La Segunda Convención Colectiva de los docentes, ¿Señala nuevos tiempos?

En estos momentos que atraviesa la Patria, la Segunda Convención Colectiva Única y Unitaria de las Trabajadoras y los Trabajadores del Ministerio del Poder Popular para la Educación, 2018 – 2020 que pronto suscribirá el MPPE y los sindicatos, de ningún modo debe verse como una más. No sólo se firmará en presencia de la volatilización descarada de los ingresos que atenta contra la estabilidad y armonía familiar, sino que se da en el marco de la preeminencia de la cultura del bachaqueo, la especulación y corrupción que ondea sus pendones libres, por encima de un sistema educativo que hizo nada o muy poco, para que ese monstruo no multiplicara sus cabezas.

Y esa perspectiva no debe perderse de vista, porque hacerlo es ignorar el tan necesario "moral y luces son nuestras primeras necesidades…las naciones marchan hacia el término de su grandeza, con el mismo paso que camina la educación". El Estado, los sindicatos, los directivos y docentes, tienen una deuda con ese pensamiento de Bolívar, con hacer realidad ese llamado de hace doscientos años, que coloca a las virtudes y la educación como las únicas bases sólidas de la República, y actuar en consecuencia.

Pues bien, en ese Proyecto de Convención que ya empezó a discutirse, no hay un atisbo que trate el problema ético-moral que nos carcome como sociedad.

Solo hay una clausula, la 26, referida a la participación de los docentes, estudiantes y la comunidad educativa en los asuntos de la economía local, que bien puede ser el punto de partida de un conjunto de consideraciones, que propongan la construcción de un currículo donde se entronice la participación de los docentes, lo sindicatos y la comunidad educativa en el hecho económico, así como en el ataque a la contracultura instaurada y a la formación en valores.

Al leer las 70 cláusulas se evidencia el desarrollo clásico de solicitudes socio económico al patrono, tal como se formulaban en el pasado. En el marco de la construcción de una sociedad socialista, se amerita el desarrollo de formas discursivas creativas que soliciten la participación en el proceso social del trabajo y la obtención de los respectivos beneficios.

Pues bien, entendiendo esa narrativa, no es fácil la descolonización, ese contrato, convención que soslaya el tema cultural, puede afirmarse que sí atiende el asunto económico-coyuntural para intentar minimizar la volatilización del salario de los trabajadores de la educación. En ese sentido está diseñado para que los docentes obtengan bonificaciones bimestrales de modo de poder atacar las diversas contingencias que devienen de la situación económica que vivimos. A tales beneficios, se les suman diferentes aumentos porcentuales, que comparados con otros contratos, es superior como instrumento de reivindicación económica clásico.

Con la firma de la Segunda Convención Colectiva Única y Unitaria de las Trabajadoras y los Trabajadores del MPPE podrían empezarse señalar nuevos tiempos. Ciertamente nuevos tiempos en lo reivindicativo para los docentes, administrativo y obreros del MPPE, pero también para otros trabajadores que lo vean como referencia a seguir.



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Aquileo Narvaez Martínez


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