo científico del siglo IXX]. Leonardo precedió a Galileo y a Francisco Bacon, en el principio de que sólo es verdadero lo comprobable experimentalmente una y otra vez. No fue Galileo sino Leonardo quién advirtió que los cuerpos aceleran constantemente su velocidad Un par de siglos antes de la prueba de Newton con dos prismas, afirmó que la luz blanca era "la razón de los siete colores" [sólo que Leonardo no se refería a la descomposición prismo-cromática, sino a la aplicación de los colores en el arte pictórico]. La investigación le fascinaba tanto como su trabajo con el pincel y el cincel [falso esto último: no tenía ninguna fascinación por el cincel, era conocida su aversión a la escultura, que consideraba un arte menor y de la cual se burlaba, comparando a los escultores a los panaderos, por estar siempre llenos de polvo; fue tan reticente en realizar el monumento ecuestre para Ludovico Sforza como Miguel Ángel en pintar la Capilla Sixtina]. Esto se aprecia, por ejemplo, en sus diseños de peces de juguete que hacía nadar, accionados por una cuerda como la de algunos relojes [...?...].


Su propósito era la de aprender las leyes de un barco que navegara sin ser visto, es decir del submarino. Debió enterarse de los aciertos de los griegos en astronomía. Cuarenta años antes de que Copernico demostrará que la Tierra era la que giraba en torno al Sol, Leonardo escribió el tratado acerca de la rotación del planeta [no existe un tal tratado hecho por Leonardo]. Allí mencionaba la evidencia mostrada por Heratóstenes de que la circunsferencia de la Tierra era aproximada a la establecida hoy, que es de 40 mil Kms [se trata sólo de comentarios atribuidos a su amistad con el matemático Pacioli]. Especializado en el manejo de los números dijo que estos daban idea de la eternidad. Se fundaba del hecho cierto que en una cuenta ascendente siempre habría un número inmediatamente superior y en una cuenta descendente habría siempre un número inmediatamente anterior.


Tres siglos antes de que Lavoisiere descubriera el oxígeno [Lavoisier —no Lavoisiere— no descubrió el oxígeno, sólo su rol en la combustión y en la respiración vegetal y animal, basándose en los trabajos de Priestly], Leonardo sosuvo que había un aire vital. Le debemos el sigo + de la suma, el - de la resta, la x de la multiplicación y la ·/· de la divisón [falso, son de origen algebráico —ni siquiera aritmético— y algunos aparecen publicados por primera vez en Alemania por Johann Widman en 1460 —cuando Leonardo tenía 8 años—]. Este distintivo de las operaciones aritméticas que no se les ocurrió a los árabes [...?...], da idea de la perfección que procuraba Leonardo en todo lo que hacía. Concibió un aparato como el helicóptero inspirado en el movimiento de rotación sobre sí misma de las alas de los insectos [¿alas de insectos que rotan sobre sí mismas...?]. Todavía no se ha ni siquiera proyectado construir su ornitópero, cuyos planos hizo y que debía de volar agitando las alas como las aves. Miguel Angel, 23 años menor que él, lo detestaba y solía decir que un mono suyo amaestrado sabía más de escultura y pintura que "ese aprendiz de violinista" [la rivalidad entre ambos es conocida, pero Miguel Ángel nunca consideró a Leonardo un pintor mediocre, sólo un pésimo escultor, y sólo en la medida en que Leonardo lo consideraba, a su vez, un pésimo pintor].


Aludía a Leonardo que acostumbraba a tocar ese instrumento en reuniones festivas a las que le aficionaba. Entre sus máquinas, todas accionadas por el músculo humano , había una que fabribaba 40 mil agujas por hora. Lamentablemente puso su talento al servicio de los propósitos bélicos de los príncipes de Florencia [no habían príncipes en Florencia, sino gobernadores de facto (los Medicis), y sus servicios de ingeniero militar los ofreció primero a Ludovico Sforza (Duque de Milán), y luego a César Borgia (Duque de Romaña), ambos enemigos de los Medicis, quienes se las arreglaron para discriminar y desterrar "diplomáticamente" de Florencia a Leonardo en su juventud]. Construyó un cañón que disparaba con la fuerza del vapor de agua y llevó a cabo el proyecto del artefacto de guerra más destructor de su época. Lo llamó el Clotonbrot. Consistía en un dispositivo lleno de pólvora, sulfuro y balas de hierro. Acerca del mismo Leonardo escribió: "Es la máquina más mortífera que existe. La bala del centro estalla y dispersa las demas, a las que prende fuego en un lapso menor que el del rezo de un Ave María. No hay alma que se escape en cien varas a la redonda ". A su sepelio asistieron sesenta pordioseros a los que le legó su fortuna [falso: su voluntad sólo fue que 60 pordioseros siguieran su cortejo fúnebre, sus bienes intelectuales los legó a Francesco Melzi para su publicación (un discípulo que guardó el patrimonio de Leonardo por cincuenta años y que, contrariamente a la voluntad del maestro, nunca publicó ninguno de los 50.000 documentos que quedaron en su poder, de los cuales hoy sólo tenemos 13.000); sus otros bienes los legó a Salai (un viejo discípulo), a sus hermanos y a dos sirvientes].

¿... "La Ciencia Amena"...?





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Xavier Padilla


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