Una grave situación de disociación psicótica y la amenaza militar del imperio

La patria amenazada éxige médidas contundentes

“Cuando el clarín de la patria llama, hasta el llanto de la madre calla”, nos decía nuestro Libertador.  Eso es cierto. Lo es particularmente para aquellos y aquellas en quienes el sentimiento de patria nos está indisolublemente ligado al más profundo amor filial. Preocupa, y no poco, que en momentos como los actuales, cuando ese clarín llama con tonos de angustia, una parte muy considerable de quienes han nacido en nuestra tierra reaccionen ante la madre amenazada con indiferencia e incluso beneplácito ante la posible agresión. Esta es una sensación bastante generalizada en todo el suelo patrio, pero lo es aún más en estas tierras fronterizas con el lugar de donde proviene la amenaza. Algo no sólo triste y repugnante sino definitivamente peligroso.

¿Cuál sería la actitud de estos y estas “compatriotas” en el caso, muy probable, de que se desencadene un conflicto armado?, ¿hasta donde podría llegar el “colaboracionismo” con el agresor, de estos y estas disociados y disociadas? En la estrategia general del imperio agresor la existencia de una “Quinta Columna” proactiva es, sin duda, una pieza importante. La eficacia de este tipo de personas en el ámbito de la siembra de desconcierto, confusión y desorden entre las filas patriotas está demostrada. Durante la guerra (in)civil española, las fuerzas franquistas a las órdenes del General Emilio Mola usaron esta “Quinta Columna” con demoledora eficiencia. Madrid cayó en manos del franquismo no sólo por el asedio de las cuatro columnas usadas en el asalto sino –muy especialmente- debido a esta “Quinta Columna” y su acción demoledora desde dentro.

Componían esta columna  aquellos sectores que dentro del Madrid que resistía conspiraban a favor del franquismo pasando por republicanos. El término ha quedado como signo de aquellos traidores que, siendo ciudadanos de un país guardan su lealtad o se colocan al servicio de un país enemigo. Este caso está dolorosamente patente en muchos de nuestros “compatriotas” –la inmensa mayoría de ellos sin causa de fondo pues no son “oligarcas”, sólo que los han enfermado de tal manera que se lo creen- entre ellos, periodistas, profesionales, políticos desplazados, miembros de ONG´s, estudiantes de universidades privadas y autónomas, un buen número de nuestros compatriotas eurodescendientes, etc., etc. Un drama para cualquier país del mundo esta situación. Un desgarramiento tan doloroso como peligroso para la buena salud de la Patria.

La falange o punta de lanza de esta operación desnacionalizadora son los medios de desinformación. Los medios –escritos, radiales o audiovisuales- y sus peones políticos dispuestos a cualquier acción con tal de recibir su bendición y apoyo. Basta mirar los titulares de la prensa escrita cada día. Estos titulares sirven de base a todos los programas de opinión a lo largo de todo el día, de modo que un interminable desfile de políticos, especialistas u opinadores de oficio se termina de dar forma al entuerto hasta dejar bien fijada en la mente de usuarios y usuarias la matriz de opinión deseada.

El problema –al menos lo que se percibe como el nudo-, es que aún en medio del momento crítico que vivimos como pueblo, esta falange o punta de lanza del enemigo de la patria sigue actuando abierta y descaradamente. No importa que tan grave pueda ser el mensaje que transmita el propio Presidente de la República, apenas minutos después la gravedad es convertida en mofa, lo trascendente frivolizado hasta la descalificación y, desde luego, los compatriotas disociados, más disociados y enfermos.

Cabría preguntarse la razón por la cual profesionales exquisitos, mercenarios caros y propagandistas de alto vuelo, con todos los recursos psicológicos y tecnológicos a su disposición perseveran en una estrategia descubierta. Lo hacen porque después de diez largos años de operaciones psicológicas sobre una población indemne ya han logrado la estructura básica para el éxito de sus fines. Han logrado un nivel tal de disociación psicótica en el sector objeto de su manipulación que sencillamente se han hecho impermeables a todo mensaje que no refuerce su enfermedad. Los niveles de “polarización”, -término que a ellos les gusta porque asoma la idea que persiguen- pero sobre todo de repulsión y rechazo a todo cuanto pueda provenir de Chávez, el gobierno, el chavismo, el oficialismo, el bolivarianismo o la revolución, en tal manera que sencillamente no leerán, verán u oirán nada que tenga esta procedencia.

De muy poco sirve, -¡gravísimo estado de postración que costará años superar!- que la respuesta a las mentiras, con pruebas científicas y testimonios veraces, se transmita en Cadena Nacional. El rebaño disociado se irá a su programación por cable, -este sector en su mayoría la tiene- o apagará la radio o el televisor para no sufrir los estertores y el malestar que acompañaría su repugnancia, grima y asco radical a todo cuanto lo confronte con su “verdad”.

De modo que han logrado un peligrosísimo objetivo comunicacional sobre el que trabajan sin descanso a toda hora: han logrado que un sector, -sin ambages el mayoritario de la población- no los vea, los oiga o los lea, y que el otro sector, -sin los similares ambages, el minoritario pero más económicamente poderoso- los necesite como un drogadicto necesita su dosis diaria de veneno. Ante este cuadro es evidente que sólo queda a las instituciones, y en general a toda la población consciente, atacar con todos los recursos a su alcance una epidemia cierta y un grave problema de salud pública, comenzando, -como en todo- por impedir que la víctima continúe recibiendo generosas porciones de la droga. El camino elegido por la Revolución Bolivariana, democrático y respetuoso de la constitución y las leyes no le permite abordar la epidemia como lo habría hecho, lo hizo y lo hace –por ejemplo- la Revolución Cubana. Sometida a los vericuetos propios de la democracia burguesa sólo queda un camino: las leyes. Sólo que en ese camino no está el pueblo, no está Chávez, no estamos nosotros, están los diputados a la Asamblea Nacional, está la Fiscalía General de la República, está la Defensoría del Pueblo, siendo por tanto a ellos a quienes debemos exigir que cumplan con su trabajo.

El don de la autoridad, o don regio, resulta más que necesario, imprescindible, para llevar adelante cualquier proceso de cambios. No hablamos de atropellos o autoritarismos sino del cumplimiento inexorable de la ley. El artículo 296, ordinal A, del Código Penal reformado, establece el castigo penal para quienes por la mentira, escandalicen, causen pánico o terror entre la población, usando para ello cualquier medio, escrito, radial, televisivo, etc., etc. Nos consta a todos la cantidad diaria de escándalos basados en la mentira que se emiten en los diversos medios privados. ¿No es un escándalo causante de pánico entre la población anunciar que el agua que usted y sus hijos toma todos los días está envenenada con residuos de excretas y demás yerbas; poner en pantalla el grifo por donde salía el agua, visiblemente contaminada, y decir que es agua de la red del servicio de la ciudad de Valencia, para luego descubrir que era un montaje realizado a partir del grifo adosado a un tanque de agua “convenientemente” contaminada para el Show?, ¿por qué no se aplica la ley?, ¿por qué permitir que estas y estos compatriotas odien a Chávez, “maldito que nos envenena el agua”?, ¿Cuántos casos como estos hemos visto y padecido a lo largo de estos años de envenenamiento mental colectivo?, ¿podemos seguir permitiendo esta contaminación mental sin hacer nada?, ¿Cuánto podría costarnos esto, en dolor, drama y muerte, si se sufriera una agresión extranjera?

EL SOCIALISMO SE CONSTRUYE CON AUTORIDAD

PATRIA SOCIALISTA O MUERTE

¡VENCEREMOS!

martinguedez@gmail.com



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Martín Guédez


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