La cultura en Mérida en la sima

No se trata de un error ortográfico. Esta es la realidad de Mérida y todo gracias a las sombrías gestiones culturosas que desde el IMC, Fundecem y FundaCarrillo han encabezado los “genios” Javier Alexander Roa, Balbi Cañas, Jairo Devia, Lourdes Contreras, Julio Carrillo y su dinastía, quienes llevaron la cultura merideña a la sima (con s), con el desarraigo de sus hacedores que añoran los tiempos cuando Mérida fue la cima (con c) y destino cultural del país, de la mano de gestores como Manuel de la Fuente, Camilo Silva y Luís Alberto Feaugas. Ellos hicieron de los 90 la década dorada creando el Fondo Editorial Solar, Bienales de Literatura Mariano Picón Salas, de Artes Plásticas de Mérida y Nacional de Teatro Ciudad de Mérida, Encuentros Nacionales de Cantorías Infantiles, Regional de Cultura Popular y Latinoamericano de Música Típica, Festival del Cine Nacional, con invitados internacionales, presencia de la Cantoría de Mérida en Martinica, Colombia, Italia, Suiza, Alemania, Francia, España, Brasil, Uruguay, Argentina, Chile, Ecuador, Estados Unidos y Bélgica, Danzas Mocotíes de Tovar en Martinica y Francia y la Orquesta Típica Merideña en Colombia.

Impulsaron la Red de Casas y Centros Culturales con las Asociaciones Culturales Juveniles, hoy desamparada, la recuperación y rehabilitación del Patrimonio Arquitectónico, la creación de la Academia de Mérida. Para muchos fue una época elitista pero no podemos desconocer que a las actividades culturales se le dedicaba un porcentaje del presupuesto estadal superior al que recomendaban los organismos internacionales. Su éxito era evidente, al menos asistía la gente.

A la entrada del siglo, le correspondió regir los destinos culturales a Giandomenico Puliti, quien revolucionó su desempeño como Presidente del Instituto Merideño de la Cultura, ente que liquidó los vicios del IDAC. Incrementó el presupuesto, se empeño en remozar la Red de Casas y Centros, en especial el C.C. Tulio Febres Cordero y darle cabida a los ciudadanos de a pie con la creación del Salón de Arte Armando Reverón, festivales, encuentros, recitales y publicaciones con más de 60 títulos.

Nadie niega que Pulitti desarrolló una encomiable labor cultural del Estado y en especial en el Mocotíes con la tovareñización del Festival del Violín de los Andes y la realización del Primer Encuentro Nacional del Chimó en San Francisco, abriendo las puertas del Instituto a los creadores, sin distingo alguno y darle la oportunidad de hacer realidad sus sueños, iniciativa que lo hizo acreedor al respeto, aprecio, consideración y estima de todos.

Señala Sant Roz en De la pluma a la Bala “abriste las puertas de la cultura a los desarrapados ansiosos de saber, a los humillados plenos de perdón, a los locos sin partidos, a los tullidos y mendigos de la creación olvidados de todos los tiempos y de todos los gobiernos”. Doménico impulsó esto porque creía firmemente en los “poderes creadores del pueblo”, tanto así que hasta su vil asesinato el 8 de mayo del 2004 el IMC era auxilio de desamparados de siempre y de las propuestas comunitarias. Desmontar el IDAC y acabar con la burocracia significó para Pulitti que sus detractores lo llamaran populista. Su propuesta era una estructura más horizontal donde se le diera preferencia a lo humano de los creadores. Lástima que “su mano derecha” y sucesor, terminó por acabar hasta con su memoria y abrió las puertas a esta locura que vivimos.

Que pasó después, es la gran pregunta que nos hacemos. La Cultura en Mérida no es ni elitista ni populista, está en la sima (con s). La improvisación y politiquería de mozos y barraganas, chulos y chulas de la cultura, nos tienen en este abismo y sin que en el horizonte se vislumbre una salida. Mérida esta actualmente entre los Estados que aportan los porcentajes más bajos al sector cultura y de sus municipios ni qué decir, con excepción de Rivas Dávila que por ordenanza contempla el 6% de su presupuesto municipal. Tampoco existe una política cultural coherente impulsada desde Fundecem, como ente rector, que permita cogestionar proyectos con organismos públicos y privados. Lo único que cada vez gana más terreno es el nepotismo y el compadrazgo, ante la mirada complaciente y cómplice de todos. Será que es una práctica de Estado?.

(*) Promotor cultural

nesabad@hotmail.com


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Néstor Abad Sánchez (*)


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